Escuela De Ladronas

Capítulo 15: "Confusiones y latidos"

En uno de los pasillos del campus universitario, dos chicas apoyaban sus espaldas contra la pared. Una de ellas miraba fijamente el último mensaje que había recibido la noche anterior, mientras la otra la observaba intrigada, dudando por momentos en sacarla de su ensimismamiento.

Clarisa intentaba cerrar la conversación, pero no lo lograba. Había en ese mensaje una especie de magnetismo, como si las palabras se hubieran quedado suspendidas en el aire, repitiéndose una y otra vez en su cabeza.

“Tal vez ya sea hora de que empieces a confiar.”

¿Acaso esa frase era una invitación a abrir su corazón? ¿O escondía algo más, un deseo que ella misma compartía?

¿Sería posible que para Hoyuelos95 ella fuera alguien especial? Y si así fuera… ¿lo era él para ella, o solo una ilusión creada por la distancia y la pantalla?

—Clarisa, ¿estás bien? —preguntó Olivia, sacándola de su ensimismamiento.

—¿Eh? Sí... solo pensaba.

Olivia arqueó una ceja y sonrió con aire de picardía.

—¿Pensabas o soñabas despierta?

—¿Qué?

—Porque no es lo mismo pensar que soñar —agregó con una sonrisa traviesa.

Clarisa bufó con suavidad, aunque no pudo evitar sonrojarse.

—Nada de eso —mintió—. Solo estaba revisando unos mensajes.

—Ajá —respondió Olivia, incrédula—. Y seguro esos “mensajes” tienen nombre y apellido.

Ambas rieron, pero el brillo en los ojos de Clarisa se apagó pronto. La verdad era que no sabía cómo sentirse. El chico con el que hablaba por el chat se había vuelto importante, aunque ni siquiera conocía su rostro. Y sin embargo… cada palabra suya le resultaba tan familiar que la confundía.

La conversación se interrumpió con el sonido de un mensaje entrante. Ambas miraron sus celulares.

—Práctica a campo abierto —leyeron al unísono, mirándose sorprendidas.

Minutos después, llegaron al lugar indicado. Pamela las esperaba junto a sus dos colaboradores, Gustavo y Alejandro, quienes las recibieron con sonrisas cálidas.

—Como ya saben, hoy tendremos una práctica fuera del aula —anunció Pamela, con un brillo travieso en los ojos.

—Eso me parece bien, pero... ¿a qué te refieres con “práctica a campo abierto”? —preguntó Olivia.

—¡Qué bueno que esta vez no fui yo la que no entendió! —exclamó Clarisa entusiasmada.

Sus amigas la miraron fijamente, Alejandro soltó una carcajada y Gustavo se cubrió el rostro con una mano.

—Clari, ¿sí sabes lo que es una práctica a campo abierto? —preguntó Olivia, entre risas.

—¡Obvio! Es algo tan simple como su nombre. Una práctica en un lugar abierto, ¿no es así, Pame?

Alejandro no pudo contenerse y rió más fuerte.

—¡Es que es muy graciosa! —dijo, mientras Gustavo negaba con la cabeza.

Pamela respiró hondo para no reírse también.

—La idea es esa, Olivia —intervino al fin—. Una práctica de campo abierto es tener interacción con otros fuera del aula tradicional, como ahora.

—¿Eso significa que habrá otros chicos? —preguntó Olivia, alzando una ceja.

—No, no. Seguiremos con los mismos equipos de siempre. Chicos, ubíquense junto a su pareja —ordenó Pamela con una sonrisa.

Gustavo se acercó a Clarisa y la saludó con aquella sonrisa despreocupada y el brillo en los ojos que tanto la desarmaba… y la irritaba.

—Hola, Clarisa. ¿Lista para otra de las pruebas de Pame?

—Supongo que sí —respondió ella, intentando sonar neutral.

Mientras tanto, Alejandro se acercó a Olivia. La observó fijamente con aquellos ojos grandes y mirada profunda que lograban ponerle el corazón en un puño.

—¿Podrías dejar de mirarme así? —dijo Olivia, enredando un mechón de su cabello entre los dedos.

—Pero si la que me está mirando eres tú —replicó él, sonriendo.

—¿Yo por qué te estaría mirando?

—Tal vez porque mis ojos...

—Sin duda eres un egocéntrico.

—Y tú igual.

La discusión fue detenida por Pamela, que se acercó a ellos con una sonrisa pícara.

—La práctica de hoy consiste en una sesión de fotos en el campus. Pero no será cualquier foto. Quiero que reflejen libertad, sueños, esperanza… y amor.

—¿Y cómo se supone que reflejemos eso? —preguntó Olivia, pestañeando.

—Alejandro sabrá cómo hacerlo. Solo déjate guiar, Oli —dijo Pamela guiñándole un ojo al joven antes de retirarse.

—No entiendo… —murmuró Olivia.

—Déjamelo todo a mí —respondió Alejandro con calidez, tomando su mano.

—¿Qué haces?

—Solo te llevo al lugar de la primera foto.




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