A las 10:30 saqué casi a rastras a Alexa de la habitación.
Después de todo, fue su idea —su maravillosa y sarcástica sugerencia— la que nos trajo a todos los de la oficina a Las Vegas.
Lo mínimo que podía hacer era acompañarme al bar donde estábamos celebrando.
—Me caes tan mal a veces… —murmura entre dientes, con los ojos entrecerrados y una sonrisa que desmiente sus palabras.
Su comentario me saca una risa. Intento concentrarme en la bebida —¿quinto trago? ¿sexto?—, pero los gritos del grupo, la música y la risa de Alexa al fondo hacen que todo gire un poco más rápido de lo normal.
Si tengo que soportar a mis compañeros de oficina toda la noche, lo menos que puedo hacer es no hacerlo sobrio.
Y, por lo visto, Alexa pensó lo mismo.
En algún punto, sin saber cómo, terminamos en una competencia de tragos.
—¡La competencia es ahora entre los Alex de la oficina! ¡Hasta el fondo! ¡Shot, shot, shot! —grita alguien, probablemente Randy, que nunca pierde ocasión para armar escándalo.
El cabello pelirrojo de Alexa se enreda en mi cara cuando ambos intentamos seguir el ritmo de alguna canción de Mamma Mia.
No sé si estamos bailando o tambaleando, pero el grupo a nuestro alrededor grita y aplaude como si esto fuera una pista de concurso.
—¡Beso, beso, beso!
Las voces suenan lejanas.
¿Estamos en una capilla? No estoy muy seguro.
Alguien le ha puesto a Alexa un velo pequeño y algo desgastado, y las luces parpadeantes detrás de ella hacen que todo parezca parte de un sueño ridículo.
De un momento a otro, su cara está tan cerca que puedo ver las diminutas pecas sobre su nariz. Sus ojos, brillantes por la emoción o por el alcohol —probablemente ambos—, me miran con algo que no termino de entender.
Juro que, si se quedara quieta unos segundos más, podría contarlas todas.
Pero no me da tiempo.
Su risa se corta cuando se engancha de mi cuello; los tacones me pisan el pie y, de pronto… nada más importa.
Sus labios se encuentran con los míos, suaves y tibios, con el sabor dulce del vodka —quizás del suyo, quizás del mío—, y por unos segundos, Alexa hace colapsar mi universo como solo ella podría hacerlo.