—Qué no mire que, mi pequeña.
La niña miro a su espalda para encontrarse con la sala totalmente vacía.
¿Dónde se había metido su madre?
—Pero...pero..
—Tranquila, mi pequeña.
Dijo el padre palmeando suavemente la pequeña espalda de la infante.
La pequeña ipaba sin control.
El padre solo se limitó a secar las lágrimas y limpiar las mucosas que salían de la nariz de la pequeña.
—¿Qué te ocurre?
—Vi a Mami y a una cosa.
El padre no estaba seguro de lo que hablaba y no lo entendía.
Fruncio levemente la cejas y suspiro pesadamente.
—¿Qué te parece si olvidamos todo esto y salimos a comer?
La pequeña le miro confundida pero al ver la enorme sonrisa de su padre ella también sonrió.
—Mamá nos alcanzara allí,¿vale?
La pequeña se limpio las mucosas con la manga de su pijama y asintió frenéticamente.
Su padre se relajó por el momento pero estaba preocupado de que alguien pudiera hacerle daño a su pequeña.
Decido que al día siguiente llamaría a una empresa de seguridad e instalarían una alarma y les pediría que colocarán cámaras.
La pequeña se sintió más segura al menos mientras estaba con su padre sabia que nadie se acercaría a ella y eso le hizo sonreír.
Luego de que los sujetos encargados terminaran de instalar todos los equipos la niña sonrió confiada.
Su padre había hecho todo lo posible por protegerla y eso le alegraba en cantidad.
Además en esos días de desesperante espera no había vuelto a escuchar, ni ver nada de esa cosa.
Su madre estaba bien y solo pudo sonreír lo que la boca llena de patatas le permito, cuando la vio cruzar el lumbral del restaurante.
Sí, ahora ya no tendría por que preocuparse.
Loa días, semanas, meses he incluso años. Fueron pasando sin que volviera a ver aquella cosa.
He incluso la mente de la niña que ahora era ya una joven se había permitido borrar esos terribles recuerdos de cuando era niña.
Todo iba de maravilla, hasta ese día infernal. Aquel en el que sus Padres se marchaban de viaje.
Eso no le hizo gracia por alguna razón, ya no tenía miedo, pero no estaba demás decir que si le incomodaba la quietud y el silencio.
Se vería obligada a llamar a su amiga Jennifer para que se quedara a dormir con ella.
Si bien no le pareció adecuado que una joven de su edad siguiera temiéndole a cosas tan infantiles, en esos momentos le importo un bledo y siguió adelante con su plan.
Aquella noche ella no dormiría sola y vaya que tenia razón.