Ese fueguito interno

El que se ilusiona pierde

Soledad no es no estar con nadie.

Es estar con vos

Y querer quedarte.

Cinwololo

 

El celular sonaba insistentemente en algún lado. Nati se dio media vuelta en la cama desorientada, manoteando como ahogada en dirección al lugar de donde venía el sonido del aparato hace rato silenciado. Esos mensajes sonoros podían ser de unas poquísimas personas. Cuando logró ubicar el celular debajo de la sábana enredada en su pierna, enfocó sus ojos: diez mensajes, todos iguales “PERMISO PARA MATE DE TILO” así, en mayúscula, sin un saludo previo, con apenas unos segundos de diferencia, era Samy. Nati abrió mucho los ojos, de pronto se le fue la modorra que sentía minutos atrás. No lo dudó, tecleó rápido “Dale, te espero” sabía lo que eso significaba así que saltó de la cama, miró el reloj: doce del mediodía del domingo. Se puso la remera gastada de Good Charlotte de su adolescencia que encontró en el piso de la habitación, el short y salió trotando a la cocina a poner la pava.

            A los 15 minutos sonó el timbre, al abrir se encontró con su multi tatuada amiga. Se la quedó mirando. Los pelos lacios y pelirrojos a fuerza de tintura estaban despeinados como nido de carancho: mechones en varias direcciones y nudos aquí y allá. Su mirada de ojos verdes, antes tierna y traviesa, ahora estaba perdida como la de la mismísima Dory, eran una réplica trucha de un antifaz de los ojos de Nemo, sus contornos hinchados, rojos, rodeados por una capa de rímel y delineador que no sabía bien de dónde provenía, con las pestañas unificadas a fuerza de sal y material sintético. Había material arriba y debajo de los ojos, parecía petróleo lo que se escurría de sus lagrimales, lo daba un aspecto de oso panda del terror. Sin perder tiempo Nati empezó su cuestionario:

- ¿De dónde venís Samy?

- De casa- respondió ésta sorbiendo por la nariz.

- ¿Saliste ayer? – siguió.

- No.- se limitó a decir en tono lastimero la pelirroja que estaba comenzando a sentir picor en los ojos otra vez.

- ¿Estuviste con alguien en tu casa? -Nati no le daba respiro.

- No, estuve sola todo el día, no sé si eso es bueno o malo. -Samy empezó a llorozar- me congelaron otra vez, Nati, me lo veía venir, pero ¡¿otra vez?!- se largó a llorar sin remedio en el umbral de la puerta, su amiga respiró aliviada, al menos físicamente estaba bien.

- Sabés que me parecía, ¿no? -Le dijo tomándola del mentón- te notaba un tinte medio azulado, puede ser que estés frizada levemente, vení pasá.

Al ver que entre los mocos y las lágrimas Samy se sonreía, Nati se relajó, se hizo a un lado en la puerta y como quien recibe a un soldado herido la acompañó hasta el patiecito de su casa.

- Descalzate, pone los pies en el pasto, tirate al piso. Preparo el mate, pongo música y estoy con vos- le indicó en tono maternal a una dócil Samy que acató todas las órdenes.

Mientras preparaba el mate con tilo y ponía la playlist de música bien variada que le gustaba para estas ocasiones de porquería, Nati pensaba que a su amiga había un tatuaje que le faltaba: uno en la frente grande y brillante que dijera “Cuidado, frágil”, aunque todos tenemos nuestros lados frágiles, su amiga no paraba de pegarse palos y de cruzarse con monstruos descorazonados e incompetentes emocionales.

Mientras sonaba “Noche mágica” de Tan Biónica, Nati se dejó llevar por el aroma del jazmín de su patio hasta Samy, que estaba sentada en el piso al sol, descalza, con los pies en el pasto, obediente. Tenía los ojos clavados en la ruda apoyada en la medianera, parecía que miraba a través de ella.

- Si me llevo toda esa ruda- dijo señalándola- y me baño y me la froto toda, ¿pensás que me ayudará a sacarme esta mala yuyu de encima? -Nati la miró divertida.

- Lo más probable es que te agarres flor de alergia y te cagues muriendo Samy, dejá de pensar en soluciones mágicas y seguí yendo a terapia mejor, ¿sí? - le sonrío- ¿Podés decirme por qué estás vestida así? - le preguntó curiosa al reparar que llevaba su pollera de cuero negra al cuerpo y su sugerente remera pupera cuello bote color rojo fuego que contrastaba con su piel blanca y dejaba al descubierto muchos de sus tatuajes.

- Nacho, ¿te acordás que te conté de ese? El que conocí hace un tiempo en Tinder, con el que pegué buena onda, que estuvimos hablando después por Instagram, que al tiempo pasamos a hablar por Whatsapp.- le resumió rápidamente al ver la cara perdida de Nati- ¡¡UN MES!! ¡¡Un montón de tiempo!! Nos dijimos mil cosas, pero no le mande fotos íntimas ni nada, no me cagues a pedos, no, no… - Se le adelantó al ver la cara de escándalo de su amiga, ya habían tenido malas experiencias con ese temita de las fotos. -Hace una semana me dijo que ayer podíamos organizar para salir, le dije que sí, que estaba todo joya, pensamos lugar y todo, quedaba organizar donde encontrarnos, hace una semana que no se de él, me clavó el visto en WhatsApp y en Instagram, pero sube historias, lo veo. - Samy empezaba a llorar.

- Y vos estas vestida así porque…- trato de entender Nati.

- Porque soy una boluda, porque pensé que como factor sorpresa me iba a escribir ayer para vernos y concretar el encuentro, entonces yo quería estar lista. Soy una pelotuda, tardé más de lo que tardaba antes en confiar en alguien ¡¡y así y todo me cagan igual, amiga!! - Samy empezó a llorar cual cataratas del Iguazú, sus labios se curvaban hacia abajo con una pesadez digna de un kilo de plomo, así de pesada debía estar su autoestima en ese momento, densa, saturada. Nati le alcanzó las carilinas que tenía preparadas y un mate.




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