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Rick pensó que salir conmigo sería lo mejor porque se siente cómodo, y porque nos conocemos muy bien el uno al otro.
Pero no debería de ser así.
No deberíamos de salir con otras personas simplemente por costumbre o comodidad, deberíamos de salir con las personas que realmente hacen agitar nuestro corazón, nos hacen suspirar, y nos hacen sonreír estúpidamente mientras pensamos en ellas.
Espero que algún día el castaño pueda comprender eso.
Mientras cenamos, no puedo dejar de pensar en las palabras de Rick.
No quiero que nuestra relación se vuelva incómoda, ni mucho menos, pero cierta parte de mí, sabe que no lo hará. Hemos atravesado tantas cosas juntos, que dudo que nuestro lazo de amistad se pueda desvanecer de la nada solo por una confesión, que cabe mencionar, no es porque Rick realmente esté interesado en mí, más bien, fue su miedo quien habló.
Su miedo a estar solo.
Aunque es ridículo tomando en cuenta que podría tener a cualquier chica a su alcance, menos a quien más ama.
Supongo que, cierta parte de él cree que no encontrará a alguien como ella, y preferiría salir con alguien a quien ya conoce, que volver a empezar desde cero con una persona que al final del día, no sabrá si ofrece lo que él busca.
Tengo que admitir que me siento relacionada con él, por mucho tiempo lo pensé, ¿pero por qué debemos detenernos cuando los demás siguen avanzando?
Es tonto quedarse al margen, o estancado en el mismo lugar, cuando simplemente podrías ser un poco egoísta y pensar en ti, y en lo que te hace feliz.
Por eso hace mucho tiempo que dejó de importarme estar soltera.
Sencillamente quiero disfrutar de la vida como debería de hacerlo.
Después de cenar, cada uno vuelve a su habitación en silencio.
Tengo mucho en qué pensar, pero no quiero hacerlo, así que me dejo caer en los brazos de Morfeo.
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―Buenos días. ―saludo a mis compañeros de trabajo con fingida alegría.
Después de despertar esta mañana, y darme cuenta de que ya no viajaría en auto al trabajo, mi humor se esfumó.
Tendría que viajar de nuevo en el atestado metro.
Y peor aún: de pie.
Pero debo verle el lado positivo, si volviera a chocar contra otro auto, no creo que corra con la misma suerte como la primera vez.
Suspiro dejando mis cosas sobre el escritorio, y tomo asiento mientras enciendo la computadora.
Mientras el equipo de computo carga, mis ojos se desvían al ventanal que da al pasillo, donde logro ver a Alex caminar despreocupadamente.
Es entonces que recuerdo que debo devolverle su saco, el cual aún llevo en el bolso.
Rápidamente lo tomo y camino hacia al pasillo para toparme con él.
―¡Hey, Alex! ―Lo saludo animadamente después de no haberlo visto durante días.
―Hola, Melody.
Sus brazos me rodean en un amistoso abrazo.
―¿Cómo fue tu viaje?
―Mejor de lo que pensé ―responde sonriendo, con un poco de cansancio reflejado en su rostro―. Había previsto que sería todo un desastre, pero al final todo resultó bastante bien.
―Es un alivio ―digo sonriéndole de vuelta―. Por cierto, casi lo olvido. ―levanto la mano con la que sujeto el saco.
―Ya no lo recordaba. Gracias. ―dice tomándolo.
―¡Alex! ―un empleado que se encuentra al otro lado del pasillo, agita la mano llamando su atención, mientras con la otra sostiene un tumulto de documentos.
―No te molesto más. ―digo al ver que será un día ocupado para él.
Alex suspira y me da un suave apretón en el hombro mientras camina hacia el empleado y le quita la carpeta que está sobre las demás, inmediatamente la abre y lo observo alejarse mientras la lee con suma concentración.
Vuelvo a mi trabajo, donde las horas pasan más rápido de lo que espero, y para cuando me doy cuenta, ya es medio día.
Durante el almuerzo, no hago más que pensar en que debo llamar a la agencia.
Mastico con rapidez antes de que acabe mi hora de almuerzo, y de vez en cuando miro la pantalla de mi celular para cerciorarme de que tengo suficiente tiempo.
Los chicos hablan sin parar sobre ir a tomar a algún bar, pero estoy tan cansada y me duele tanto la espalda, que preferiría pasar lo que resta de la tarde en mi departamento. Además, ya he socializado lo suficiente, es hora de volver a mi introvertida vida.
Termino de comer y salgo de la cafetería, buscando con los ojos alguna banca. Afortunadamente, encuentro una cerca y debajo de la gran sombra de un árbol.
Tomo asiento y marco a la agencia, no tardan mucho en responder, y rápidamente rechazo el otro vehículo que me estaban ofreciendo. Tratan por todos los medios de que tome el auto, pero no me convencen y al final, terminan por disculparse y lamentar el incidente.
Me digo a mí misma que será mejor seguir viajando en metro y caminar un poco, a tener otro accidente indeseado.
Guardo mi teléfono en el bolsillo delantero de mi pantalón, y me encamino de vuelta a la oficina.
Una vez en mi escritorio, Noah se inclina en su asiento y me susurra.
―Psss, psss.
Giro mi cabeza hacia él y le presto atención.
―¿Vas a ir? ―pregunta con sus grandes y azulados ojos fijos en mí.
―¿A dónde? ―inquiero dudosa.
―Al bar de casi siempre.
Ambos miramos hacia el otro lado.
Blake sonríe socarrón, mientras ocupa el asiento de Jayden.
―¿Tú qué haces aquí?
No es que Noah lo haya espetado, fue más una pregunta de confusión, porque yo tampoco sé qué hace en nuestra oficina.
―¿No es obvio? Venía a invitar a mi princesa.
―¿Princesa? ―inquirimos Noah y yo al mismo tiempo.
Antes de poder reclamarle, Jayden aparece de la nada y lo toma por el cuello de la camisa y lo levanta de su asiento. Todo eso con una fuerza sorprendente, y no tiene que decir palabra alguna porque la frase: ‹‹Fuera de mi asiento››, se puede leer muy bien en sus ojos.