Espacio para Adam.

Capitulo trece.

A la mierda tu poesía.

Melissa y yo cruzamos miradas, ella ya sabía que Pierce me había dejado solo en la clase hoy, estaba justo detrás de nosotros cuando eso pasó y cuando se fue tuve que pasar la vergüenza de mi vida viendo y escuchando como todos hablaban de que me dejó solo. Por su culpa hasta Beghan me preguntó si quería cambiar de equipo o estar con las chicas, pero no quería ser el mal tercio ni quedar mal, así que me quedo hacerle el trabajo y entregarlo. Finalmente ambos aprobamos después de que Beghan quedó encantada de la manera en la que redactamos el desprecio, el asco y el odio que nos teníamos mutuamente en ambas poesías. Le tuve que decir que Pierce escribió la suya a medida que ella hablaba y que me dejo para entregarlo pero que como tenia muchas faltas de ortografía que lo tuve que reescribir y me lo acepto. Con la mía no fue tan difícil, realmente el odio te hace escribir muy bien, no tarde absolutamente nada en escribir "Mi carta de desprecio".

El resto de la clase solo ayude a Melissa a expresarse, pero no funciono. Intentamos muchas formas de que pueda escribir lo que sentía por Tho pero tras no lograrlo en las dos horas de clase, quedamos en que yo la ayudaría con eso porque a Topotho de repente le había dado un dolor de estómago que no soportaba y se retiró antes. Claro que era sabido que ese dolor de estómago en realidad era en el corazón, Melissa ni siquiera supo decirle lo bonita que era y me sorprendió que ni siquiera pueda escribir sobre la belleza de su novia, había mucho jugo para exprimir ahí y Dios, si merecía que Tho se enojara con ella.

— No voy a comer, vengo de hacerlo con Farrah— El chico rubio de facciones marcadas y ojos cafés, el cual vestía unos caquis negro y una playera gris con el diseño de una chica semidesnuda en ella, se me acercó por detrás y tomó una rodaja de pan en la mesa, apoyó su mano en mi respaldo y se dedicó a comer—. ¿Y tu? ¿También tengo que darte de comer?—  Pierce negó abultado su labio inferior un poco.

— De hecho vengo a buscarlo.— él sacó una mano del bolsillo de mi pantalón y me señaló.

— ¿Qué?— fue lo único que me limite a decir.

— Quedamos en hacer lo de Literatura juntos ¿Recuerdas?

— Ya entregamos lo de Literatura, no tenemos porque juntarnos. Además... Melissa me invitó a dormir y acepte.— Pierce me miraba con los ojos entrecerrado, como si intentara recordar cuando habíamos hecho el trabajo. Entonces solo se acercó y se sentó en la mesa, el asiento que quedaba libre era el que sería de Arthur y se encontraba en la punta. Yo me encontraba a uno de esos lados y no soportaba tener la inquietante mirada del chico de al lado sobre mi.

— Entonces... ¿Qué tal nos fue en el trabajo?— el me hablaba con normalidad, se lo veía bien pero estaba claro que sus ojos demandaban una explicación ahora. Tomo el plato que la madre de Issa le entrego con comida y lo apartó para cruzarse de brazos hacia mi y esperar respuesta.

Mi mirada nuevamente iba hacia Issa, le pedí ayuda en una seña y ella solo se hundió de hombros, también había notado la actitud de Pierce y la sala se convirtió en un lugar bastante tenso. Me sentía incomodo. Todo por culpa de Pierce.

— ¿Ocurre algo?— La madre de Issa fue la que ahora hablo, me hizo sonreír ante su pregunta e intentar distraerme del animal que me acechaba con la mirada, a nada de saltarme encima y despedazarme el cuello. Si algo había aprendido de este chico en la clase de hoy, es que odia que le quiten mérito, que sus calificaciones son importantes para él y que nadie debería de meterse en eso.

— No, no se preocupe, no está pasando nada solo que... quizás deba retirarme.— Corrí mi asiento hacia atrás, el hermano de Melissa al saber que lo haría se apartó y al levantarme me sonrió, como si supiera que en realidad si sucedía algo. Se despidió de su amigo con la mano y solo subió las escaleras. No es como si el mundo se hubiera frenado, los hermanos de Melissa seguían comiendo y solo éramos ella, su madre, Pierce y yo los que nos mirábamos.

— Creí que mi hija te había invitado a quedarte.

— Si es que... acabo de recordar que en realidad no entregamos el trabajo y que es para mañana, ¿Verdad?— Mire a Pierce y a Melissa, ambos asintieron.

— Si, además yo tampoco lo hice y tengo que hacerlo.— Me siguió ella, la mamá de repente se le pareció tocar el cuello, miró hacia ella esperando que lo que su hija había dicho fuera una broma.

— ¿Cómo que aun no has hecho tu tarea, esto entra en la nota final?— Su madre parecía enojada, Melissa negó y yo también, pero fue el turno de hablar de Pierce:

— De hecho si, es la mitad de la calificación final. Es un resumen de mínimo cuarenta páginas para mañana a primera hora.

Era claro que la Señora Bertur estaba enojada, miraba a su hija pidiendo explicaciones y su hija nos gritaba con la mirada que la ayudáramos. Pero Pierce le había sacado el dedo el medio como si le estuviese diciendo te jodes y me tomo la muñeca para sacarme de la casa, me despedí de ellos rápidamente y ambos abandonamos a mi amiga.

Camine delante de Pierce, sacando un par de metros de ventaja con un paso apresurado. De un momento a otro apenas escuche la puerta cerrarse tras nosotros me convertí en un fosforito, me sentía enojado con él por lo de hoy, por su irresponsabilidad, por el abandono, por el hecho de que me creía tan estúpido como para que yo fuese a su estúpida cabaña y por la manera en la que se enojo conmigo por hacer su maldita parte del trabajo.

¿Quién era para enojarse él? ¿Quién se enoja porque hagan su parte en un trabajo?

— ¿Me vas a decir que carajos es eso de que entregamos el trabajo?— ignore a Pierce.— ¿Por que mierda no viniste hoy? Te estuve esperando por una puta hora.— El me detuvo y me volteo después de tomarme por el hombro.

— No tengo nada que explicar.—Seguí caminando, más él volvió a detenerme. —¿Que?



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En el texto hay: parejas gays, autoaceptación, amor sutil

Editado: 21.02.2021

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