Escuela Michtong

Capitulo 2

- ¡Sarah, apúrate! Me grito mamá desde abajo. 
Me estaba terminando de preparar para salir a mi fiesta de despedida/felicitaciones. Lizz propuso la idea, era de esperarse. 
Faltaba una semana para irme, no sabía que sentir. A veces era emoción y otras nervios. 
- ¡Voy! Grite abriendo la puerta de mi cuarto. 
Antes, me mire por última vez a la espejo. Me había puesto un vestido de color violeta oscuro de mangas cortas con un cinturón fino y negro alrededor de mi cintura, era entallado arriba y un poco suelto abajo. Zapatos de tacón bajos y el pelo atado con una pequeñas hebillas. 
Baje las escaleras, ya estaban todos listos. 
- Te ves ya grande hija. Dijo mi madre. 
- Ay mamá, no es para tanto - Respondí -los que no paran de crecer son ustedes dos. Dije dirigiéndome a mis hermanos. 
Era cierto, parecía ayer que Georgie era un bebé y Lizzie una niña. 
Recuerdos sus primeras palabras, el pequeño dijo “mamá”, era el mimado. Lizz, en cambio, dijo “Sarah” era mi primera hermana y estaba muy entusiasmada, pasaba todo el tiempo con ella.  
- Vamos chicos. Ordenó mamá. 
De camino me concentre en mirar por la ventana. La cena sería en la casa de mi abuelos por parte de mi padre, allí se celebraban todas las fiestas familiares. Ellos vivían en un pueblo llamado Tylo's y tenían una granja. Iba muchas veces de niña.  
Cuando llegué seguía siendo la misma casa de campo antes, grande y con madera vieja, a un lado el establo y más allá el corral de las ovejas.  
- ¡Hola, ¿Como está la niña de la abuela?! Dijo con su tierna voz. La primera en saludarme fue ella. 
- Hola, abu. Estoy bien y ¿ustedes? 
- Increíble, Felicitaciones 
- Tu papá siempre nos dijo que harías algo no muy importante algún día. Dijo el abuelo, acercándose. 
- Entonces tengo que confiar en él. Respondí. 
- Samantha, hace tanto que no nos veíamos. Habló la abuela, dirigiéndose a mamá. 
Los dejé para que sigan su conversación y fui a saludar a los demás. Estaban mi tía Marianne, su esposo Richard y mi tío Thomas, hermano de mi papá. Su esposa lo había abandonado a él y a sus hijos. No me quisieron contar eso hasta que fui mayor. Me felicitaron y me desearon buena suerte, yo los saludé rápidamente, luego me dirigí al salón donde estaban mis primos. 
- Ahí llegó la estudiante de Michtong. Dijo William al verme, señalándome con las manos.  
- Al menos un “hola” ¿No?. Respondí a su comentario. 
- Te estaba haciendo una entrada. 
Sonreí. George ya estaba jugando con Ivy, en frente de la mesa ratona Lizz y Emily, la hija menor de mi tío Thomas, hablaban y en el sillón estaban William, Jordán, mí primo mayor, y un chico que desconocía. Saludé a todos rápidamente y me presenté al extraño 
- Hola, soy Sarah. 
- Si lo sé, hola, soy Adam. Amigó de Jordán. Dice 
- Lo traje aquí, Sara ¿Te molesta?. Habla mi primo mayor dirigiéndose a mi. 
- No, para nada, mucho gusto. 
Acerqué uno de los sillones y me senté melancólica. Extrañaba mucho la casa, especialmente, el salón. Frente la chimenea nos sentamos a hablar con mi papá y mis abuelos. Mi padre me contaba anécdotas de cuando era niño. 
- Te gusta esta granja ¿O no? Me dice William. 
- ¿Cómo no te puede gustar? Pasé muchos momentos en familia aquí. 
- Si como cuándo…  Sé ríe. 
- Ten mucho cuidado con lo que vas a contar. Le dije con una cara de advertencia. 
- Si, si tú tranquila – respondió – okey, estábamos invitados a un pícnic en familia. Éramos muy pequeños. Después de la comida, Sarah se levantó y salió corriendo hacia el pastizal, yo la seguí, de repente desaparece. Ya no la vi más, por supuesto los adultos se dieron cuenta y empezaron a buscarla por todas partes gritando su nombre. No aparecías así  que nos empezamos a preocupar, mi tía Samantha estaba muy angustiada. Sé hizo de noche y de un momento a otro se empieza a mover el pasto, mí padre pensando que era un animal, nos protege y sale Sarah frotándose los ojos, con un muñeco en la mano y diciendo “¿Ya nos vamos?”.  
- ¿Es en serio? ¿Y dónde estabas? Preguntó curioso Adam 
- No recuerdo bién, pero creo que me había dormido en el campo de flores más atrás. Me levanté, no vi a nadie y salí, en ese momento no me di cuenta que me estaban buscando. Expliqué. 
- Recuerdo - dice Jordán -  Todos estábamos muy asustados y de la nada apareciste tan tranquila. 
- Parece que eres distraída. Dice Adam 
- Si, mí mamá es muy nerviosa no me imagino como habrá pasado esas 3 horas que desaparecí. Respondí. 
Seguimos hablando y después fuimos a comer. Fue una cena llena de recuerdos y felicitaciones, todos estaban felices, excepto William se veía algo extraño y serio. Me pregunté si era por qué no había llegada la carta de aceptación o si tal vez había pasado algo que desconocía. Al final de la cena lo aparté y le pregunté, respondió con un “Estoy bien, no te preocupes” intente no hacerlo. 
Volvimos a casa y me percaté que solo quedaba una semana para irme. A la mañana siguiente me tocó limpiar la sala. Había unos cuadros en el viejo mueble de madera, en una  foto estábamos mi papá, mi mamá y yo, era de la primavera de 1909, tenía 4 años recién cumplidos. Me acordé de ese año, los días de campo que hacíamos. Papá se sentaba a leernos historias de sus libros y nosotras prestábamos atención. Heredé de él gusto por la lectura, fue mi papá quién me enseñó a leer, así como lo había echó con mamá hace años. De esa forma de conocieron, mí madre se encontró con mi padre que casualmente estaba leyendo un libro, en la conversación ella le confesó que no sabía leer, Jaime, como le decía mi mamá a papá, sé ofreció enseñarle. Amo su historia.  
Extrañaría mucho está casa y mi familia, es totalmente entendible pero fuera de eso no me sentía nerviosa y eso extraño viniendo de mi parte. 
Mi madre me llamó desde  la cocina para pedirme ayuda con el almuerzo. Entré a la habitación y me puse a pelar las papas mientras ella estaba preparando el pescado.  
- Hija, prométeme que te vas a cuidar y vas a intentar hacer amigos. No quiero que estés sola. Dijo de repente. 
- Ay, si mamá, no te preocupes por eso. Lo tengo como meta. Respondí sonriendo. 
- Está bien, y vas a mandar cartas describiendo como es el lugar. Continúo. 
- ¿Curiosidad? 
- Si – me mira – no crees que se ve bonita por fuera cuando la ves en fotografías.  
- Si y algo grande. 
No dice nada pero continua mirándome y me abraza. 
- Es que estás tan grande y sé que vas a conseguir todo lo que te propongas. Me alienta. 
- Gracias mamá, te quiero. 
- Yo también hija, mucho. 

 



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En el texto hay: romance juvenil y amistad

Editado: 07.09.2020

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