Ese beso en Paris

28|| Llegada

CHASE

—De verdad que no puedo creer lo irresponsable que eres a veces, tenías una sola tarea—la voz de Alfred es lo único que se oye en la entrada del edificio—debes dejar de pensar solo en ti por un momento y recordar que a tu alrededor hay más personas, he tenido...

—Está bien ya he comprendido—Ruedo los ojos y enfurecido camino hacia la pequeña sala que hay detrás de recepción para colocarme mi uniforme—Ya te puedes ir, no es necesario que sigas aquí despotricando

—¿Encima tienes la decencia de enfadarte?

—¿Sabes una cosa? Admiro a Stacy como es que aguanta tus constantes reproches? A mi, en tan solo cinco minutos que llevo aquí tu voz me ha causado dolor de cabeza—abrocho los horribles zapatos, formó una bolsa con la ropa que me acabo de quitar y la lanzó en uno de los estantes del locker—en serio, ya puedes irte.

Alfred camina hacia la puerta en dirección a su auto sin despedirse y hablando por lo bajo—seguramente quejándose de mi—. No le doy importancia, no es la primera vez que discutimos, seguramente mañana por la mañana todo habrá quedado en el olvido, sus despotriques volverán en unos pocos días cuando vuelva a meter la pata en otra cosa y una vez más volveremos a discutir y volveremos a reconciliarnos, a decir verdad ahora que lo pienso se ha vuelto una rutina.

Tomo asiento en la silla giratoria y me dispongo a enviarle un menaje a Alex, en estos momentos es cuando mejor me viene beberme una cerveza en compañía

—Oye Alex, ¿tienes planes para hoy? ¿Que te parece si al terminar mi turno nos vamos a "Tony's" y bebemos unas cuantas cervezas? De verdad que lo necesito, avísame antes de las diez—doy por finalizado el menaje de voz y me sobresalto sobre mi asiento en cuanto noto que un par de ojos me observan detenidamente a escasos centímetros de mi

—¿Que haces aquí?—es lo primero que mis labios son capaces de modular

—Buenas tardes para ti también

—¿Que haces aquí Brittany?—vuelvo a preguntar

—¿Acaso ahora debo darte explicaciones de lo que hago y a donde voy?

—Sabes a lo que me refiero

—No he venido por ti, si eso es lo que insinúas. No eres la única persona que vive en este edificio—un largo silencio incómodo se apodera entre nosotros. Me dedico a observarla y como siempre va extravagantemente vestida con una falda negra brillante sumamente corta y una blusa color amarillo que deja al descubierto su ombligo. Desde que la conozco ella siempre ha sido mucho más... exigente en cuanto a cómo vestirse, a decir verdad la mayoría de las mujeres son así, en cambio los hombres son demasiado sencillos.

<<Tony's era nuestro sitio preferido—la pelirroja rompe el silencio—tengo varios recuerdos allí... más precisamente en el baño ...—una sonrisa comienza a brotar de su rostro, una sonrisa un tanto pícara un tanto maliciosa.—si sabes a lo que me refiero...—por mi parte tan solo me dedico a oírla—a veces creo que has sido un tanto idiota por haber terminado lo nuestro, si tan solo hubiésemos...

—¿Brittany, a que has venido?—la interrumpo. Ella rueda los ojos y acomoda su largo cabello detrás de las orejas

—¿Está tu abuela?—la miro confundido, ¿por qué querría venir a hablar con mi abuela? A decir verdad ninguna de las dos se agradaban. Según la abuela Brittany era—es—muy egocéntrica y egoísta, gasta demasiado tiempo pensando en ella y en sus problemas como para pensar en los demás, mientras que Brittany opina que mi abuela es demasiado entrometida, siempre andaba deambulando alrededor de nosotros con cara de desprecio.

—¿Entonces?—vuelve a repetir ella

—Si, ha venido hace un rato. ¿Por qué necesitas hablar con ella?—insisto

—Mi madre le ha encargado una torta de chocolate—rueda los ojos y se dirige en dirección al ascensor moviendo frenéticamente sus caderas de lado a lado.

Movimiento que hace a propósito para provocarme.

WENDY

—Mamá debes estar bromeando—pongo el celular en altavoz y lo coloco sobre mi cama para poder seguir ordenando mi habitación—o al menos hacer el intento, hace mas de media hora que comencé y no he progresado nada—

—Cariño, sabes que no te lo estaría pidiendo si no fuese importante

—¿Pero que hay de la tía Jenna? ¿No puede ir con ella?

—Sabes como es ella con su casa, prefiere que nada ni nadie entre a ese lugar, es como si fuese un santuario—me estremezco al recordar el interior de su casa: una pequeña casita de paredes amarillas llena de animales disecados, con olor a sahumerios y velas. Una casa ubicada en medio del bosque rodeada de setos de mármol y flores silvestres marchitas.

—Serán solo tres días, lo prometo.

—Está bien—acepto no muy conforme. De fondo logro escuchar los gritos de felicidad de Emily

—Debo colgar cariño, pero te enviaré por mensaje de texto cuando y a que hora saldrá el vuelo.—hace una pausa—sé que este es tu viaje y cuánto tiempo lo has programado, pero en el camino siempre hay tropiezos y cambio de planes. Te prometo que serán tan solo tres días. Te quiero mucho Wenn

—Yo también mamá—y finalizo la llamada

Acaba de suceder algo que suponía que iba a suceder en algún momento de mi viaje.

Desde... ese día, todo ha cambiado, la casa ya no es tan ordenada y pulcra a como lo era hace unos años atrás. El itinerario que está pegado en la heladera se modifica unas dos o tres veces a la semana. Mamá ha ocupado un lugar en la familia que nunca creyó ocupar tan temprano, y por mi parte pasé de ser hija y hermana a ser hija, hermana, niñera y ama de casa.

El trabajo de mamá jamás lo he comprendido, se que trabaja en una oficina resolviendo los problemas de la gente, a veces está más de doce horas allí dentro, como hay veces que no asiste en uno o dos días. Mientras yo estaba en Portland ese no era un problema, quien cuidaba de Emily eran los abuelos o yo. Pero ahora que estoy aquí las cosas se han complicado un poco, mamá ha tenido que modificar su agenda para que mi hermana no quede sola durante algunas noches y prácticamente todo el día. Dicha situación era el mayor problema y obstáculo que tenía mi viaje, pero mamá me prometió y aseguró que podrían arreglárselas ellas solas, que no debería preocuparme—algo que hago muy a menudo—que hiciera mi viaje y que todo saldría bien.
Pero hoy, tres semanas y media después de haberme ido sucedió lo que suponía que iba a suceder.




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