Esencia

Capitulo 12

André | Mundo natural

El potente grito de mi padre hace eco a mis oídos, aún no asimilo todo lo que ha sucedido hasta ahora, la información que con determinación dejó soltar mi padre, no sé quién es el hombre extraño que lo acompaña, no sé qué hacía en aquel parque, pero lo que sigue en mi mente es aquella chica que vi, sus ojos, claros como el cristal, irreales.

Recuerdo claramente el rostro de mi padre acercándose, mirándome y observando el lugar en el que se encontraba situado el ¿Portal?

Se miraba angustiado, buscando cualquier signo de sufrimiento en mi rostro.

—¿Qué-é haces aquí, papá? ¿Cómo? —Lo veo acercarse hacía mí y por inercia doy un paso hacia atrás.

Él me mira con pesar, y sigo sin entender nada.

Observo el lugar que ahora parece desolado, aquel árbol que vi de la nada, ahora no está y me pregunto si acaso este es un sueño, alguna broma pesada.

Me niego a creer que todo aquello fue real, pero algo dentro de mí sabe que no lo es...

Tampoco quiero creer que no lo es, tal vez eso explicaría mucho mi anormalidad, esa que me acompaña desde pequeño, que no me ha dejado vivir tranquilo, en paz. También está la vista de esa chica, su rostro está latente en mi mente, tatuado, casi tanto como las flamas que ahora acompañan a mí mano.

Mi vista recae nuevamente en mi padre en busca de respuestas, pero él sólo me pide que lo acompañe, que me explicaría en el camino.

Le obedezco mientras sigo sus pasos y nos acercamos al hombre que vino con él, mi rostro seguramente denota mi extrañeza para con él, me extiende su mano.

—Mucho gusto, André —Tomo su mano —Soy Uriel.

—Bueno, parece que ya sabes mi nombre —Es todo lo que digo y él sonríe.

Seguimos el camino al auto, creí en un principio que iríamos a casa, pero luego al no reconocer el camino que tomamos pregunto:

—¿Hacía dónde nos dirigimos? —Los miro desde la parte trasera del auto, sintiéndome como un niño otra vez.

—A mí casa —Dice el tal Uriel.

Asiento y me recargo en el espaldar del asiento, suelto un suspiro mientras espero llegar a nuestro destino.

En cuanto mi padre detuvo el auto, observé a mi izquierda una casa de dos plantas, con un jardín algo descuidado, trato de no pensar en lo mal que eso me pone, no es el momento.

—Llegamos —Hago un gesto positivo mientras abro la puerta trasera.

Al salir me recibe un clima algo frío, siento cómo se cuela por debajo de mi ropa y froto un poco mis manos para entraren calor.

Uriel se encamina hacía su puerta y la abre para nosotros, mi padre entra y yo después de él.

—Pueden tomar asiento en la sala de estar, iré a la cocina por algo caliente para beber ¿Desean algo?

Mi padre y yo negamos al instante y nos encaminamos hacia la sala, me sorprende que mi padre sepa exactamente hacía dónde ir, pues no sabía que había venido antes, de hecho, no sabía siquiera que ese hombre era su amigo.

—¿Ya has estado aquí entes? —Le interrogo

—Si, estaba aquí antes de irte a buscar

—¿Cómo sabías dónde esta... —Mi voz se pierde al oír las pisadas de Uriel venir por lo que parece ser la cocina con una taza humeante de café.

Se sienta al lado de mi padre, justo frente a mí.

—Es una larga historia, no pensaba contártelo hoy, pero debido a las circunstancias, creo que es lo mejor —Me mira con pesar y algo que reconozco como derrota y vergüenza.

—No lo entiendo, papá. Trato, pero realmente no lo entiendo —Mis ojos lo observan con confusión —Sólo quiero saber una cosa —Mi padre asiente —¿La conoces?

—¿A quién? —Pregunta.

—A la chica, papá. La que estaba en ese portal, ¿La viste? —Pregunto con algo de desesperación en mi voz.

—No, hijo, no la vi y tampoco creo conocerla, ¿Te hizo o dijo algo? —Su mirada se vuelve esperanzada.

—No, no... Ella no habló sólo...

—¿Sólo qué? ¿Qué sucedió en ese parque? ¿Cómo abriste ese portal?

Ignoro el reproche en su voz y contesto:

—¿De qué hablas? ¡Yo no abrí esa cosa! Sólo llegué a ese lugar y apareció de la nada —Omito los detalles, pues no confío en Uriel, quien sólo está mirándonos, esperando información que no me siento cómodo de darle.

—Está bien, hijo. Tranquilo, no es necesario que te alteres, sólo queremos entender mejor.

Giro mis ojos con algo de fastidio y hago la pregunta que he esperado tanto por hacer:

—¿Qué papel juega Uriel en todo esto? —Levanto mis manos indicándole que no es nada personal.

—Él me ayudó a descubrir y entender algunos secretos de nuestra especie que no conocía, hasta hoy.

—¿Nuestra especie dices? —Pregunto con un tinte de ironía en mi voz.

—André, esto es real, necesito que abras tu mente, que me entiendas y creas cada cosa que te diré. No es un juego, no es una broma. Esto es real y tu vida podría estar en riesgo ¿Puedes entender eso? —Mi padre a medida que iba hablando su voz se iba endureciendo y remarcando cada palabra. Supe entonces que parecía estar regañándome, cómo si ahora tuviese 10, intento ignorar el fastidio que eso me provoca y asiento hacía él.

—De acuerdo, no crea que sea más extraño de lo que acabo de vivir... —Digo esta vez con algo de humor, intentando aligerar el ambiente.

Bien, todo comenzó hace muchísimos años en un mundo diferente a este, nuestro mundo —Me mira mientras dice eso último, sólo asiento tratando de no interrumpirlo —, así como este se llama Tierra, aquel recibe el nombre de Essential, este fue constituido hace milenios, cuándo el planeta Tierra fue casi extinto —Lo miro con incredulidad —. Lo sé, sé que no fue extinto, pero eso es lo que nos contaron a todos los Essen, crecimos con esa historia. En aquel entonces eligieron a 10 humanos, cuentan que un ser supremo que se hizo llamar Naturalia les otorgó habilidades especiales y los envió a un mundo nuevo, el Essential. Para mantener aquella nueva raza los nuevos Essen tuvieron que aprender de sus nuevas habilidades, las cuáles al saber de qué se trataban las clasificaron en 3 niveles diferentes: Naturalistas, Estacionarios y Dotados. Además de ello, una de las Essen se hizo líder de aquel grupo, su nombre era Zoray, se habla de que fue de las más fuertes y... —Mi padre sacude su cabeza — Eso es irrelevante, el punto es que a través del tiempo sus corazones empezaron a atraerse en sí, los essen encontraron el amor, pero lo llamaron Roma, pues para descubrirlo tuvieron que estar en un mundo diferente que parecía ser todo lo contrario a lo que conociesen. A través de la fusión entre su Roma, nacieron nuevos Essen que les ofrecía lo que llamaron Esencia, es decir, la energía necesaria para subsistir entre sí, cada cierto tiempo había nuevas fusiones y así se fueron constituyendo año tras año. Con el tiempo, los Essen ya no se unían por amor, sino por conveniencia, se dieron cuenta que serían más fuertes si la compatibilidad era mejor. Todo se convirtió en un negocio para servir a ese mundo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.