Idealizo.
Y me reprocho por hacerlo,
pero aún así, caigo.
Caigo en el viejo pecado
de pensar que esta vez no me va a dañar.
¿Desde cuándo esperar algo bueno está mal?
¿Desde cuándo creer en la bondad se volvió ingenuidad?
¿Por qué convertimos en culpa
el simple acto de pensar
que alguien puede tener buenas intenciones
con nuestras emociones?
Quizás no es un error confiar,
sino el mundo el que ha olvidado cómo merecerlo.
Rawwr.