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Siento una leve punzada de dolor en la cabeza, pero es larga y constante.
Sin embargo, también noto algo más.
Alguien me está abrazando.
Abro los ojos de golpe y me siento sobre la cama asustada, pero me relajo al ver que solo se trata de Rick y me dejo caer boca abajo en el acolchado.
Luego me empiezo a reír como una loca y ahogo mis risas con la almohada.
¿De qué se supone que debo preocuparme si solo es Rick?
Sigo riéndome al pensar en semejante tontería. Pero de repente, mi risa se va apagando cuando los recuerdos de la noche anterior van llegando a mi mente por fragmentos.
¿Me besé con Rick?
Oh no.
Despego mi rostro de la almohada aterrorizada.
No puede ser.
‹‹Asqueroso››, pienso, al mismo tiempo que un escalofrío me recorre el cuerpo cuando me siento.
Casi me limpio la lengua y escupo, intentando alejar los pensamientos del día anterior.
Siento a Rick removerse entre las sábanas y lo observo.
―¿Qué pasa? ―pregunta aún somnoliento y restregándose los ojos con el dorso de la mano.
Cuando ve que no le respondo y observa mi cara de horror, inmediatamente se da cuenta de que algo anda mal y se apoya de golpe sobre sus codos.
Tiene exactamente la misma pregunta plasmada en el rostro que yo hace unos segundos: ‹‹¿Qué hacemos en la misma cama?››.
De pronto, me pregunto si pasó algo más la noche anterior, así que me tomo la libertad de observarlo detenidamente.
Mis sospechas se empiezan a confirmar cuando miro que no lleva camisa.
Rick me mira por un momento como si estuviera loca.
―¿Por qué me miras así? ―dice ahora con el ceño fruncido y cubriéndose el pecho con la sábana, como si fuera una chica.
―Rick, dime ¿qué recuerdas de anoche? ―inquiero casi comiéndome las uñas.
―¿Anoche? ―arquea una ceja pensativo. ‹‹Por favor, di que no pasó nada, di que no pasó nada››, repite mi subconsciente. Pero sé que todo se ha ido a la mierda cuando repentinamente se pone pálido.
―No me digas que...
Las palabras se quedan en el aire, y yo solo puedo pensar en la arcada que se aproxima.
Solo por si acaso me miro, lo cual hace de la situación aún peor.
No llevo mi ropa, si no una camisa de Rick. De hecho, es la que había llevado el día anterior.
Ambos nos miramos al mismo tiempo, como si pensáramos igual, y hacemos una mueca.
Luego mis ojos viajan al baño.
En automático, los dos salimos corriendo de la cama pero chocamos cuando llegamos a la puerta del baño.
―Las damas primero. ―gruño empujándolo con la cadera, pero luego me percato de algo.
―¿Qué miras? ―espeta Rick cuando se da cuenta de que me había quedado mirando su entrepierna, por lo que instintivamente se cubre.
Sonrío y segundos después dejo salir una carcajada seguida de otra.
Parezco demente, lo sé, porque estoy riendo y llorando al mismo tiempo de felicidad, lo que provoca que Rick me mire desconcertado.
Me limpio las lágrimas y trato de calmar mi risa hasta que finalmente puedo hablar decentemente con el castaño.
―Rick ―digo cruzándome de brazos―, llevas los pantalones puestos.
Él levanta ambas cejas sin comprender del todo mi comportamiento excéntrico, pero aún así se mira.
Efectivamente lleva pantalones, entonces deja caer sus brazos a los costados con una expresión de alivio, luego me observa y baja su mirada.
―Sin embargo, tú...
Dejo de sonreír de golpe y abro mis ojos como platos.
Rápidamente miro hacia abajo y me percato de que no llevo mis pantalones de seda negra, solo la camisa de Rick, que afortunadamente me cubre hasta las rodillas.
En ese momento, levanto el cuello de la camisa para mirar por dentro.
Un suspiro de alivio sale de mi boca al instante en el que confirmo que aún conservo mi ropa interior.
Visiblemente ambos nos relajamos, luego nos miramos y nos reímos.
No obstante, nuestras carcajadas se van apagando gradualmente.
Nos habíamos besado.
―Yo... iré a ducharme.
―Y yo... iré a preparar el desayuno.
El hecho de que no nos hubiéramos acostado, no cambiaba que nos hubiéramos besado.
Realmente nunca contemplé que Rick y yo pudiésemos pasar por algo así. Es decir, desde hace mucho tiempo que lo considero mi amigo, así que espero que esto no cambie las cosas.
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El desayuno fue demasiado incómodo, aunque debo admitir que Rick mejoró sus dotes culinarios... aunque sea solo un poco. Pero eso no quiere decir que las imágenes desaparecerán.
Simplemente recordarlo me pone los pelos de punta y al menos hasta este momento, puedo recordar todo con claridad.
Afortunadamente no pasó a más.
Ahora ambos estamos en los extremos contrarios del ascensor, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
El castaño se dirige hacia el Museo de Brooklyn y yo hacia el trabajo. Él debe de irse temprano, ya que muchas personas visitan el museo, incluyendo los escolares, así que no querrá toparse con alguno de esos recorridos.
Suspiro tratando de soltar todas mis preocupaciones.
Escucho a Rick carraspear, tratando de romper el penoso silencio.
―No deberíamos dejar que esto nos afecte de ninguna manera.
Lo miro atenta, pero él no me mira a los ojos. De hecho, parece sentirse avergonzado.
Arqueo una ceja ante su reacción.
―Pienso lo mismo. Esto no debería cambiar nuestra amistad. ―digo sinceramente.
Ciertamente no soy la única a la que le preocupa que nuestra relación cambie.
Lo observo asentir, pero también miro sus mejillas ligeramente ruborizadas.
―¿Pero por qué pareces tan avergonzado?
Rick me mira con el ceño levemente fruncido, como si no comprendiera a lo que me refiero.
―Ahora que lo recuerdo, también te veías muy tímido cuando estábamos en la cama ―me comienzo a acercar a él y lo observo tensarse. Rick se queda en silencio. Esperaba que al menos me respondiera aquella frase con un tono jocoso, pero no lo hizo. Es aún más extraño―, y luego cuando estábamos cerca del baño, te cubriste sin pensarlo dos veces, como si estuvieras apenado de que te viera desnudo.