Capítulo18: "Entre verdades y disfraces"

Clarisa y Olivia caminaban hacia el salón improvisado de la Escuela de Ladronas, ubicado en el departamento de Pamela. Ambas llevaban la cabeza llena de dudas y el corazón latiendo con un ritmo distinto.

Como siempre, la puerta estaba entreabierta. Las jóvenes ingresaron al lugar.

—Fue… raro. Pero divertido —suspiró Clarisa, mientras tomaba asiento.

—Sí —rió Olivia—. Aunque sentí como si ya lo conociera.

—Yo también. Tal vez el destino juega con nosotras.

—O tal vez… alguien nos está escondiendo algo.

Su conversación se interrumpió cuando Pamela apareció desde una puerta, con aquel brillo travieso en los ojos.

—¿Cómo estuvo la práctica? —preguntó, caminando hacia un escritorio.

—Bien —contestaron al unísono.

—Excelente, porque la misión “Doble juego” acaba de comenzar oficialmente —anunció, alzando una taza de café para llevarla a sus labios.

Las chicas se miraron, confundidas.

—¿Doble juego? —preguntó Clarisa.

—Así es —respondió Pamela con una sonrisa enigmática—. A veces, para robar un corazón… hay que usar dos manos.

Olivia y Clarisa se miraron sin entender del todo.

—Pero cuéntenme los detalles —continuó Pamela, posando su mirada sobre ellas, como un zorro que acecha—. ¿Cómo se sintieron?

Olivia fue la primera en hablar, con una sonrisa nerviosa.

—Fue una experiencia rara. Muy rara.

—Lo mismo digo —añadió Clarisa.

—¿Rara? ¿Por qué? —preguntó Pamela, cruzando las piernas.

—No sé, Pame —respondió Clarisa con un suspiro—. Sentí que él… no era exactamente quien decía ser.

Pamela entrecerró los ojos con una sonrisa misteriosa.

—A veces el mayor disfraz no está en el rostro, sino en lo que callamos —dijo suavemente—. ¿Y tú, Olivia?

—Él fue amable, un poco torpe, pero… había algo familiar. Como si ya lo conociera.

—Oh… —murmuró Pamela, tomando nota en su libreta—. Interesante. Muy interesante.

Sin que ellas lo notaran, escribió en letras grandes:

“Etapa emocional: reconocimiento inconsciente.”

Mientras tanto…

Por una de las calles del pueblo, Alejandro y Gustavo caminaban ya sin disfraces, intentando actuar como si nada hubiera pasado.

—Fue un desastre —murmuró Gustavo.

—Sí… pero un desastre encantador —admitió Alejandro mirando al cielo.

—Aunque ahora nuestro secreto…

—¿Crees que Pame no lo sabía?

—La verdad, no.

—A ella no se le escapa nada —dijo Alejandro con media sonrisa.

—Así es… nada.

Ambos se miraron un instante, compartiendo una risa nerviosa, hasta que procesaron lo último dicho y sus rostros cambiaron a preocupación.

—Oye… —dijo Gustavo bajando la voz—. ¿Y si Pame se los dice?

—No lo creo —respondió Alejandro rápido, aunque con cierta duda—. Ella también es nuestra amiga.

—Sí lo sé, pero si nos propuso para ser parte del entrenamiento fue porque…

—Confiaba en que solo las veríamos como amigas.

—Así es.

—Gustavo… eso ni tú lo crees. Pame siempre ha sabido de nuestros sentimientos. Si hubiera querido exponerlos, lo habría hecho hoy, ¿no?

—Bueno, sí, tuvo la oportunidad perfecta con lo que te pasó. Pero igual… me siento raro mintiéndole a Clarisa.

—No le estás mintiendo, estás actuando. Diferencia técnica.

—Pues es una diferencia muy delgada.

Esa misma noche…

Los mensajes comenzaron a aparecer en las pantallas de los celulares.

Hoyuelos95: “¿Lista para la segunda ronda o te quedaste pensando en mí?”

Dulce18: “No lo sé. Me quedé pensando… pero no en ti exactamente.”

Hoyuelos95: “Entonces tal vez debo esforzarme más.”

Clarisa leyó aquel mensaje tres veces, suspirando. Había algo en la forma de escribir de ese chico, una mezcla de ternura y torpeza que le recordaba a alguien… pero no podía precisar a quién.

En otra habitación…

Olivia escribía con rapidez.

Diosa21: “No suelo confiar en desconocidos.”

Ojazos52: “Entonces déjame ser el primer desconocido en ganarla.”

Diosa21: “¿Y si no eres quien dices ser?”

Ojazos52: “A veces lo que escondemos no es mentira… es miedo.”