Un año después de aquella ceremonia de graduación, la “Escuela de Ladronas” ya no era solo una idea loca nacida en la sala de un departamento. Ahora tenía su propia app.
Sí, una app.
Diseñada por Daniel (con ayuda de Pamela, por supuesto), la aplicación “Ladronas 2.0” ofrecía tutoriales de coqueteo con dignidad, alertas de red flags, y hasta un detector de “mensajes tibios” que vibraba cada vez que alguien recibía un “jajaja qué linda tú” sin emojis ni signos de puntuación.
Pamela se había convertido en una influencer emocional. Tenía un canal de YouTube donde analizaba chats en vivo (con permiso de los involucrados) y su podcast “Hackea tu Corazón” era tendencia en Spotify. Su frase de cierre ya era conocida por todos:
"Si el amor se cae… reinicia. Pero no te desconectes de ti."
Clarisa y Gustavo seguían juntos. Él le había compuesto una canción que se volvió viral en TikTok, y aunque ella aseguraba que odiaba la fama, tenía una playlist secreta llamada “Mi chico guitarra”. También tenían una regla especial: si uno se enojaba, el otro debía enviar un sticker de perrito triste antes de iniciar cualquier discusión seria.
Olivia y Alejandro… seguían siendo ellos. Discutían por quién tenía más seguidores, se retaban en juegos online y hacían lives donde fingían pelear mientras todos comentaban “¡bésense ya!”.
Spoiler: a veces lo hacían.
Pero solo cuando se caía el Wi-Fi y no había testigos.
Una tarde, Pamela recibió una notificación en su propia app.
Ni siquiera la había programado ella; el sistema la generó solo.
– “Nueva usuaria registrada: modo tímida activado.”
– “Recomendación: iniciar entrenamiento suave.”
Pamela sonrió. Miró a Daniel, que estaba programando una nueva función llamada “Modo Fantasma Elegante” (para dejar de responder sin parecer grosera).
—¿Sabes qué? —dijo ella, cruzándose de brazos con satisfacción—. Creo que necesitamos una nueva generación.
—¿Otra vez? —preguntó Daniel, riendo.
—Siempre hay corazones por conquistar… y autoestima por actualizar.
Mientras hablaban, notaron que la aplicación subía automáticamente a la versión 2.0.1. Y justo entonces, una ventana emergente apareció en la pantalla de todos los usuarios:
Ladronas 2.0 — Notificación del sistema
Actualización completada.
Tu corazón está funcionando correctamente.
Nuevas funciones desbloqueadas:
Sugerencia del sistema:
"Disfruta tu conexión con los demás.
No olvides recargar con risas, cariño y personas que te hagan sentir en casa."
Pamela suspiró, con una sonrisa orgullosa.
—¿Ves? —murmuró—. Ni la app quiere que esto termine.
Daniel la miró como si también hubiera recibido una actualización importante.
La Escuela de Ladronas seguía viva. No como un lugar físico, sino como una red, una comunidad, una revolución emocional llena de emojis, algoritmos y mucho, mucho amor.
Porque, al final… el corazón también necesita mantenimiento.
Y, a veces, solo a veces… un buen reinicio.
FIN
Nota:
Gracias por acompañarme hasta el final de “Escuela de Ladronas”. Esta historia nació como un pequeño experimento lleno de humor, mensajes, notificaciones y corazones torpes y terminó convirtiéndose en un recordatorio de algo sencillo, pero cierto: que incluso en tiempos de Wi-Fi inestable y emociones en modo avión, todos merecemos un amor que haga clic.
Quise escribir una comedia ligera, moderna, donde la tecnología ayuda, complica, confunde y a veces hasta salva el día. Pero, al final, lo que realmente mueve la historia no son las apps, ni los chats, ni los stickers (aunque admito que los stickers son poderosos), sino el valor de abrirse al otro, de sentir bonito, de atreverse a querer aun cuando dé miedo.
Gracias por leer a Clarisa, Olivia, Gustavo y Alejandro mientras se enredaban, se caían, se levantaban y aprendían a decir la verdad, aunque fuera en la peor situación posible.
Gracias por ser parte de esta primera “generación de ladrones y ladronas de corazones”.
Ojalá esta historia te haya sacado una sonrisa, o varias.
Ojalá también te recuerde que el amor no es una aplicación perfecta, pero siempre vale la pena actualizarla y nunca, nunca desinstalarla del todo.
Con mucho cariño.
LirioAbant.