Escuela De Ladronas

Capítulo 24: "¿Cómo reconocer al indicado?"

El aire movía las cortinas de un salón en donde, sentadas sobre un sofá con la mirada fija hacia un pizarrón, se encontraban dos jóvenes siguiendo con atención cada palabra que anotaba su maestra de conquista.

—Como ya es de su conocimiento, el tema de hoy es: “Cómo reconocer al indicado” —expresó Pamela, con una sonrisa que mezclaba picardía y sabiduría, mientras posaba su mirada en sus pupilas y hacía sonar el marcador sobre el pizarrón.

Clarisa y Olivia se miraron con complicidad. Desde que supieron del tema, contaron los minutos para recibir los consejos de su sensei, consejos que necesitaban para aclarar su confusión.

—A ver… —pronunció Pamela, dejando el marcador sobre el escritorio—. ¿Quién me dice qué significa el indicado?

El silencio se apoderó del salón. Las chicas bajaron la mirada, tratando de encontrar la respuesta. Luego de algunos segundos, Olivia levantó la mano con su habitual seguridad.

—El que te hace perder la cabeza —respondió, cruzándose de brazos—. Pero que, por alguna razón, siempre termina devolviéndotela.

Clarisa soltó una risa, mientras Pamela asintió divertida.

—Interesante… aunque, si te la devuelve, quizá no era tan indicado, ¿no crees?

Olivia se encogió de hombros. Clarisa suspiró bajito.

—Si fuera tan fácil saberlo…

Pamela, como si las hubiera escuchado, continuó con tono más suave:

—A veces, reconocer al indicado no tiene que ver con mariposas ni grandes gestos. Tiene que ver con calma. Con esa sensación de estar donde debes, incluso cuando no dices nada. Esto no significa que no haya momentos de conflicto o desacuerdo, sino más bien que te sientes segura siendo tu verdadera yo con esa persona.

Olivia bajó la vista. Las palabras de Pamela le cayeron como una pequeña verdad que preferiría ignorar.

"Ser mi verdadera yo con esa persona..."

A la mente de Olivia vinieron algunos momentos compartidos con Alejandro. Momentos donde no usaba ninguna careta. Momentos que, si bien le producían coraje, también le sacaban sonrisas. Sus discusiones no eran graves, solo excusas para poder hablarse… y ella lo sabía.

"Con Joel encuentro calma, pero con Alejandro puedo ser yo misma."

Mientras tanto, Clarisa repasaba mentalmente las sonrisas de Gustavo, las veces que intentó parecer indiferente sin lograrlo, y cómo su corazón parecía no entender de lógica. Pero también pensaba en Hoyuelos95… y la confusión volvía a instalarse.

—Entonces, profe —intervino con timidez—, ¿Cómo se supone que diferenciamos al indicado del que solo es bueno para confundirnos?

Pamela sonrió, cruzando los brazos.

—Ah, esa pregunta vale oro —dijo con dramatismo—. A veces no se diferencia, Clarisa. Se siente. Y se aprende después de equivocarse.

—Cierto —murmuró Olivia, haciendo que ambas la miraran.

—Qué bueno que lo reconozcas, Oli —dijo Pamela con una sonrisa. —Entonces… —agregó con un tono más reflexivo—. Un consejo práctico para reconocer al indicado es el siguiente: escriban una lista con lo que creen necesitar y lo que realmente les hace bien. Comparen ambas y verán que el corazón suele tener mejor criterio que la cabeza.

Olivia y Clarisa comenzaron a escribir. Mientras lo hacían, compartieron una mirada más tranquila. Quizá no tenían todas las respuestas aún… pero por primera vez, no les asustaba la idea de descubrirlas.

Pamela las observó en silencio, con esa satisfacción de quien ve florecer algo que apenas comienza.

—El indicado… probablemente también sea el que te roba el último panecillo y, aun así, logras perdonarlo.

Olivia levantó la cabeza enseguida.

—¿Lo dices por experiencia propia?

—Así es —respondió Pamela sonriendo.

—¿Daniel te robó un panecillo? —preguntó Clarisa.

—Sí, pero también mi corazón… aunque yo también robé el suyo —contestó Pamela con dulzura.

Luego de algunos minutos, Pamela daba por concluida la clase del día.

—No se preocupen, chicas. Todo lo que hablamos hoy quedó grabado para enviárselos a sus personales. Así no habrá excusas del tipo “no escribí los consejos, por eso no supe qué hacer”.

—¡Ah, algo más! —agregó con una sonrisa traviesa—. La lección de hoy no termina aquí. Tiene una parte práctica que deberán llevar a cabo.

—¿Parte práctica? —repitieron ambas al unísono.

—Sí. Necesito que aclaren las confusiones que tengan en su cabeza y en su corazón.

—¿Cómo haremos eso? —preguntó Olivia.

—Pidiéndoles una cita a los chicos que están generando esas confusiones.

Clarisa abrió los ojos, alarmada.

—Eso significa que tengo que pedirle una cita a Gustavo… y a Octavio —susurró, aterrada.

—No sé si pueda hacer eso, Pame.




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