Espacio para Adam.

Capitulo uno.


El mudo que habla.

Adam se encontraba parado con bebiendo el agua de su botella a un lado de la pared y de Beghan.

La alarma de incendios se había activado minutos antes como tenían previsto los directivos para practicar el orden en el que deben salir los alumnos y demás ante un incendio, pero como Adam aún no había socializado con sus compañeros le pareció buena idea mantenerse a un lado de su profesora. Por otro lado, Pierce se encontraba hablando con sus amigos mucho más lejos, a mitad de la cera. El no era el más popular pero se llevaba bien con la clase, no solía meterse en problemas y era bastante amable a pesar de ser serio en comparación de los otros dos chicos que le hacían compañía.

—¿Por qué no hablas con los demás? ¿No te llevas con ellos? — Preguntó la educadora al terminar de hablar con una de sus amigas también educadora, volviendo al nuevo.

—No creo que pueda hablarles como si nada, sería extraño. — Adam enroscó la tapa de su botella mientras hablaba. — Nací siendo un asocial y supongo que moriré siendo uno...

No se preocupó mucho de la confianza con la que había hablado, su último comentario fue tan bajo que parecía haberse recordado más así mismo como era antes que haber hablado para que lo escuchen.

En eso, dos alumnas también de la clase seis se acercaron a él, tomando una de ellas, la imagen de una joven tímida.

—Tú eres de la clase ¿No? — Adam asintió desinteresado ante la menos avergonzada, que se dirigió a él como si tuviese algún tipo de confianza al hablar un tono muy eufórico y despreocupado— ¿Quieres juntarte con nosotras?— El nuevo no pudo evitar la pequeña sorpresa, ¿Era así de fácil hablarle a alguien?— No me malinterpretes, ella quiere tu número— Señaló con la cabeza a su amiga y por inercia ésta se escondió detrás de la que hablaba.

—Es mentira, está inventando cosas— se excusó la otra, bastante bajo, incluso mas bajo de lo que acostumbraba Adam.

—Me parece buena idea, deberías ir Adam— Beghan resplandeciente incentivó al joven a hacerlo y sin poder decir nada para no quedar mal, este aceptó y caminó junto a ellas hasta uno de los bancos.

Adam se sentó con la banca con la más tímida, mientras que la otra se quedaba parada frente a ellos con las manos metidas en los bolsillos y su pie apoyado en la banca al lado de su compañera.

—Soy Melissa, por cierto.— se presentó la adolescente más ruda hasta el momento, aunque no se dejaba intimidar parecía haberse percatado de que fue muy bruta con el nuevo. — Ella es Topotho, pero le dicen Tho — Señaló con la cabeza a la más tímida.

—Puedes decirme cómo tú gustes...— ella jugó con sus manos y no levantó la mirada de ellas. Fue entonces cuando Melissa se colocó detrás de Tho y comenzó a recogerle el cabello.

Echando un ojo a ambas, quien se había presentado como Melissa era una chica alta de aproximadamente un metro y setenta y cinco centímetros, de complexión delgada pero no lo suficiente para parecer débil, su tez era trigueña, era de cejas frondosas y perfiladas, con ojos cafés y pestañas rizadas por naturaleza. Su estilo deportivo al vestir, su manera de hablar y el gesto de su rostro le daban un aire bastante rudo e incluso intimidante si así lo quisiera. Mientras que la que quedaba, era absolutamente lo contrario a su amiga, era bajita, pequeña en todos los sentidos, pálida y de ojos claros, su cabello era rubio, un rubio dorado y sus pestañas no destacaban tanto como las de Melissa, tenia un acento al hablar que hizo que Adam se cuestionara la nacionalidad de la joven y utilizaba el uniforme del colegio, el cual constaba de una camisa blanca y una falda negra con dos franjas blancas de forma horizontal al final de esta.

—Siempre dejas que se te caiga todo en la cara, a nadie le gusta hablar con alguien que no pueda ver teniéndola al frente. Es molesto.— Ató su cabello en un rodete alto y luego la miró por arriba, Tho levantó la mirada en silencio, apoyándola sobre la banca en la que se encontraban y asintió, manteniéndose en el lugar.

Adam no podía sentirse más incómodo, literalmente dos niñas estaban teniendo un momento íntimo a cuatro centímetros de su lugar y él de mal tercio sin poder irse para no parecer maleducado ¿Por qué le habían enseñado de modales? Mierda.

Destapó su botella y volvió a beber agua mirando hacia otro lado, no quería incomodar pero parecía ser que las amigas habían salido del mismo mundo al que parecía ser que viajaron segundos atrás.

—Te presentaré al resto de la clase, ven.— Melissa tomó la mano de Adam y lo levantó de la banqueta, Topotho los seguía desde atrás caminando a un paso más tranquilo y Adam no tenía idea de porqué estaba tan apresurada la otra, temía que ya se habían hartado de él en tan poco tiempo. Siquiera pudo hablar.

Melissa se encargó de presentarles a cada uno de sus compañeros exceptuando a unos pocos con los que parecía no tener mucho contacto. Melissa era una chica que parecía explosiva y muy fuerte, no tenía filtros y era normal si no le llegaba a agradar a alguien, quizás por eso Adam no siquiera se paró a pensar en porque no lo presentó con todos.

"Por favor a todos los alumnos, ingresen al establecimiento en orden y con sus respectivos profesores, no se detengan hasta llegar a sus salones. Queda prohibido deambular por los pasillos, se tomará un listado de los presentes al entrar y quién no esté estará en graves problemas, el simulacro ha acabado."

Todos se reunieron con Beghan nuevamente, pero Adam estaba maldiciendo con todas sus fuerzas haberse puesto nervioso todo el rato y haber tomando demasiada agua como reacción. Se formó al fondo de la fila con la esperanza de que entrando nadie lo viese escabullirse mientras entraban y, logrando su cometido, se desvió de su clase hasta llegar a los baños. Escuchó voces y risas al entrar y por vergüenza solo se atrevió a lavarse las manos, no quería que alguien más estuviese allí a la hora de hacer sus necesidades sin importar la urgencia. Tampoco miró a los presentes porque también le daba vergüenza.



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En el texto hay: parejas gays, autoaceptación, amor sutil

Editado: 21.02.2021

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