El reloj marcaba las nueve en punto cuando Pamela entró al salón de entrenamiento con su habitual porte confiado. Sus tacones resonaron contra el suelo como si marcaran el inicio de una nueva misión. Detrás de ella, Olivia y Clarisa tomaron asiento, aún murmurando sobre los desastres románticos de la clase anterior.
Pamela dejó su bolso sobre el escritorio, se cruzó de brazos y, con aire de estratega, tomó el marcador digital. En la pizarra luminosa dibujó un pequeño candado y, con voz firme, anunció:
—Hoy aprenderán que la mejor ladrona no siempre usa las manos… sino la cabeza.
Clarisa la miró confundida, mientras Olivia arqueaba una ceja con una sonrisa traviesa.
—¿Nos referimos a abrir cerraduras sin tocarlas? —preguntó Clarisa, entre divertida y curiosa.
—Casi —respondió Pamela, sonriendo de medio lado—. Hoy hablaremos de ingeniería social. O en otras palabras, de cómo obtener lo que deseas usando la información que los demás dejan… en internet.
La palabra internet bastó para captar por completo la atención de las chicas. Pamela encendió la pantalla lateral, donde comenzaron a aparecer perfiles falsos, fotos retocadas y ejemplos de mensajes de chat.
—En esta lección —continuó, señalando la pantalla—, su misión será infiltrarse en una conversación, obtener un dato clave y hacerlo sin que la otra persona sospeche. Usaremos una aplicación de mensajería simulada, creada para estas prácticas.
Olivia soltó un leve silbido.
—O sea… ¿vamos a coquetear para sacar información?
Pamela arqueó una ceja.
—Si lo haces bien, ni siquiera parecerá coqueteo.
Clarisa intentó contener la risa. No se consideraba buena con la tecnología, pero la idea le parecía extrañamente divertida. Lo que no sabía era que esa práctica virtual traería consecuencias más reales de lo que imaginaba.
Mientras tanto…
En el campus universitario, Gustavo y Alejandro caminaban hacia la cafetería. El sol se filtraba entre los árboles y los dos parecían bastante relajados.
—¿Supiste lo que están haciendo las chicas? —preguntó Alejandro, estirando los brazos.
—Algo escuché —respondió Gustavo, mirando su teléfono—. Pamela les encargó crear perfiles falsos para practicar “infiltración social”. Suena… peligroso.
Alejandro soltó una risa maliciosa.
—Peligroso no. Divertido. —Luego bajó la voz—. ¿Y si las ponemos a prueba?
Gustavo lo miró con escepticismo.
—¿Cómo?
—Fácil. Creamos nuestros propios perfiles falsos. Las agregamos a la app. Jugamos su mismo juego.
—Eso suena a trampa —replicó Gustavo.
—Trampa no… estrategia práctica —corrigió Alejandro, intentando sonar serio—. Además, así sabremos cómo avanzan sus clases.
—O cómo se meten en problemas —susurró Gustavo, aunque ya tenía el brillo cómplice en los ojos.
En menos de diez minutos, ambos tenían cuentas nuevas:
“Hoyuelos95” y “Ojazos52”.
En el departamento de Pamela…
La clase continuaba. Olivia, con su teléfono en mano, escribía las primeras líneas en la app simuladora.
—Pame, ¿qué le digo si me escribe “hola”? —preguntó, indecisa.
—Depende —respondió Pamela, sin levantar la vista—. ¿Quieres parecer interesante o accesible?
—Eh… ¿viva? —respondió Olivia, causando la risa de Clarisa.
De pronto, el móvil de Olivia vibró. Una notificación apareció en la pantalla.
Ojazos52: “Hola, me gusta tu foto de perfil. ¿Eres nueva por aquí?”
Olivia sonrió, intrigada.
—Parece que esto funciona… ya me escribió alguien.
—Perfecto —dijo Pamela, curiosa—. Contesta, pero no muestres demasiado interés.
Olivia tecleó rápido:
Diosa21: “Gracias, sí. Estoy aprendiendo a no parecer desesperada”
—¿Le pusiste emoji? —preguntó Pamela, entrecerrando los ojos.
—Es para suavizar —respondió Olivia, encogiéndose de hombros.
En ese mismo instante, en un pasillo del campus, Alejandro soltó una carcajada al leer el mensaje.
—Lo está tomando muy en serio, Gus. —Mostró la pantalla, orgulloso.
—No te burles —dijo Gustavo, sin apartar la vista del suyo. Clarisa había aceptado su solicitud.
El primer mensaje no tardó en llegar.
Dulce18: “Hola. No suelo hablar con desconocidos, pero hoy estoy en modo experimental.”
Gustavo sonrió divertido. Modo experimental, repitió en voz baja.
Hoyuelos95: “Entonces me siento afortunado. Prometo ser un buen experimento.”