—Mamá algo se mueve ahí fuera.
La pequeña daba pequeños tirones a la basta del pantalón de su madre, sin lograr que esta le prestara atención.
Su madre estaba más preocupada de la conversación que tenía con la persona a su lado, que de su pequeña que miraba preocupada la puerta principal de donde se encontraban.
La reunión era aparentemente normal.
—Papá, eso de ahí fuera está mirando hacia aquí.
La preocupación de la pequeña iba en aumento, aquella cosa se estaba acercando no solo a su casa sino también a ella.
El padre de la niña que ignoraba todo a su alrededor no ponía atención a los quejidos de su pequeña, en ese momento de lo único que se dio cuenta fue de que hacia un poco más de frío que el habitual en esa época del año.
Cuando la reunión se había terminado y dejaron todo limpio decidieron que era ya muy tarde.
Cerraron la puerta principal y se aseguraron de que todo estaba en orden según pudieron comprobar.
Decidieron dormirse.
El padre había olvidado por completo que hacía un frío peculiar y la madre había olvidado preguntar por qué su pequeña tenía sus pequeños ojos tan rojos.
Y ambos olvidaron que la puerta de atrás estaba entreabierta.
Y nadie en la casa sabía que muy pronto tendrían el terror servido para su pequeña. Sin que ellos pudieran hacer nada para evitarlo.