Escuchando a tu corazón

Capítulo 4

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―Hola, soy Noah.

De repente, un chico pelinegro y de ojos celestes se me acerca y extiende su mano.

―Melody.

Tomo su mano y la estrecho.

―Lo sé ―dice bastante obvio, y quiero darme una bofetada en la cara cuando recuerdo que Alex les había mencionado mi nombre―. Seré el encargado de tu capacitación ―sonríe amablemente―. Él es Jayden. Es un poco serio, así que no te lo tomes tan a pecho.

Jayden, el tipo que luce impasible, tiene el cabello rubio claro cenizo, y sus ojos son verdes.
En cuanto a su saludo, se limita a asentir en mi dirección de forma austera.

Mademoiselle ―otro chico se acerca, toma mi mano y la besa en el dorso―. Soy Blake.

Sorprendida ante su gesto pero precavida, trato de sonreír y responder de manera formal.

―Un gusto conocerlo.

Enchanté ―vuelve a decir en Francés―. Pero deje de lado las formalidades, aquí todos nos tratamos como amigos.

‹‹Claro››, pienso sarcásticamente.

Sus ojos son bastante interesantes y traviesos, con una mezcla de color miel y verde.

Su sonrisa es pícara, su cabello rubio, y no había notado lo alto que era hasta que se puso derecho y dejó caer mi mano.

De hecho, debo verme como una pulga al lado de ellos, ya que son bastante altos.

¿Qué rayos les dieron de comer?

Observo cómo Noah le da un codazo a Blake en las costillas para que se comporte y este simplemente se encoge de hombros, aún manteniendo una sonrisa juguetona.

Por otro lado, Jayden ignora a ambos y toma asiento en el cubículo minimalista que está sumamente ordenado.

Imito su acción pero en mi cubículo correspondiente, y cuelgo mi bolso de la silla.

―Por cierto, Blake. ¿Qué haces aún en nuestro departamento? ―le pregunta Noah, tomando asiento en el cubículo contiguo y organizando algunos papeles.

Menos mal, porque está muy desordenado.

Enciendo la computadora y espero a recibir órdenes de Noah.

―Trabajando.

―¿Trabajando? ―una voz que no había escuchado se hace presente. Jayden lo mira arqueando una ceja―. Tu departamento está del otro lado. ¿Acaso tu testosterona hizo que lo olvidaras?

Noah ríe fuerte, e inmediatamente cubre su boca cuando se da cuenta de que todos en el departamento giran a verlo.

Es realmente difícil ignorar la situación cuando ellos discuten como si fueran los únicos en el lugar.

―Muy divertido, Lanter ―farfulla Blake de mala gana―. Como sea, me voy. ―dice girando sobre sí mismo, pero tan pronto lo hace, se gira nuevamente hacia nosotros.

Camina en mi dirección y de golpe, gira mi silla para inclinarse muy cerca de mi cara.

Una sonrisa pícara se dibuja en sus labios, probablemente debido a mi consternado rostro.

―Vamos a divertirnos después del trabajo, ¿te parece?

Asombrada por su atrevimiento, pienso en decirle unas cuantas barbaridades, pero cuando abro la boca para soltar mi retahíla, Noah me interrumpe.

―Me gusta tu idea.

¿Qué?

―A ti te gusta todo lo que tiene la palabra diversión. ―se queja Jayden.

―Lo sé ―admite el pelinegro―, pero es su primer día. Deberíamos celebrarlo. ―dice encogiéndose de hombros.

―Exacto.

Blake le da la razón, se aleja de mí y se sienta sobre mi escritorio mientras cruza los brazos sobre su pecho.

Así que quieren celebrar mi primer día en el trabajo...

―¿Entonces? ―pregunta Blake con una sonrisa socarrona.

―No lo sé...

No me gusta su actitud tan imprudente y desvergonzada.

―Por favor, estás en la ciudad que nunca duerme, Capital del Mundo, la ciudad de los rascacielos, la Gran Manzana, Gotham, la Ciudad Imperial o como quieras llamarle ―su tono pasa de ser travieso a excitado―. ¿De verdad no quieres salir a divertirte un rato? ―arquea una ceja.

¿Divertirme?

Por supuesto que me había planteado esa pregunta antes de venir, ¡pero no tenía con quién salir!

Básicamente en Nueva York no tengo amigos aparte de Alex, y dudo que le agrade ese tipo de ambiente, por lo que la idea había sido deshechada inevitablemente.

Sin embargo, si quiero socializar con mis compañeros de trabajo, en lo que soy absolutamente buena para nada, salir a divertirme podría ser un factor fundamental para congeniar con ellos.

Suspiro con una mezcla de resignación y emoción.

―Está bien, iré.

 

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Dejo caer la caja sobre la mesa y tomo la taza que está al lado.

Ya han pasado dos semanas desde que llegué a Nueva York, y para ser honesta, ha sido tan cansado como emocionante.

He salido con los chicos a tomar a bares más veces de las que quisiera, pero me ha ayudado a acercarme más.

Lo interesante es que por más que toman no se emborrachan, me pregunto cuál es la razón, pero la más objetiva es que tienen una gran tolerancia al alcohol.
Y otro dato apreciable, es que son casi tan buenos para comer como yo.

Sin embargo, debo remarcar que lo más importante que ha ocurrido, es que durante este tiempo he encontrado un lindo departamento.

No queda muy lejos del trabajo, y de igual manera puedo tomar el metro.

Suspiro antes de sorber de mi taza de café y observar por la ventana el vecindario.

La visita al primer departamento no fue mala.
Era precioso e inmenso, pero quedaba muy cerca de fábricas y talleres, por lo que había constante ruido. Dormir allí no sería nada fácil, así fue como descarté a mi primer y decepcionante candidato.

La visita al segundo departamento resultó ser la peor.
Era simple y minimalista, y a diferencia del anterior, era silencioso. Todo apuntaba a que sería el lugar ideal para residir. No obstante, cuando estaba a punto de firmar el contrato con el casero, se escucharon sirenas por todas partes.
Me preguntaba a qué se debía, así que me asomé por la ventana, ¡la policía entraba en el edificio en que me encontraba!
‹‹¿Qué rayos está sucediendo?››, me había preguntado. Así que bajé por los escalones junto con el casero.
Los oficiales entraban y salían del departamento que se encontraba debajo del que iba a arrendar.
Pero ver a la policía entrar al edificio armados hasta los dientes no fue lo que me sorprendió tanto, si no el hecho de que ¡habían asesinado a alguien allí! Y todo fue de mal en peor cuando escuché a un par de oficiales hablar: ‹‹Es una pena, hace dos días que asesinaron a otro joven frente a este edificio››.
Me estremecí solo de escucharlo, e inmediatamente me rehusé a firmar el contrato. Más tarde me di cuenta que era uno de los barrios más peligrosos de Nueva York.




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