Ese beso en Paris

18|| Steinfeld

WENDY

Nunca pensé que algo así podía sucederme a mi. Bueno, en realidad a mi no me sucedió nada, pero si estoy implicada en algo o mejor dicho con alguien.
Estos últimos dos años de mi vida creí que todo iba en caída, que mi vida ya no tenía un rumbo fijo. Me sentía perdida, con miedo, sola, abandonada y ante todo culpable. He pasado estos últimos dos años bajo terapia. Me gustaría decir que fue por un simple rompimiento de pareja, nada que una adolescente de diecinueve años no pudiese superar. Está claro que una relación de tan larga duración no se supera así como si nada, pero esto había sido más que una ruptura como cualquier otra, no todo era blanco y negro, aquí habían demasiados grises y puedo llegar a decir que en un momento juré perdonar todo aquello que estaba sucediendo, estaba ciega ante tal situación.

En fin, ese sufrimiento aún no se desvaneció en su totalidad, pero sí puedo decir que disminuyó, gracias a la terapia, a mi familia y a mis amigos y amigas —no eran demasiados, pero fueron los suficientes para hacerme saber que tenía a alguien en quien podía apoyarme para no terminar de derrumbarme—

Hace un año y medio que no he sabido nada de Nate. Sé que unas semanas antes he recibido dos o tres mensajes de texto demasiados sospechosos que me hicieron creer —y hasta ahora sigo creyéndolo— que fueron de él, pero como los mensajes han parado, creí que tan solo había sido una broma de mal gusto y con demasiada coincidencia.
Hace un año y medio que perdí todo tipo de contacto tanto con él como con su familia.

Hasta el día de hoy.

Hace dos años atrás

—¿Crees que este me queda mejor que él anterior?—me miro frente al espejo por tercera vez y me doy vuelta hacia donde Nate está sentado para que pueda verme mejor

—Si, como sea—responde sin levantar la vista de su celular

—Pensándolo bien creo que me quedaré con el anterior, este me hace las piernas muy gordas

—¿Solo las piernas?—deja su celular a un lado y me observa con cara de asco, desprecio y repugnancia, como si tuviese frente a él a un bicho raro y no a su novia.—Has estado frente a ese espejo toda la tarde y no pudiste notar la gordura de las piernas, los brazos, el estómago—comienza a enumerar con sus dedos

—Está bien, ya entendí.—lo detengo—No es necesario seguir denigrándome de esa manera—una lágrima está a punto de bajar por mi mejilla pero la retengo con mi dedo pulgar antes de que Nate pueda verla y arme una escena por ser una llorona.

—Pero cariño... no te estoy denigrando. Tan solo estoy diciéndote la verdad. Tú sabes que yo te quiero tal y como eres, es solo que los demás hablarían de ti y luego hablarían de mi, y no sería la primera vez que sucede

—¿De que estás hablando?—pregunto aún parada frente a él—¿quienes hablan de nosotros?

—No es nada importante

—No, has dicho que no sería la primera vez que hablan de ti y de mi, creo que sí tiene importancia.

—Fue hace unas semanas atrás, en el cumpleaños de Henry—hago un movimiento de cabeza incitándolo a que continúe hablando.—tú habías ido con un vestido muy parecido a ese que llevas puesto—es un poco ajustado en la parte del pecho y suelto en lo que sería la falda. Amo este vestido porque hace resaltar mis senos y mi trasero, no tengo un cuerpo de modelo pero al parecer Nate acaba de confirmármelo—Henry hizo una lista de "novias y novios que no encajan", tu sabes como son los chicos, siempre están haciendo chistes y bromas.

—Ve al grano Nate—la vergüenza y el enojo están comenzando a brotar dentro de mi

—Pues nada Wendy, en la lista todos debían votar quienes no deberían estar juntos según su estado físico, y bueno pues mírate a ti y mírame a mi, era obvio que ambos íbamos a estar en esa lista.—no es una novedad que él tiene un cuerpo espectacular, tanto sus bíceps como sus pectorales. Mientras que yo no tengo, vuelvo a repetir, un cuerpo de modelo, pero tampoco es que considere que mi cuerpo es asqueroso tal y como no deja de recalcarlo Nate

—¿Estás diciendo que tú y tus amigos se han estado burlando de mi a mis espaldas y tú no me has dicho ni hecho nada?

—En realidad fueron todos en la fiesta no solo Henry y los chicos, pero ya te he dicho, fue tan solo un chiste, ¡mierda! no comiences a enloquecerte, ni si siquiera sé para que te lo he contado—Rueda los ojos y sus manos comienzan a cerrarse y abrirse en un puño. Esa es la señal que su cuerpo me transmite para que entienda que debo callarme y darle la razón. De lo contrario esto no terminará para nada bien, pero estoy harta de él y de sus amigos, de su comportamiento, de sus comentarios, estoy harta de todo lo que esté relacionado con él.—¿no dirás nada?—pregunta enfadado

—¿Cambiaría en algo?

—¿Cómo dices?

—Si te digo lo que opino, reaccionarás de mala manera, si no opino, también reaccionaras de mala manera. La verdad es que a veces no te entiendo—comienzo a quitarme el vestido y rebusco mi pijama entre el montón de ropa qué hay sobre mi cama

—¿Qué estás haciendo? En dos horas debemos estar listos, Robby y Sam vendrán con nosotros

—No iré—digo casi arrepintiéndome de haber dicho esas dos palabras

—¿Cómo que no irás? Hazme el favor de ponerte ese vestido, no quiero llegar tarde al casamiento por tu culpa

—He dicho—hago una pausa—que no iré

—Y yo he dicho que si irás—se acerca hacia mi y al ser unos cuantos centímetros más alto que yo me observa desde arriba con ojos desafiantes. —ponte ese maldito vestido—lo toma de arriba de la cama y lo presiona con fuerza sobre mi pecho—y no quiero oírte quejar, no dejaré que tus caprichos me hagan ver mal frente a mis amigos y familia solo por un comentario de mierda. Siempre lo mismo contigo.

—No puedes obligarme a ir—susurro casi entre sollozos. Hago el mayor intento de retener las lagrimas, lo último que quiero es comenzar a llorar, porque una vez que empiece, no pararé




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