Estábamos en enero, los últimos días de vacaciones en la playa, era una maravilla, me imaginaba ahí con los de mi curso, pasamos dos semanas en la playa hasta que volvimos, estaba listo para ver a Alejandra una vez más, pero mi madre llegó con la peor noticia en ese momento
- Va a ir a otro lado, es mejor a donde va este año – quería arrancarle la cabeza, me iban a cambiar de institución, iba desde cero, mi inicio en la primeria fue un asco y ahora lo tengo que revivir, ya no iba a ver más a Marisol, tampoco a Alejandra y perdería a todos los amigos
Intenté que no lo hicieran, pero era muy tarde, no había nada que pudiera hacer, todo se fue a la basura, el resto de las vacaciones pasé nervioso, asustado imaginando que todo sería problemas otra vez.
Después de una larga espera para entrar a clases llegó el día, mi primer día, estaba nervioso, mi corazón estaba palpitando muy rápido, con mis nervios ni siquiera podía ver bien, encontré mi nombre en la lista de la entrada, mi aula ahora sería la numero 4, aunque eso de nada me servía ya que no tenía idea de donde estaba esa aula, ingresé en l institución, era bastante grande y más cuando la comparaba con la que estaba anteriormente, ya todos estaban dentro de sus aulas y yo aún buscaba la numero 4, tuve que preguntar dónde quedaba en la dirección donde me dijeron que estaba al lado, me sentí como un imbécil, llegué al aula donde vi a mi nueva profesora, un semblante serio y con la fama de ser la más estricta de todos, con ese rostro lo pude confirmar, me dio un medio abrazo me saludó y me dijo que entrara, las mesas estaban acomodadas en círculo, seis mesas por círculo y cuatro círculos en total, las mesas eran de madera con una gaveta pequeña, las sillas también eran de madera al igual que él suelo, un gran mueble en una esquina donde la maestra guardaba todas sus cosas, en dos círculos se sentaban mujeres y en los otros estaban los hombres, me senté en uno de los lugares vacíos, pasé en silencio todo el día, deseaba no estar ahí, deseaba volver, deseaba tener estar con Marisol, bromear con Gabriel, aunque fuese ver a Alejandra, pero no fue así y no sería así, mi segundo día fue igual, pero ahora me llevaban en microbús, tenía un par de compañeros de aula que viajaban conmigo, pero de igual forma no les hablaba, llegó el tercer día e iba exactamente igual, no encajaba ahí, no quería estar ahí, fantaseaba con que llegaban mis antiguos compañeros, pero después de parpadear caía en cuenta de que era solo eso, una fantasía
- ¿Usted es nuevo? – me preguntó el que tenía al lado, era alto un poco regordete y de cabello negro
- Emm… sí, ¿Por qué? – al instante me recordó al gordo, temía lo que podía seguir
- Yo también, me llamo Marcos – me dijo con una sonrisa
- Me llamo Fabián – le dije devolviéndole la sonrisa
- Esa profesora da miedo – me dijo fingiendo que escribía
- Sí, por eso es que escribo todo – él se sonrió con mi broma
Seguimos hablando, hablamos de donde estábamos antes, fue al primero que le hablé en ese lugar, al menos ya no pasaba tan aburrido.
Al siguiente día seguimos hablando y bromeando, ya teníamos más confianza, ese mismo día me habló uno de un año menor en el microbús, empecé a hablar y bromear con él, no sé cómo, pero cuando me di cuenta estaba hablando con varios, la mayoría de mi edad, incluso dos que estaban en mí mismo salón, decíamos puras estupideces y hacíamos ruido, todos eran ese típico alumno que se sienta hasta atrás del salón, hace ruido, no escribe, se porta mal, todo lo contrario, a mí, pero ahí encajaba, Antoni era el cabecilla de ellos, era al que se le ocurrían las mayores estupideces, Tiany era su versión femenina, Aron era el más escandaloso, Valeria y Carol eran amigas inseparables, en todo se apoyaban, Javier era el menor y el que me habló, también estaba Tatiana que era la más callada, era un grupo peculiar, a los que siempre regañaban incluso en clases, pero ahí me sentía bien, me hicieron sentir a gusto, mi viaje de vuelta a casa y de ida al instituto eran mucho mejores.
Pasaron unas semanas e ingreso un alumno, se llamaba Alejandro, era rubio de ojos claros, un poco más grande que yo, él no le hablaba a ninguno, ni siquiera salía al receso, yo sabía exactamente lo que era eso
- Hablémosle – le dije a Marcos
- Hágalo – me respondió sorprendido
- Es el nuevo, vamos – le insistí
- No, qué vergüenza – me respondió
- Que ridículo – le dije
Sonó la campana de receso, todos salieron disparados a cualquier lugar lejos del aula, me puse en pie y caminé hacia Alejandro
- ¿Va con nosotros? Vamos a comprar un refresco – le dije a Alejandro que me miró muy sorprendido
- Sí, vamos – dijo confundido
Marcos, Alejandro y yo fuimos por unos refrescos, nos sentamos en la gradería de la cancha de futbol donde nos quedamos hablando, ahora éramos tres, pasábamos el día juntos bromeando, incluso cuando jugábamos futbol íbamos en el mismo equipo, Alejandro era bueno, tenía un gran pase, yo siempre tuve una buena velocidad, Marcos no era bueno, pero con su estatura y con su físico regordete lo usábamos de portero o de defensa, empecé a ser de los que no hacían tarea, los que se sentaban hasta atrás (aunque no veía absolutamente nada desde ahí) mis notas empezaron a bajar, pero la profesora siempre me ayudaba, tenía un extraño afecto con nosotros, por otro lado estaban los nerd, los que ahora yo molestaba, ahora que lo pienso es curioso como pasé a estar completamente al otro lado de la situación, de ser al que molestaban me hice el que molestaba. Con el tiempo se empezó a unir uno más, se llamaba Jerry (sí como el ratón, siempre me pareció curioso) él era igual a nosotros, los cuatro nos volvimos un dolor de cabeza para algunos profesores, pero la profesora de materias básicas siempre nos tuvo afecto y nos defendía… hasta donde podía, hasta que no lo pudo hacer más, nos separó, a Alejandro lo envió al círculo de las mujeres que sí estudiaban, a Jerry lo envió al círculo con las mujeres que… bueno las que eran como nosotros y a mí me envió con lo que estudiaban (lo mejor que me pudo hacer) yo no le hablaba a ninguno, claro, excepto para molestarlos, con ellos sí copiaba las cosas y ya no habían tantas quejas de nosotros, en los recesos volvíamos a hacer las estupideces de siempre, molestar a los demás, jugar futbol, estar con las mujeres, pero en clase las cosas se ponían aburridas. Poco a poco yo me fui alejando de Jerry, Alejandro y Marcos, me di cuentas que los estudiosos eran más rápidos de lo que yo era, mi espíritu competitivo despertó y me junté con ellos, gracias a eso pasé de año y sin darme cuenta había olvidado a Alejandra y a los demás, aunque Marisol siempre me hacía falta, era mi amiga y eso era muy especial para mí, incluso al día de hoy esa palabra tiene un enorme significado para mí.