Escuchando a tu corazón

Capítulo 2

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Como toda una turista, saco mi celular y tomo un par de fotografías, hasta que el auto por fin se detiene frente a un lujoso edificio.

Intento abrir la puerta pero Marco se me adelanta, le agradezco el gesto y pronto nos encontramos frente al hotel.

―¿Quiere que la acompañe? ―pregunta cuando ve que no camino hacia las puertas giratorias de vidrio.

―No es necesario. Gracias.

―De acuerdo. Aquí la esperaré.

Camino hacia la entrada, el portero me da la bienvenida y mi chófer le hace entrega de mi maleta al botones.

El sujeto en recepción sonríe al verme.

―Buenas tardes. Sea bienvenida en nuestro hotel. ¿Tiene usted una reservación o desea realizar una?

―Buenas tardes ―lo saludo―. Tengo una reservación a nombre de Melody Raines.

―Claro, déjeme revisar.

Con el monitor a un lado, teclea y busca la información en el sistema. Mientras tanto, me dedico a mirar a mi alrededor.

El piso es de mármol y hay grandes columnas por el lugar. También hay grandes alfombras con decoraciones muy peculiares pero distinguidas.

El recepcionista se pone en pie y de un cajón saca una tarjeta color plateada, la cual me extiende.

―Su habitación es la ciento cinco y se encuentra en el treceavo piso. Si quiere servicio a domicilio solo marque uno en el teléfono al lado de su cama, o si tiene alguna duda marque dos y enseguida le atenderemos. ―me hace saber y me hace entrega de la tarjeta.

No sabía que Alex había reservado una habitación en el treceavo piso.

Solo de pensarlo se me ponen los pelos de punta.

―Gracias. Lo tendré en cuenta.

Sin más, me despido y entro en el elevador.
Marco el número trece y espero. Después de unos minutos, las puertas se abren y salgo con el botones a mi lado.

Todas las puertas son color blanco y cuando por fin encuentro la ciento cinco, paso la tarjeta por la ranura que se encuentra al lado y la abro.

Todo el lugar está impecable. La cama bien tendida, las cortinas están abiertas, y todo está en orden. El botones deja el equipaje a un lado de la cama y se despide.

Una vez que se va, camino hacia la ventana para recorrer con mis ojos el paisaje.

La luz del medio día de un verano en Nueva York se cuela en la habitación.

Vaya, hay una gran vista de la ciudad, muy diferente a lo que estoy acostumbrada. No obstante, no hay más que eso. Solo edificios y autos haciendo ruido, lo habitual en una ciudad.
Creo que al menos la vida en Londres no era tan agitada como aquí.

Sin embargo, no le quitaré crédito a Alex. Realmente se lució con la vista... y con la altura también.

Miro hacia abajo e instintivamente doy un paso hacia atrás. Cierro las cortinas y salgo de la habitación.

Más tarde tendré tiempo de almorzar y desempacar, primero tengo una reunión.

Caminando por el pasillo, me dirijo al ascensor.

Una vez en el primer piso, amablemente me despido del recepcionista y del portero.

Junto al auto, observo a Marco aún esperándome.

Vuelve a repetir el gesto y se me hace muy raro, ya que estoy acostumbrada abrir la puerta por mi cuenta.

Esta vez nos dirigimos a Stingray Corporations y las manos me sudan de lo nerviosa que estoy. Es decir, ya sé que tengo el trabajo y mi primer día no es hasta mañana, pero hoy tendré una reunión con la CEO de la compañía cara a cara.

Inhalo profundamente tratando de apaciguar mi inquietud. Sin embargo, mis nervios se disipan cuando miro por la ventana.

Antes de venir, hice una larga lista de lugares que quiero visitar.

Lo sé, aún hago listas de sitios concurridos en el extranjero, y espero tachar cada uno de ellos.

Parece que mi distracción hizo que el viaje en auto fuera mucho más corto, ya que no nos toma mucho tiempo en llegar a la corporación.

La zona en que se encuentra es muy hermosa.

Hay muchas áreas verdes, y puedo observar algunos empleados sentados bajo los árboles tomando café y comiendo. Otros se encuentran en bancas de madera. Además de eso, hay bellas flores sembradas en jardineras de cemento.

Por otro lado, la estructura del edificio es bastante peculiar. Parece ser en forma de U cuadrada. La parte de en medio es alargada, como un rectángulo, y tiene varios pisos. Esta parte se extiende y se conecta con los edificios que se encuentran a sus costados. Y estos son bastante enormes y altos. Debo levantar la cabeza para poder tener una mejor vista de ellos, y más arriba de la puerta de entrada, recitan las palabras Stingray Corporations en gris.

Bajo del auto antes de que Marco me pueda abrir la puerta. Para cuando llega a mi lado, me mira con sorpresa.

Asumo que sus antiguos clientes no solían bajar del auto antes de que Marco procediera con sus formalidades.

―No te preocupes, no hace falta que me abras la puerta. Puedo hacerlo yo misma. ―le indico de forma informal.

―Pero señorita...

―De ahora en adelante ―lo interrumpo―, no tendrás que abrirme más la puerta. ¿De acuerdo?

Al principio parece inseguro, pero mi serenidad y confianza lo hacen asentir y despejar toda duda.

―Como desee, señorita.

―Y deja de llamarme, señorita ―digo tratando de no sonar irritada, por no decir que me trata como una princesa o una celebridad―. Cada vez que lo haces, me haces sentir como si fuera una persona importante. Llámame, Melody, por favor.

―De acuerdo. ―musita.

Finalizada nuestra conversación, empiezo a caminar hacia la entrada principal.

Muchas personas van y vienen, y lo que es más interesante, es que algunos visten casual formal, y otros sí visten totalmente formal.

Una vez que paso por el amplio umbral con puertas de cristal, lo primero que veo es una recepción descomunalmente alargada.

Hay al menos cinco secretarias, sin embargo, me dirijo hacia la que luce más agradable.

En el pasado, tuve la impresión de que algunas secretarias eran bastante amargadas. O quizá no fue mi impresión, ya que en realidad eran así.




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