Escuchando a tu corazón

Capítulo 3

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Alex y yo nos dirigimos a un restaurante sofisticado, donde el exquisito olor a comida embriaga mis fosas nasales y los camareros pasan de un lado a otro con tanta elegancia que me da envidia. 

¿Cómo pueden mantener una buena postura durante tantas horas? 

Yo solo tardo unos cinco segundos en mantener mi espalda derecha. 

Mientras el mesero me hace entrega del menú, me pregunto qué platillos interesantes encontraré.

Abro el menú sobre la mesa, y tal parece, que todos tienen nombres excéntricos y exóticos.

Ni siquiera sé qué son, así que un poco avergonzada le pregunto al mesero, quien me responde con paciencia y amabilidad.

Luego de unos minutos, Alex pide su orden, mientras que yo le pido al mesero que me recomiende un platillo, el cual ordenaré.

Finalmente, el mesero se va a la cocina.

―Dime, ¿qué es lo que tanto tienes que contarme? ―pregunta Alex entrelazando sus manos por encima de la mesa.

Comienzo a decirle que Skylar se ha quedado a cargo de Heart Shield, y que Rick lo está haciendo bastante bien.

De hecho, recuerdo lo sorprendida que estaba cuando escuché a Skylar decir que quería trabajar conmigo, y cuando le mencioné que la sede estaría en Costa Rica, dijo que no le importaría en absoluto.

Así fue como Skylar terminó viajando al lugar donde vivo después de que finalizara la universidad, y Rick se nos unió un par de meses después.

―Puedo creer que Rick se encuentre allá, ¿pero Skylar? Todavía es difícil de procesar ―menciona riendo―. Siempre ha tenido un carácter difícil de controlar.

―Lo sé ―digo riendo también―. Yo estaba tan sorprendida pero al mismo tiempo tan conmovida.

El mesero vuelve con los platillos de entrada y los deja sobre la mesa. Después nos sirve un poco de vino y se retira.

―De todas maneras, debe de ser divertido trabajar con ella.

―¿Lo dices por mí o por los empleados? ―le digo sarcástica.

Alex ríe a carcajadas y momentos después suspira.

―Desde luego lo digo por ti. Ella y tú son amigas. En cuánto a los empleados... ―Alex se queda corto de palabras y hace una mueca.

Ambos reímos.

―Te comprendo, pero no cambiaría a Skylar por nadie en el mundo. Su trabajo es impecable y siempre me sorprende con sus ideas tan innovadoras.

―Es cierto ―asiente varias veces mientras pincha su comida con el tenedor y vuelve a suspirar―. Por lo que escuché de sus profesores, siempre fue una buena estudiante, a pesar de su mal temperamento.

Le doy la razón asintiendo, y engullo una cucharada de comida que provoca un gemido.

―Está delicioso. ―comento abriendo los ojos como platos.

―Y aún no has probado el platillo principal. ―dice sonriendo.

Casi estoy por terminar el platillo de entrada, cuando escucho a Alex volver a suspirar.

―¿Por qué tanto suspiro? ―inquiero con curiosidad.

Conozco bien a Alex, y lo siento decaído. Me pregunto la razón de su abatimiento.

―Para ser honesto, se suponía que te presentaría a nuestro socio hoy. Por fin después de tanto tiempo lo conocerías, pero nuestra sede en Francia comenzó a presentar algunos problemas la semana pasada, así que tuvo que viajar allá de urgencia.

Para nadie es un secreto que Alex y nuestro socio son bastante cercanos.

―¿Y cuándo volverá? ―cuestiono cuando lo observo jugar con la comida.

―Deberá volver una vez que las cosas por allá mejoren.

Es decir, que es incierta la fecha en que vuelva.

―Entiendo.

En realidad, ahora que lo pienso, con lo del viaje y todo lo que había por hacer, me había olvidado de él.

Es cierto que tengo unas inmensas ganas de conocerlo, pero también siento curiosidad.

¿Cómo será él?

En cuanto a su personalidad, creo que será alguien bastante serio y frío. Y en cuanto a su físico. ¿Será alto o bajo? ¿Será rubio o pelirrojo?

El resto de nuestra conversación se torna bastante amena, hasta el momento en que salimos del restaurante y nos tenemos que despedir.

―Estoy ansioso porque conozcas las instalaciones, te va a fascinar. Tenemos una cafetería enorme y tienen buena comida. También tenemos una sala de juegos donde los empleados se pueden relajar en el tiempo de receso, y sé que te gustará mucho la biblioteca. ―me cuenta entusiasmado.

¿Tienen biblioteca? ¡Genial!

―Entonces, señor Bush, ¿mañana me dará un recorrido? ―inquiero divertida.

―Desde luego, señorita Raines ―Alex ríe―. Te veré mañana.

Lo observo girarse para caminar de vuelta a la corporación cuando recuerdo algo importante.

―Alex, espera. ―lo llamo antes de que se vaya.

―¿Sí? ―dice volteando sobre sí mismo.

―Agradezco mucho tu hospitalidad ―menciono nerviosa―. El chófer, el hotel y todo eso. Pero quiero asentarme aquí en Nueva York por mis propios medios. Espero que no te molestes. ―añado apenada y con miedo de que piense que soy una mal agradecida.

Alex sonríe y en su mirada se refleja algo que no logro descifrar.

―Está bien. No te preocupes. Solo avísame cuando hayas encontrado un lugar para residir.

Asiento al instante.

―Ah, y otra cosa. No me envíes a Marco. ―no es mi intención sonar pesarosa, más bien estoy un poco avergonzada con tantas atenciones.

Alex ríe y creo saber que es por el tono en que lo dije.

―De acuerdo. Hasta mañana.

―Hasta mañana.

Al menos no lo tomó mal.

Lo observo alejarse entre la multitud que camina por la acera.

Suspiro pensando en que, aunque no lo mostrara, pude herir sus sentimientos, pero rápidamente alejo esos pensamientos.

Me acerco a la orilla de la acera y extiendo mi brazo para llamar la atención de algún taxi.

De pronto, recuerdo que conseguir un taxi en la ciudad de Nueva York es realmente difícil.

De todas maneras, lo intentaré.

Mucho tiempo después...

Fue una pésima idea.

Ya había perdido la noción del tiempo cuando decidí comenzar a caminar.




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