Mundo Essential
Una semana antes de la fusión
El sector centro del mundo Essential se encontraba a poco tiempo de celebrar una nueva fusión, cada año los essen esperaban aquel día con ansias, pues era toda una tradición y un honor ser partícipe de tan importante evento, pero ese año era distinto, todo Essential, incluso las zonas norte y sur se encontraban tensas hacía lo que se avecinaba, nadie sabía lo que podría ocurrir.
Ese año era la fecha del primer intento de fusión de Zoray, la chica sin esencia, famosa por haber generado destrucción en su nacimiento, ella estaría allí, participando en la ceremonia, pero por su falta de vitalidad, no sería compatible con ningún essentiano, pero muchos temían de lo que su presencia en la ceremonia de fusión generaría, puede que incluso absorbiera esencia de los demás essen, generando el caos y pánico nuevamente.
A causa del miedo latente que su presencia había causado, muchos habían tomado la decisión de partir hacia el norte y sur, incluso más lejos, pues nadie quería estar cerca de lo que se avecinaba, aun cuando nada estaba dicho.
Después de unas semanas cuándo los mejores amigos de Zoray decidieron ayudarla a averiguar su verdadera identidad, todos los días, después del adiestramiento —en el caso de Arien—se reunían en la biblioteca a leer libros tanto de allí, cómo los que lograban conseguir en sus casas, y casas de los essentianos más avanzados en edad, Adya logró persuadirlos y se les fueron prestados.
En eso estaban, Arien y Adya en la espera de su amiga, quién el día de hoy se encontraba un tanto retrasada, los amigos no se les hizo demasiado extraño, ella odiaba salir de su casa y teniendo en cuenta la fecha que se acercaba, era de esperarse.
Arien estaba un poco aburrido, se sentía fastidiado en ese lugar, nunca fue de su agrado, y en vez de leer, prefería realizar transmisión visual lectora, era algo que podía hacer uno de sus amigos, August, quién tenía la habilidad de memorizar y trasnmitir conocimiento a cualquier objeto, de la clase de los dotados, era una de las habilidades más insignificantes, pero para Arien, era de lo mejor, teniendo en cuenta que él sólo podía dar calor, en resumen.
La piedra que August le dio tenía la información necesaria de casi 10 libros, y sólo tenía que tocarla, cerrar los ojos, y todo estaría en su mente, era de lo más irreal. Le encantaba.
Pensaba en eso cuándo vio a una Alana caminar apresurada, mirando hacia todos lados buscando pasar desapercibida—Comportamiento extraño en ella, que siempre buscaba resaltar—. Se escabulló hacía el final de los estantes, fue entonces que Arien, alertó a su compañera.
—Adyen, ven aquí —Llamó en un pequeño susurro el castaño a su amiga que se encontraba concentrada en su lectura sobre cómo crear semillas —¡Adyen! —Susurró más fuerte, pues aún no le prestaba su atención.
—¡Dios santísimo, Arien! Te he dicho que no me gusta que me llames así. Mi nombre es Adya, no Adyen —El muchacho le hizo un gesto con la mano demostrando lo poco que le importaba su corrección —¿Qué quieres, Ariel? —Le sonrió con malicia.
—Ignoraré cómo me dijiste, sólo porque esto es más importante —Le señaló el lugar detrás de todos los estantes con libros dónde se veía a una Alana algo sospechosa hablando con alguien más.
—Esa chica… ¿Qué estará haciendo aquí ahora? —Miró a su amigo quién ya estaba levantándose de su asiento —¿Qué haces? ¿No pensarás ir a espiar? o ¿Sí?
—Anda, vamos. Es por Zor —Intenta convencerla.
De esa manera los dos terminaron dirigiéndose hacia ese lugar.
—Tenemos que seguir intentándolo, Román. De esto depende nuestro futuro —Susurraba Alana con el libro que tanto le costó conseguir en sus manos.
—Cariño, lo entiendo, pero es muy arriesgado, tú misma viste lo que podría suceder si llegásemos a fallar. No soportaría perderte, no quiero —Le espeta Román en un tono preocupado.
Él no soportaría perderla, no cuándo la amaba tanto.
—Lo entiendo, pero hay que tomar ese riesgo—Le dijo convencida—. Es nuestra única oportunidad, el año pasado tuvimos suerte, pero éste, no puedo permitir que separen nuestros caminos, mira mis padres, son infelices, yo lo sé. Y dudo mucho que algún Essentiano esté completamente feliz con la fusión que les tocó.
—Es por eso que las relaciones antes de la fusión están prohibidas, se supone que todo lo que debemos amar, será después de la misma. No antes —Se alejó de ella pasándose las manos por el cabello frustrado por cómo estaban sucediendo las cosas.
—¿De qué hablas, Román? Acaso te… ¿Arrepientes? ¿Te arrepientes de amarme? —Negó repetidas veces con su cabeza, mientras sus ojos se cristalizaban y se alejó de Román cuando intentó acercarse— Siquiera… ¿Me amas? —Lo miro dolida por su silencio— ¡DIME! Dime… Dime que no he perdido mi tiempo buscando maneras imposibles para llegar a ser compatibles—Tiró el libro que todo el tiempo sostuvo en sus manos al frío piso y empezó a caminar fuera de aquel lugar que había comenzado a asfixiarla.
Román la siguió mientras le decía:
—No, no. Sí te amo, cariño. Sólo creo que debemos esperar, aún ni siquiera tenemos la seguridad que serás tú quien reemplace a Zoray… Sólo… —Su voz se apagaba a medida que se alejaba de su escondite, haciéndose inaudible para Adya y Arien quiénes quedaron boquiabiertos con la escena que acababan de presenciar.
—Acaso… Acaso ¿Tu acabas de escuchar lo que yo? —Interrogó Adya mientras miraba aun sorprendida a Arien.
—Si, no lo puedo creer ¿Román y Alana? —Se le salió una risa— ¡Jamás lo hubiese imaginado! ¡Pero qué bien se lo guardaron! ¿No lo crees?
—¡Arien, por Dios! Enfócate en lo importante… ¿Escuchaste lo último que dijo? —Él adquirió un poco más de seriedad en su rostro y asintió hacía Adya —Hay una forma de crear compatibilidad o algo parecido…