Ese beso en Paris

45|| Unidos

WENDY


 

Ya estaba a punto de cerrar la puerta de mi departamento luego de que Chase se despidiera de mi con más de un beso en mis labios, otro en mi mejilla y otro en mi frente cuando veo que retrocede por el pasillo y detiene la puerta impidiéndome cerrarla


 

—Lo había olvidado... quería... pedirte un favor... —Dice colocándose frente a mi. Por un momento creí que iba a hacer alguna broma o que volvería a darme otro beso en alguna otra parte de mi cuerpo (ya lo había hecho en otras situaciones) pero cuando su rostro se tiñó de preocupación y nerviosismo supe que iba a decir algo importante —mañana a las tres de la tarde... mi abuela debe ir al médico a realizarse unos estudios y... cómo sabrás a esa hora tengo entrenamiento y Alfred debe trabajar, por lo que... a los dos se nos dificulta poder ir con ella—hace una pausa. —Odio tener que hacer esto pero... ¿es mucha molestia si te pregunto si puedes acompañarla? Serán dos o tres estudios por lo que demorará una o dos horas, se que quizás tengas alguna otra cosa más importante que hacer y sino quieres...


 

—Con gusto la acompañaré—lo interrumpí. Nunca lo había visto tan nervioso y vulnerable frente a alguien, mucho menos frente a mi.


 

-¿En serio? —preguntó sorprendido.


 

—¿Por qué te sorprendes? Tú me has ayudado un montón desde que he llegado y tu abuela ha sido una grandiosa vecina en más de una oportunidad haciéndome sentir más a gusto en el edificio. No solo siento aprecio por ti sino también por ella. —hago una pausa, esta vez soy yo quien se pone un poco nerviosa ante tal confesión.


 

—¿Así que sientes aprecio por mi?—pregunta dejando de lado el tema anterior.


 

Ruborizada ignoro su pregunta y continúo hablando —Dile que dos y media la esperaré en recepción.


 

—Muchas gracias Wendy, en serio no sabes cuánto te lo agradezco. —me ofrece una media sonrisa, se inclina hacia mi para depositar un beso en mis labios


 

—Ya podrás agradecérmelo luego—digo sin separar mis labios de los de él


 

—¿Tienes algo en mente?—enarca una ceja


 

—Puede que varias...—Rio enredando mis dedos en su alborotado cabello y me alejo rápidamente de él viendo cómo su rostro se ilumina de alegría ante mi respuesta pero al mismo tiempo se desilusiona al notar que ese "luego" no será ahora, sino hasta la próxima vez que nos volvamos a ver—Adiós Chase...—hago el intento de cerrar la puerta pero me lo impide


 

—¿Acaso me dejarás así? ¿Me insinúas cosas no apta para menores y te deshaces de mi?—giro mi vista hacia su entrepierna y algo me dice que acabo de excitarlo


 

—Nunca he dicho que sería algo no apto para menores —me encojo de hombros riendo, vuelvo a depositar un beso en sus labios esta vez más lento y con más pasión y finalmente cierro la puerta en sus narices dejándolo con ganas de más.


 


 

Definitivamente será algo no apto para menores...


 

——


 

—Buenas tardes señora Morrison... es decir Mary—automáticamente me retracto al ver cómo Mary me regaña con la mirada por no haberla llamado por su nombre desde un principio—Lo siento no puedo acostumbrarme—rio. Baja del ascensor y me da un pequeño abrazo.


 

—No te preocupes los amigos de Chase suelen llamarme así también, creen que es porque mi cara intimida —se encoge de hombros. ¿Que ella intimida? ¿Acaso no han visto a esta señora?Destila amabilidad por donde se la mire. Es de esas personas que por más que quieras odiaras no podrás hacerlo, te regalan una de esas sonrisas y todo dentro de ti se ablanda y te hace querer correr a sus brazos y que te envuelva en un enorme y cálido abrazo.


 

—¿Estas lista?—pregunto y ella asiente—por cierto... está muy coqueta hoy—la observo de arriba a abajo analizando su vestimenta y lleva una blusa color salmón, con unos pantalones sueltos de una tela fina color blanco que no logro identificar, que combinan con sus zapatos dorados. Estos le proporcionan unos dos o tres centímetros más de altura, aún así sigue siendo más bajita que yo. Luego un largo collar de perlas adorna su cuello que combina con sus aretes también de perlas. Sin mencionar el rico aroma dulce de su perfume, quizás a cítricos no logro descifrarlo muy bien, que invadió mis fosas nasales al estrecharme en sus brazos.


 

—Nunca sabes con quien puedes encontrarte en la calle—me ofrece una mirada pícara y traviesa, la misma que su nieto me dedica la mayor parte del tiempo. —Está claro que una se pone coqueta para si misma, pero  no es un delito querer sentirse coqueta también para los demás


 

—Tiene toda la razón. Mi abuela suele decir que debemos salir a la calle como si nos fuésemos a encontrar al amor de nuestras vidas a la vuelta de la esquina —río y ella me imita.


 

El hospital queda a unas pocas cuadras del edificio por lo que decidimos llegar a él caminando. Hace un día precioso, con apenas una brisa que revolotea nuestros cabellos pero que aún así nos permite disfrutar del calor del sol.


 

Durante los quince minutos de trayecto Mary me ha contado lo atareada que ha estado estos últimos días preparando galletas dulces, varias tartas saladas y tartas dulces. Le he dicho que quizá estos días le encargaría una tarta de zanahoria, ya que según Chase es su preferida y la que mejor cocina.

Por mi parte, le he contado que estuve recorriendo parte del pueblo y conociéndolo un poco más (obviando la parte que entré a un sex shop, que compré un consolador y que ya lo estrené con su nieto) automáticamente mis mejillas se encienden al recordar el momento, intento quitar esas imágenes de mi cabeza y seguir concentrada en la conversación pero es bastante difícil.




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