La tarde caía lentamente. En el aire flotaba una calma inusual, como si después de tantas emociones, los corazones necesitaran reposar.
Pamela observaba através de una binoculares desde el balcón de su departamento hacia el exterior, específicamente hacia un pequeño parque, donde Clarisa y Olivia caminaban distraídas, cada una perdida en sus pensamientos.
—Las cartas no mienten… pero los corazones, a veces, sí se confunden —susurró, antes de retirarse del balcón.
Mientras tanto, en el parque, Olivia daba vueltas al mismo arbusto desde hacía casi diez minutos.
—¿Sabes que llevas media hora dando vueltas? —le dijo Clarisa, sin levantar la vista del celular.
—Ah, ¿sí? Estoy… haciendo cardio emocional —respondió Olivia, intentando sonar graciosa, aunque su sonrisa se notaba forzada.
Clarisa soltó una leve risa.
—¿Cardio emocional? ¿Eso existe?
—Desde hoy sí. Lo inventé yo, justo después de que alguien leyera mi carta en voz alta.
—No fue tan grave —replicó Clarisa—.
—¡No fue tan grave! —exclamó Olivia—. Pamela básicamente me expuso frente al tipo que me gusta, y encima él leyó mi carta como si fuera un tutorial de You Tube.
Clarisa rió por lo bajo.
—Bueno, al menos la lectura fue buena.
—Sí, debería abrir su canal: “Cómo arruinar una declaración sin morir en el intento”.
Ambas soltaron una carcajada, y por un momento la tensión se disipó.
—Alejandro, ¿Te gusta? — susurró Clarisa, como si hubiera descubierto un gran secreto.
—No finjas no haberlo notado — dijo Olivia, desviando la mirada.
—De verdad no lo note. No soy buena para captar sentimientos.
—Bueno, eso es cierto.
—Olivia.
—Solo te estoy dando la razón — respondió Olivia, con una ligera sonrisa, antes de soltar un largo suspiro.— El punto es que él leyó mi carta sin la más mínima incomodidad.
Clarisa la miró con ternura.
—Al menos lo tomó bien.
—Claro, demasiado bien. Seguro ahora piensa que soy una tonta enamorada.
Hubo un silencio. Clarisa bajó la mirada, jugueteando con su cabello.
—Y si lo estuvieras… ¿sería tan malo?
Olivia la observó con curiosidad.
—¿Y tú? ¿Por qué tan pensativa?, ¿eh? No me digas que la carta te removió recuerdos.
Clarisa suspiró.
—No sé… A veces creo que lo entiendo, pero otras siento que hay algo que me oculta.
—¿Como un “modo incógnito” en versión humana?
—Exactamente —rió Clarisa—. Y no sé si quiero descubrir qué guarda.
Antes de que continuaran, sus celulares vibraron al mismo tiempo.
—Ah no, esto ya parece sincronización emocional —bromeó Olivia, mirando la pantalla.
—O destino digital —añadió Clarisa, sonriendo.
Las chicas caminaron hacia unas banquetas y tomaron asiento en las mismas, quedando frente a frente.
Olivia abrió el chat, mordiéndose el labio.
Ojazos52: ¿Cómo estuvo tu día chica linda?
Diosa21: Extraño.
Ojazos52: ¿Por qué?
Diosa21: Pase por una vergüenza pública que no se si podré olvidar.
Ojazos52: ¿Vergüenza pública?
Diosa21: Sí.
Ojazos52: ¿Qué fue lo que te pasó?
Diosa21: No puedo decírtelo, me apena.
Ojazos52: Bien comprendo. Pero si te sirve de algo, mostrarnos como somos o lo que sentimos no es vergüenza.
Diosa21: ¿Cómo sabes que fue algo personal?
Ojazos52: Intuición masculina.
Olivia se quedó mirando la pantalla, sin saber qué más responder, mientras la frase “mostrarnos como somos o lo que sentimos no es vergüenza” daba vueltas en su cabeza.
—Sí, es cierto… —pensó—, pero ¿qué es lo que siento en realidad por Alejandro? ¿Solo atracción o amor? ¿Y qué es lo que siento por ti, Joel?
En tanto Clarisa…
Hoyuelos95: ¿Cómo te sientes hoy?
Dulce18: Un poco confundida.
Hoyuelos95: A veces el corazón se confunde porque quiere ir más rápido que la cabeza.
Dulce18: ¿Más rápido que la cabeza?
Hoyuelos95: Sí. A veces actuamos impulsados por el corazón más que por la razón. Pero ello no es malo.