Eso que llaman...Amor

Capítulo 10. El Sr. Armando 

—Joven, explíqueme algo, ¿mi hija realmente está embarazada?

La voz rasposa del padre de Alexa me hace prestarle atención. El hombre está de pie a mi lado, con las manos cruzadas detrás de la espalda. Levanta un poco la cabeza para mirarme; es apenas unos centímetros más bajo que su hija.

—Puede estar tranquilo, estoy seguro de que no lo está. —Le sonrío con cortesía y tomo un sorbo del jugo que me trajo una de las tías de Alex… Susanne, creo que se llama.

Armando asiente despacio, observando a la distancia la puerta del pasillo por donde se fue su hija.

—Mis hijos llegarán en unos días —dice finalmente—, pero su madre quería hacerles esta pequeña sorpresa.

—Eso fue muy lindo de su parte, señor. —Intento sonar relajado, aunque el ambiente se siente denso.

—Mi nombre es Armando. No nos hemos presentado propiamente.

—Un gusto, señor Armando. Soy Alexander.

El hombre me estudia un segundo antes de asentir.

—Bien, Alexander... cuida a mi niña. Es lo más preciado que tengo.

Su tono tiene un peso que me hace enderezarme casi por reflejo.

—Su hija es especial —respondo con sinceridad—, pero creo que sería bueno que hablara con ella primero…

—¿Por qué? ¿Ya se enteró de lo de su madre?

Frunzo el ceño.

—¿Qué pasa con su madre?

—No estamos muy seguros. —Su voz se quiebra apenas, y desvía la mirada—. Estamos haciendo exámenes. Pero los doctores temen que sea algo malo, y Alex... ella necesita apoyo externo. Yo voy a estar enfocado en mi esposa, los chicos no viven aquí y ella… ella es la más apegada a su madre. —Suspira, pasándose una mano por la cara—. Temo que esto le afecte. Necesito que la distraigas hasta que sepamos que todo está bien.

Aprieto el vaso entre las manos, procesando lo que acaba de decir.

—¿No sería mejor decirle lo que pasa? La idea de ocultarle algo así suena deshonesta. —Mi voz sale más seria de lo que esperaba.

Armando me mira con una mezcla de cansancio y determinación.

—¿Has visto cómo se pone Alex cuando se enfoca en algo? Suele perder el norte de todo lo demás. Ya pasamos por algo así con ella, y no quiero que se repita.

Guarda silencio unos segundos, y yo asiento, entendiendo que no hay espacio para discutir.

—No se preocupe, cuidaré de ella.

Sus labios se curvan en una leve sonrisa agradecida.

—Gracias, hijo... —dice, dándome una palmada en el hombro—. Y ahora explícame, ¿cómo es eso de que aún no viven juntos?

Trago saliva, sin saber si reírme o preocuparme.

Alexa va a matarme.



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En el texto hay: amor en oficina, redessociales, romcom moderno

Editado: 28.10.2025

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