Zoray | Mundo Essential
De nuevo me encuentro pensando en esas palabras de aquella última página, la primera vez que lo vi estaba confusa, no entendía, porque leía algo que, a simple vista, no era comprensible.
Lo que sucedió con Arien, tampoco me dejaba tranquila.
Tal vez por eso, no estuve realmente concentrada en lo que había allí escrito.
Parecía un mensaje, pero ¿Hacia quién iba dirigido?, era la pregunta que me hacía.
Al día siguiente, volví a revisar aquella última página, para asegurarme que no tenía nada que ver con alguna alucinación, pero no. Aún seguía allí, y esta vez, más claro que la vez anterior, y lo que pululaba alrededor era esa marca, la de la Casa Real, por eso estaba tan determinada a ir en la noche, pero ¿Qué podía hacer? ¿Cómo ir sin levantar sospechas?
Todo ese día no sabía qué hacer, decir aquello que veía allí me dejaría por loca, no podía dirigirme a mis padres, era muy peligroso, decirle a mis amigos, muy arriesgado. Ellos hicieron mucho por mí, Adyen estaba ilusionada con esta fusión, ella esperaba que al fin fuese su gran momento, no me lo decía seguido, pero lo sabía. La conocía.
Y esperaba que así fuera.
Ese día luego de comprobar que podía ver aquello, decidí esconder el libro, mis creadores no podían verlo, así que lo guardé en un cofre que tengo de niña, dónde hay distintos tipos de aromas en frascos, me gustaba guardarlos, coleccionarlos cuando era más pequeña, después de un tiempo, no lo hice más, dejé de ir con mi madre a visitar a sus creadores, quiénes son mis abuelos, pero que de igual forma, no me toleran demasiado. Ellos se fueron a vivir al norte y de vez en cuando mi madre iba, allá todo es tan diferente, las ocupaciones incluso varían y los seres essen trabajan en otras labores: Construcciones, perfumes, joyas, ropa. Todo es más artesanal, y se ve incluso más moderno, tiende a ser mucho más ostentoso, tal vez por ello mis abuelos se fueron hacía allí.
Mi madre, en mi ascensión al nivel 10, me cumplió el deseo de ir con sus creadores, todo el tiempo intentaba agradarles, pero para ellos yo no era más que un error, a mi madre no la despreciaban tanto, pues según ellos, el culpable fue mi padre, pues lo consideraban demasiado débil.
De cualquier forma, después de ese cumpleaños, dónde mi madre escuchó todas las cosas que me dijeron, sobre ser la mancha en su preciado linaje, sobre ser un error y la causante de una tragedia, no lo recuerdo muy bien, sólo se que lloraba, pues muchas de las cosas que me decían no las entendía, pero el tono de sus voces y amargura, me daban una idea. Las lagrimas me corrían sin parar, yo sólo quería un abrazo, pero el desprecio fue mi respuesta.
Mi madre al presenciar tal escena les dijo todo lo decepcionada que estaba de ellos y que al menos de que me aceptaran, ella no quería saber de ellos.
Esa promesa se mantuvo durante años, pero un día, seguramente con ayuda de las habilidades de mi abuelo, quién es un estacionario de otoño, llegó una carta de parte del viento, al menos así se me hacía.
En ella les decía que estaban muy arrepentidos, que la amaban, pero era muy difícil aceptar a alguien como yo en la familia.
Eso ayudo un poco, de vez en cuando nos vemos, ellos son reacios a mí, pero con el tiempo la relación fue tolerable.
Disperso aquello, mientras me despido de mamá, quién me desea éxito en mi último día de adiestramiento.
Si, ya no tendré que ir más, ahora viene la parte en la que sucede la fusión, y también cuando al fin te preparas para una ocupación.
Buscas algún mentor o ellos te buscan a ti, según tu habilidad y te ayudan a ser bueno en tu ocupación.
Esa, también es una de la larga lista de cosas que me preocupan, y no me dejan en paz.
Al no tener esencia, ni ninguna habilidad corro el terrible destino de estar sin ocupación, lamentablemente no aporto nada.
Hace unos días pensé en ello, y lo único que se me ocurre es pedirle auxilio a el Señor Cielus, tal vez pueda ayudarle en algo en la biblioteca.
Él es un hombre de avanzada edad, ha vivido por generaciones, a él no le gusta admitir su edad, pero se rumorea que casi alcanza los 150 o más.
Siento empatía con ese hombre, tal vez porque fue uno de los pocos que sobrevivió a el caos de mi nacimiento, nadie se explica cómo.
Algunas veces bromeo con él sobre que lo dejé vivir por una razón malvada. El señor Cielus es muy serio, pero dice que siempre lo hago reír y por eso, no le caigo tan mal.
Sonrío por ello, él es alguien importante para mí, así que decido desviarme un poco de mi destino a la biblioteca.
Aquí todo está un poco abandonado, es muy temprano, así que empujo la pesada puerta de madera y me adentro,
—¿Señor Cielus, está por allí? —Pregunto mientras me acerco a su oficina —¿No está usted muy viejo para jugar a las escondidas? —Río un poco por mi débil broma, escucho la suya, ronca y cansada, la intenta esconder, lo sé, porque en cuanto giro hacía su escritorio, lo veo con su mano ocultando su boca.
—Hasta que vienes a visitar a este viejo, seguro necesitas algo, de lo contrario ni se te vería por aquí —Estoy dispuesta a indignarme y negar lo que ha dicho, pero en cuando intento emitir palabra me interrumpe —Es broma, niña. Cálmate y siéntate.
Ruedo los ojos y le digo:
—No es gracioso, Señor Cielus. Ya no debería intentar hacer bromas a su edad, le podría ir mal.
—Muy graciosa usted, señorita —Se ríe, pero luego su vista se torna calmada y entonces me pregunta —¿Qué sucede?
—No es nada, sólo quería pasar a saludar, hace mucho no venía, estas semanas he estado algo agobiada con todo lo que acontecerá en los próximos días, ya sabes —Señalo con mis manos a la nada, haciendo alusión a la fusión.
—Si, te entiendo, pero dime, ¿Qué puedo hacer por ti? ¿Has avanzado con tu investigación? Hace unos días vi a tu par de amigos revoltosos aquí —A él siempre le han exasperado mis dos amigos, pero en el fondo sabe que son buenos chicos y los tolera. Sólo que no estará nunca dispuesto a aceptarlo —, pero tu no estabas con ellos y se fueron rápido ¿Pasó algo?