Capitulo doce.

Capítulo trece.

Conviérteme en poesía.

—Disculpen la demora, no volverá a ocurrir— La señorita Beghan entraba a la clase, sorbiendo su nariz y aclarando su garganta. No se diría que se veía bien a como es la palabra en su totalidad, sus ojos estaban rojos al igual que la punta de su nariz y sus mejillas, su cabello no estaba suelto como por lo general acostumbraba a utilizarlo ni tenía aquellas ondas al final de este, más bien estaba alzado en una coleta hecha sin peinar, su vestido blanco con diminutas flores azules hasta por encima de las rodillas se veía apagado aun cuando era precioso. La había visto utilizarlo antes y estaba resplandeciente en aquella ocasión. Ya no sonreía y no interactuaba con nosotros.

Pierce conversaba con los chicos de la mesa de al lado, su antebrazo izquierdo está apoyado al borde de la nuestra y estaba inclinado hacia ellos, yo no estaba prestando mucha atención de lo que decían pero durante unos segundos antes lo había hecho, al parecer sobre un partido de algo.

Melissa le insistió a su novia que le hable, no mire hacia atrás pero deduciendo que Tho le decía que se aleje llegaba a la conclusión de que estaba de la misma manera que Pierce pero hacia ella. El no saber que entre ellas había problemas, también me hizo entender que no éramos tan amigos como en algún punto quizás llegue a imaginar, Topotho no era tan amable como creía o si se cansaba de las cosas, finalmente era una persona que sentía mas que cariño hacia todo y todos, también le molestaban y fastidiaban ciertos temas, como el que su pareja se meta en problemas. 

Las chicas y yo nos habíamos vuelto muy unidos día a día, siempre estábamos juntos antes, durante y después de las clases, chateábamos por teléfono e incluso jugábamos videojuegos por las madrugadas. Lo último no lo hacíamos siempre, pero había sucedido. Les permití formar parte de mi vida prácticamente. Mejor dicho, me permití dejar entrar a alguien más en ella. Eran parte de mi pequeño mundo conformado por los libros, mi teléfono, computador y cargador. Les conté sobre Chris, sobre mis gustos, pasatiempos y casi sobre mi familia.

Nunca les conté nada a menos que ellas me preguntasen y a cambio también me dijeran algo, nos teníamos confianza para hacerlo, ya era algo normal. No le veo lo malo a que cada quien tenga sus secretos o lo que fuere, no están en la obligación de decirme todo pero quizás si me hubiese gustado saber, ya sea por una o la otra, que no todo era color de rosas como pintaban. Saber que su relación tenía altos y bajos, que a veces estaban bien y otras veces no, fingían mucho estando a mi lado y no podía evitar preguntarme cuántas de todas las veces que estuvimos juntos me ocultaron que estaban peleadas. No soy nadie para meterme y escuchar problemas de relaciones, me aburren pero de todos modos las hubiese escuchado o fingido hacerlo para afianzar más la amistad. No lo entendía en lo más mínimo.

—Como ya imagino, habrán de haber leído ya las páginas 109 y 110. A partir de esto, con su compañero de banco, cada uno hará una poesía del otro. Puede ser cualquier tipo de poesía; vanguardista, madrigal, acróstica... lo que ustedes quieran— siguió explicando ella, caminando con delicadeza por frente a nosotros, movía las manos con suavidad e iba de un lado a otro hasta que se detuvo delante de su escritorio y se recargo contra este —. Recuerden que este a este género literario se lo considera una manifestación de la belleza, donde se transmite un estado de ánimo, se caracteriza por la introspección y la expresión de los sentimientos.

Cada que iba hablando, más movía sus manos para hablar, parecía que estaba muy al tanto de lo que se traba, no porque fuese profesora sino porque lo amaba, hablaba con pasión y esperanza y por un momento quise sonreír al conocer a alguien así. Beghan era una buena mujer, dulce y atenta, contagia su alegría a donde sea que vaya y te hacía sentir confiado de ti mismo, era buena en su trabajo y todos la querían. Escucharla hablar te hacía querer hacer un buen trabajo y le agradecí al mundo haber conocido a un profesor que no solo te haga trabajar porque te lo diga, sino que sea tan excepcional que te den ganas de hacerlo todo por ti mismo para que vea que si mereces a un educador de esa magnitud.

Lastima que yo no estaba para enorgullecer a nadie más que a mí, y haría sólo lo suficiente para tener la mejor calificación y ya.

—También puede ser un poema, solo sepan que un poema no narra una historia, no hay una acción determinada, es una composición poética y ustedes ya deberían saber el resto. Quiero algo bueno, sorprendente, algo a la altura de un chico de su edad. Tienen hasta final del semestre para entregármelo.— asentí ante sus palabras, incluso cuando no me lo dijo a mi exactamente y termine de apuntar todo lo que dijo en mi libreta de notas. Nos sonrió sin mostrar dientes y volvió a tomar asiento, dándonos el ok para ponernos a trabajar.

—Vaya, aún tenemos bastante tiempo.— Pierce al fin había vuelto al tema inicial: la clase. Se la había pasado hablando durante toda la explicación que dude en sí lo escucho todo o solo lo que le convenía. No me gustaba trabajar con gente perezosa, quería estar con alguien que sea centrado, que ponga primero los estudios y luego las charlas bajas con amigos mientras habla la profesora. Tal vez hubiese sido mejor que nadie se sentara a mi lado.

O me estaba precipitando a tener una idea de lo que era Pierce en clase muy rápido.

—Deberíamos juntarnos después de clase en tu casa. Te invitaría a la mía pero me temo que Chris nos tocara los huevos todo el rato y en la cabaña solo se tiene invitación una vez, no existe ni segunda ni otras oportunidades de ir.— Él sacaba su celular de su bolsillo a medida que hablaba, yo no le estaba mirando directamente sino de reojo y me sorprendía lo imbécil que realmente era.