Lizzie vino corriendo y entró por la puerta principal gritando con una carta en la mano.
- ¡Sarah, Sarah! Tiene tu nombre.
- Pásamela.
Era la carta de admisión a la Escuela Michtong. Por fin sabría si había entrado a esa escuela a la que tanto me había preparado. Pase días enteros preparándome para el examen, recuerdo que George me decía: ve a estudiar que yo ayudó a mamá a limpiar. Es el niño más amable que conozco. Toda mi familia me había ayudado, ya que era una gran oportunidad para mí ir a estudiar a Londres.
Al principio mamá no estaba muy de acuerdo, me quería tener más cerca; yo soy la mayor y quería que la ayude en casa o que trabajará en nuestra pequeña ciudad. A la larga le fue agradando más la idea. Es mi madre, le gustaba verme feliz siguiendo mis sueños; además Lizzie ya había cumplido 12 años el mes pasado era suficientemente grande para ayudarnos un poco más.
- ¿Que dice? Preguntó mamá.
- ¡Lee en voz alta! Dijo Georgie.
Leí el primer párrafo.
- Srta. Collins le informamos que el examen que realizó cumple con la expectativas esperadas para nuestra escuela. Le anunciamos que podrá integrarse este año en nuestra institución.
Los cuatro nos miramos y festejamos al mismo tiempo.
- Sabía que lo harías. Dijo Lizz.
- Estoy tan feliz por ti cariño, tú papá estaría muy orgulloso. Me felicitó.
Papá había muerto en la guerra, lo extrañábamos mucho. George apenas tenía 2 años. Mamá casi no tenía tiempo para llorar, por qué tenía que ocuparse de nosotros y de la casa. Fueron 8 largos meses de Duelo.
- Gracias. De hecho pensé que no entraría.
- ¿Como no?, tu eres muy inteligente. Me elogió George.
Yo no estaba tan Segura. La mañana del examen desayuné con mucha rapidez, saludé a todos y salí. De camino estaba emocionada y segura pero cuando me acerque al edificio donde realizaría el examen los nervios me recorrieron todo el cuerpo. Tome fuerzas y entré al lugar, era grande y gris, nunca había estado en el ministerio de educación porque mis hermanos y yo estudiábamos en casa. Aunque en la últimas semanas alenté a mamá a qué llevará a mis hermanos a él colegio local, para que tengan una mejor oportunidad.
Cuando entré al salón reconocí a algunos chicos y a otros no, pero al que reconocí de inmediato fue a William, mí primo que me saludaba desde el fondo. El es hijo de mi tía Marianne, era lo más cercano un amigo que tenía, crecimos juntos. El no quería ir a Michtong, si no, que a una escuela al sur para estudiar abogacía, como su hermano mayor.
- Hola. Dijo en voz baja.
- Hola. Respondí.
- ¿Estás nerviosa?
- Si, cuando venía, no lo estaba tanto . Y ¿tú?
- No, si no paso puedo trabajar en la ciudad. Igual tú no te preocupes eres lista. Pronto voy a leer “Sarah P. Collins” como autora de muchas historias y libros importantes.
- Lo mismo te digo a ti, futuro abogado más solicitado de Inglaterra.
Sonrío. En ese momento entró en la sala una mujer de aspecto serio y con ropa en colores opacos. Nos saludo y nos dijo que teníamos una hora para hacer la primera evaluación. Eran preguntas cortas pero de temas variados. Matemática, ciencias, geografía, historia y literatura. La supervisora se movía y observaba entre todas las mesas, en un momento se paró detrás de mí. Me bloqueé. De repente los nervios volvieron. Desde chica me pasaba, si alguien me estaba viendo detenidamente mientras yo hacía algo, me ponía nerviosa y lo hacía mal. Era la pregunta 5: ¿Cuál es la capital de Noruega? Lo había estudiado pero no me acordaba la respuesta. Empezaba con la letra O, Os… Osa.. Osi.. ¡Oslo! Sentí un alivio y la supervisora siguió caminando. El segundo examen era más personal. Nombré, edad, familia, ciudad, que quería estudiar, hobbies, etc.
- ¿Que dice después hija?
- El día 3 de septiembre, sé la recogerá en la estación de autobuses de su ciudad a las 7:30 A.M. El cual pasará por Catlin y Spring antes de llegar a Londres. Una vez allí tendrá una semana de orientación antes del siclo escolar. Esta misma se realizara con alumnos de años superiores que le ensañara la institución, los horarios y la forma de trabajar de nuestra escuela.
Esperamos su presencia.
Atentamente Dirigentes del Colegio Michtong.
- Eso es en dos semanas. Dijo algo asombrada Lizzie.
- Te vamos a extrañar mucho. Agregó George.
- Yo también, pero todavía no me voy. Dije
- Exactamente – siguió mamá - ahora vamos a preparar la cena que no se van a ir a la cama sin comer.
Respondieron los dos con un “bueno” y se fueron. Me acerque a mamá y le dije
- ¿Puedo ir a avisarle a William?
- Está bien – dijo sonriendo – pero no tardes mucho que está por oscurecer.
