Escuela Abandona

El Laberinto De La Desesperación

Herley y Esteban se miraron, sabiendo que estaban en el corazón del mal que acechaba la escuela. La figura encapuchada se movía lentamente, como si disfrutara del miedo palpable en el aire. "El sacrificio debe continuar," repetía una y otra vez, su voz resonando como un eco siniestro.

Con un impulso repentino de coraje, Herley agarró el libro antiguo y lo sostuvo frente a la figura. "¡No vamos a permitir que sigas con esto!" gritó, su voz temblando pero decidida.

La entidad se detuvo y, por un momento, pareció dudar. "Es inútil," murmuró. "El mal está arraigado aquí. No puedes detenerlo."

Herley miró a Esteban y, con un asentimiento, ambos sabían lo que debían hacer. Corrieron hacia el altar, intentando destruir el libro y los objetos rituales. Pero antes de que pudieran llegar, la figura encapuchada lanzó un grito ensordecedor, y las sombras en la sala cobraron vida, envolviéndolos en una oscuridad total.

Luchando contra la oscuridad, Herley sintió que las sombras intentaban arrastrarlo hacia el suelo. "¡No te rindas!" gritó Esteban, también luchando por liberarse.

De repente, la voz de la mujer espectral que Herley había visto antes resonó en la sala: "Debes enfrentarte a tus miedos más profundos." Herley comprendió que debía enfrentarse a la entidad de manera directa. Con una fuerza que no sabía que tenía, se liberó de las sombras y se dirigió hacia la figura encapuchada.

"¡Muéstrate!" exigió Herley. "¿Quién eres realmente?"

La figura se detuvo y, lentamente, se quitó la capucha. Herley se quedó helado al ver el rostro de su propio hermano menor, el periodista desaparecido. "¿Hermano?" susurró, incrédulo.

El rostro de su hermano estaba distorsionado por el dolor y el sufrimiento. "No soy tu hermano," dijo con una voz gutural. "Soy lo que quedó de él después de que la entidad tomara su alma."

Herley sintió una mezcla de horror y tristeza. "Debemos liberarte," dijo, acercándose con cautela.

"Solo destruyendo el libro y el altar," respondió la figura, su voz volviendo a ser la de su hermano. "Rápido, antes de que la entidad recupere el control."

Herley y Esteban corrieron hacia el altar y comenzaron a destrozar los objetos rituales. El libro antiguo comenzó a arder con una llama azul, y la entidad lanzó un grito de agonía. La sala se llenó de un viento feroz, y las sombras se desvanecieron.

Finalmente, cuando la llama consumió el último vestigio del libro, la figura de su hermano se desplomó en el suelo, liberada de la entidad. Herley lo sostuvo en sus brazos, lágrimas corriendo por su rostro. "Gracias," murmuró su hermano antes de desaparecer en una nube de polvo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. Herley y Esteban se miraron, exhaustos pero aliviados. "Lo logramos," dijo Esteban, apenas creyéndolo.

Pero antes de que pudieran celebrar, la escuela comenzó a temblar. "Tenemos que salir de aquí," dijo Herley, ayudando a Esteban a ponerse de pie.

Corrieron por los pasillos mientras las paredes se desmoronaban a su alrededor. Finalmente, alcanzaron la salida y se detuvieron a observar cómo la antigua escuela de San Ángel se derrumbaba en una nube de polvo y escombros.

El capítulo termina con Herley y Esteban de pie frente a las ruinas de la escuela, sabiendo que han liberado a las almas atrapadas, pero también conscientes de que el mal puede nunca desaparecer por completo. ¿Qué nuevos desafíos enfrentarán en su camino?




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