El sol comenzaba a despuntar en el horizonte cuando Herley y Esteban regresaron al pueblo, exhaustos pero satisfechos por haber roto la maldición que había asolado Kennedy durante tanto tiempo. Sin embargo, no podían deshacerse de la sensación de que algo aún estaba mal. Habían destruido la entidad y enfrentado la traición de Doña Ucari, pero algo en el aire seguía siendo inquietante.
Mientras descansaban en la plaza del pueblo, Herley comenzó a revisar nuevamente el diario del director. Había una entrada que no había notado antes, fechada unos días antes del incendio. El director hablaba de una "figura en las sombras" que parecía estar observando todo lo que sucedía en la escuela, una presencia que había sentido desde el primer día.
De repente, Esteban interrumpió sus pensamientos. "Herley, mira esto," dijo, señalando un recorte de periódico antiguo que había encontrado en el diario. El artículo hablaba de una serie de desapariciones similares en un pueblo vecino, ocurridas hace más de cien años. Los eventos descritos eran casi idénticos a los que habían enfrentado en Kennedy.
"Esto no puede ser una coincidencia," dijo Herley, frunciendo el ceño. "La entidad ha estado moviéndose de un lugar a otro, causando estragos y alimentándose del miedo y el dolor. Tenemos que detenerla definitivamente."
Decidieron visitar el pueblo vecino mencionado en el recorte, llamado San Miguel. Al llegar, notaron que el ambiente era sombrío y desolado, similar a lo que habían experimentado en Kennedy. Buscaron a la persona más anciana del lugar, un hombre llamado Don Cesar, quien tenía más de noventa años y una memoria increíblemente aguda.
"Recuerdo esos días oscuros," dijo Don Cesar, con voz temblorosa. "La entidad se alimentaba de nuestro miedo. Muchos de nosotros huimos, pero algunos se quedaron y enfrentaron su destino. Al final, lograron sellar a la entidad, pero no destruirla."
Herley y Esteban escucharon con atención mientras Don Cesar les contaba sobre un ritual antiguo que podía sellar a la entidad definitivamente. "Necesitan un objeto que pertenezca a la entidad y deben realizar el ritual en el lugar donde fue invocada por primera vez," explicó Don Cesar. "Ese lugar está aquí, en las catacumbas bajo la iglesia."
Se dirigieron a la iglesia del pueblo, un edificio antiguo y majestuoso que parecía desafiar el paso del tiempo. Al entrar, fueron recibidos por un sacerdote que conocía la historia y les permitió acceder a las catacumbas. Con linternas en mano, descendieron a la oscuridad una vez más.
Las catacumbas eran un laberinto de túneles y cámaras, con inscripciones en las paredes que hablaban de sacrificios y rituales oscuros. Herley comenzó a sentir una familiar sensación de inquietud mientras avanzaban. Finalmente, llegaron a una cámara central donde encontraron una caja de madera antigua.
Dentro de la caja, encontraron un amuleto que irradiaba una energía oscura y poderosa. "Este debe ser el objeto que necesitamos," dijo Herley, sintiendo el peso de la responsabilidad que tenían en sus manos.
De repente, escucharon un susurro familiar que les heló la sangre. "Pensaron que podían destruirme," dijo la voz de la entidad. "Pero solo me han hecho más fuerte."
Las sombras en la cámara comenzaron a moverse y tomar forma, y la entidad apareció ante ellos, más poderosa que nunca. "Ahora pagarán por su insolencia," dijo con una voz llena de odio.
Herley y Esteban sabían que debían actuar rápidamente. Colocaron el amuleto en el centro de la cámara y comenzaron a recitar el ritual que Don Cesar les había enseñado. La entidad lanzó un grito de ira y comenzó a atacar con una fuerza imparable, pero la luz del amuleto creció en intensidad, formando una barrera protectora.
"¡No te rindas!" gritó Herley, su voz resonando en la cámara. "Debemos terminar el ritual."
El capítulo termina con Herley y Esteban enfrentándose a la entidad en las catacumbas, luchando por completar el ritual y sellar la entidad de una vez por todas. ¿Podrán lograrlo antes de que sea demasiado tarde?