Asentí, agarré mi pequeño bolso y salí. Su casa estaba a 5 calles pasando la plaza. Fui todo el camino pensando en que me mudaría a Londres, no lo podía creer. Iría a esa gran ciudad y a esa gran escuela. Papá estaría muy contento creo que hasta haría una fiesta de felicitaciones, era muy entusiasta, Lizz había heredado eso de su padre. En seguida me puse a pensar en lo mucho que extrañaría a mi familia, jugar a la pelota con Georgie, hacer juegos de palabras y tejer pulseras de hermanas con Lizz, tengo la última atada en el brazo izquierdo es de color amarillo porque es su color favorito y lila por qué es el mío (quizá se convirtieron en nuestros colores favoritos ese día porque eran los únicos colores de hilos que le habían quedado a mamá), extrañaría hacer recetas de budines y pasteles de la abuela con mi madre. No éramos la mejores cocineras, pero debo decir que nos salían bastante bien. Lo que más extrañaría de mi casa sería el árbol de manzanas en el jardín, en mis días libres me sentaba con un pastelito, pan o una fruta y leía hasta que caía el sol, historia, tras historia.
De repente ya había llegado a la casa me mi tía, toque la puerta y me abrió mi prima.
- ¡Sarah!
- Hola Ivy – dije, levantándola en mi brazos. Tenía 4 años todavía era muy liviana.
- ¿Para que viniste? Me dijo con su dulce sonrisa
- Porque.. tengo algo que contarles. Le respondí con un tono juguetón
- ¿Que es?
- Primero, ¿Dónde está Willy? Ella solía decirle así.
- Allá – señaló – en el sillón.
Me acerque con Ivy todavía en brazos, me saludo y yo igual. Sentándose con la pequeña en mi piernas. Tenía un cuaderno y un lápiz.
- ¿Que estas haciendo?
- Una sopa de letras… Sary.
No me gustaba me digan así, sonaba raro, luego recordé que a él tampoco le gustaba que lo llamara Willy, a la única que se lo toleraba era a su hermana. Sonreí
- Okay estamos a mano. Dije.
- No puede ser tan difícil, no encuentro la última palabra.
Mire el papel, tenía todas marcadas menos “sistema”. Ojeé la sopa y la encontré. Estaba escrita de abajo a arriba.
- Acá – señalé con el dedo – a la derecha.
- Wow, eso fue rápido, Gracias.
La marcó y me miró
- ¿Qué es lo que nos tenías que contar?
- Bueno..
Ivy dejo de jugar con su muñeco me prestó atención.
- ¡Entre a Michtong!
William abrió los ojos como platos y me abrazó, mi prima sin saber mucho por qué festejamos también me abrazó.
- ¡Eso es genial! Te dije que eras inteligente. Dijo
- ¿Que es Michtong? Preguntó Ivy
- Es una escuela increíble a la que voy poder ir a estudiar.
- Ah, ¿Ahí te van a preparar para ser escritora?
- Algo así. Contesté con una sonrisa
En ese momento baja mi tía del segundo piso.
- Hola hermosa ¿Qué estás haciendo aquí tan tarde?
- Hola, les vine a contar que entré al colegio Michtong
- Ven aquí
Dijo con una cara de orgullo y me abrazó.
- Así que ¿Cuando te vas? Preguntó William
- El jueves 3 de septiembre.
- Vamos a estar ahí para despedirte. Dijo mi tía Mary
- Gracias, ¿tu carta no llegó? Me dirigí a William
- No, todavía.
- Ya va llegar, es más largo el trayecto. Animé
Ivy se levantó y le dijo a su mamá que tenía hambre, yo miré a la ventana y el sol ya casi se ocultaba.
- Perdón, pero es tarde me tengo que ir
- Si cariño ve, para que tú mamá no se preocupe. Mándale saludos. Dijo mi tía.
- Adiós, no te vayas a perder. Dijo William
Puse los ojos en blanco. Ivy se limito a saludar con la mano y sonreír, yo hice lo mismo.
Cerré la puerta y empecé a caminar. Mi pequeña ciudad en desarrollo se veía hermosa de noche, los locales y tiendas con sus luces brillantes, en la plaza la fuente reflejaba la luna, los vendedores ambulantes preparaban todo para irse a casa, las flores al lado de sendero tenían un aroma espectacular. Me gustaba la tranquilidad que se manejaba allí, no estaba tan desolado como para que te sientas sola, pero tampoco había tanta gente como para que te abrumes, supuse que extrañaría eso. Pase por el restaurante al que siempre íbamos con mi familia, sé olía hasta la otra calle su deliciosa comida. La camarera, Sonia, ya nos conocía y sabía que íbamos a pedir.
De repente interrumpe mis pensamientos un golpe, me tambaleó y siento dos manos que me sostienen. Era un chico de mi edad, con cabello negro intenso y unos ojos verde esmeralda, con piel algo pálida y más alto que yo.
- Perdón, yo era el que venía leyendo. Admite
- No pasa nada yo también estaba distraída - Respondí
Levanté su libro “Poemas y Poesías de campo por Flynn Roy”. Ese le encantaba a papá. - Tengo el mismo en casa. Dije devolviéndole el libro.
- Es mi favorito. Respondió
- Nunca te vi por aquí.
- Ah, si es por qué estoy de paso. Me llamo Scott por cierto.
- Yo Sarah.
Recordé que había un hostal por aquí cerca. Había algo en su mirada que era hipnotizante, sus ojos brillaban y su sonrisa era tierna. Nos dimos cuenta que estuvimos por 5 segundos así en silencio. Me ruborice.
- Me tengo que ir. Dijimos en sintonía.
Sonreímos y el dijo adiós, contesté con lo mismo. Ni bien seguí caminando noté que estaba tensa y sentí el calor por mis mejillas. Me convencí a mi misma de que no había sido para tanto.
Cuando llegué a casa, ayude a limpiar, a preparar la mesa y luego a volver a limpiar. Ni bien pude entrar a mi habitación empecé a escribir lo que me había sucedido en el día. Amaba escribir y a veces solo contaba lo que me había pasado. Puse por escrito la noticia, los recuerdos y el extraño encuentro con Scott.