El primer día lo pasé buscando cofres. Esta prueba era sencilla, al menos al inicio. Cuando encontré una suma considerable, 15 puntos, ya se había hecho de noche. Creé una pequeña carpa con cristales y allí me dormí.
Al otro día ya empezaba a aburrirme un poco de tanta soledad, ojalá me encontrara con alguno de mis amigos o algún chico lindo, por qué no. Buscar cofres, abrirlos, sacar el puntaje, guardarlo en mi mochila, ya empezaba a ser una actividad bastante tediosa. Pero bueno, todo sea por ganar una de esas becas, quiero el poder de trabajar en el Concejo de Villanos, tengo buenas ideas, llevaría este país a la gloria, siento que tengo potencial. "Concejal Kiara", me gusta cómo suena.
De pronto escuché voces, ¡sí, al fin gente! Me fui acercando, corriendo las ramas de los árboles y ¿a qué no saben lo que me encontré? ¡Era Flux! Caminando junto a otra chica, uy, se veía herida, hm, era linda, pero no era competencia para mí.
—¡Hola, Flux!— los sorprendí saliendo de entre unos árboles.
—¡Kiara!— exclamó feliz él. Este chico estaba entre mis posibles conquistas, pero todavía quería conocerlo un poco más antes de lanzar todo mi arsenal de seducción sobre él.
—¿Qué tal?— me dijo la chica, presentándose— Soy Katy— y me dio la mano. Se la estreché obviamente, pero ¿acaso acababa de decir Katy? ¿Se trataba de su ex? ¿Flux no había dicho que no quería que le tocara con ella y ahora voluntariamente buscaban cofres juntos? En fin, hombres, supongo que esto confirma mi teoría de que no se les puede pedir algo de lógica.
—Un gusto— le respondí amablemente a Katy— ¿Están buscando cofres?
—Claro— me respondió Flux— ¿Estás sola? ¿Quieres unírtenos?
—Hmm no lo sé— lo miré pensativa— venía bastante bien por mi cuenta, me gusta la soledad.— Mentí, pero bueno, hay que hacerse rogar un poco.
—Dale— insistió él— aunque sea un ratito, buscar en grupo es más divertido— Acepté y sonreí. Noté que Katy me miraba con curiosidad.
—¿Ya se conocían?— nos preguntó, creo que detecté algo de celos en la pregunta, qué divertido.
—Sí— asintió Flux— la conocí limpiando el comedor. ¿Te acuerdas cuando me delataste ante el director?— le preguntó Flux sarcástico.
—"Estos dos tienen una relación un tanto extraña."— pensé.
—¿También estabas castigada?— me preguntó Katy entonces, con curiosidad.
—No, en mis ratos libres me gusta limpiar el comedor— le respondí bromeando, me reí— claro que estaba castigada.
—¿Y por qué?— me preguntó. Me pareció algo preguntona, pero está bien ser curioso a veces.
—Porque trabé con cristales la puerta de la habitación de Roberta, esa asistente de las habitaciones femeninas, es insoportable.
—¡Oh!— se sorprendió Katy, con admiración esta vez— ¿Fuiste tú? ¡Te felicito! También odio a Roberta, cuando está ella no se puede ni ir al baño en paz.
—¡Viste! Y me tiene bronca especialmente a mí— Estúpida Roberta, más de una vez me había obligado a sacar a mis amigos de mi habitación porque había ciertos horarios en los que los hombres estaban prohibidos, bah, qué regla tan estúpida. De pronto noté que Katy tenía algo pequeño en su hombro— ¡Ey!— exclamé— Veo que tienen un gato.
—Es mío, se llama Dizum— me respondió ella.
—Pero pensé que era ilegal tener mascotas.
—Lo es— me respondió ella— Por ahora es un secreto, pero voy a lograr que deje de ser ilegal. No tiene sentido.— Hm, tenía razón, había varias reglas en esta escuela que no tenían sentido.
—¿Sería una pena que alguien te delatara, no? ¿Como hiciste con Flux?— No iba a hacerlo, tengo mejores cosas que hacer, pero mi comentario valió la pena para ver su expresión.
—¿Qué dijiste?— me gritó, esfumando su amabilidad en un instante— Esto no tiene nada que ver con Flux y el comedor, ¡Dizum quedaría en la calle! Quien quiera que delate a Dizum tendrá que vérselas conmigo— sentenció finalmente con tono amenazador. Wow, qué carácter. Aunque no podría tomarlo como una amenaza, viniendo de alguien así de malherido como ella. Me reí, me divertía ver cómo se enojaban los demás. Finalmente le aseguré que no diría nada y ahí se quedó un poco más tranquila.
Caminamos un rato más en silencio, buscando cofres, dividíamos lo que encontrábamos entre los tres.
—Ey Flux— interrumpí de repente el silencio— Me enteré que incendiaste a muchos chicos la otra noche, en la escuela— le dije con admiración— ¡Te felicito!