Impulsividad.
—No entiendo qué mierda estamos haciendo.
-Carajo Adam, es como la quinta vez que te lo explico.
—Si bueno, cualquier cosa es mas interesante que escucharte hablar.—Pierce suspiro de forma pesada, no sabía si estaba molesto o cansado pero dio igual, de cualquier forma me tuvo paciencia y volvió a explicarme lo que se suponía que hacíamos en su habitación.
—Iba a enseñarte a cómo comunicarte con los demás, pero creo que seria mejor practicar tu amabilidad.
—No necesito que me enseñes nada, Pierce, ambas cosas ya se hacerlas.
—¿Podrías por favor, quedarte quieto y quitarte la puta cera del oído para escuchar dos segundos tu alrededor?—Detuve la canción en cuanto oí a un Pierce demandante y nada, pero nada divertido.
Poniéndolos en contexto, quedamos en vernos para "empezar a hacer que me enamore de mi". Literalmente pasaron once días de esa charla y yo ya me había olvidado del tema, incluso creí que el también, no nos volvimos a encontrar luego de eso y si lo hacíamos era estando con los demás. Ni siquiera cruzábamos palabra, solo nos mirábamos o lo encontraba haciéndolo cuando nadie se percataba o al menos cuando el así lo creía. Issa y Tho ya me han preguntado si sucede algo entre nosotros por tal motivo y me he cansado de escucharlas preguntar cosas como si ocultamos un romance porque el es hetero y yo al parecer todo rosa y arcoíris. Estoy aquí porque hace dos días se le ocurrió enviarme un mensaje y eso fue todo lo interesante que pasó entre nosotros.
Ya la idea de saltar de no se que cosa se me había pasado, luego de que no me hablo durante tanto tiempo ya hasta me aburrí de la gente que promete y no cumple, así que me mostré mas desganado lo que nadie jamás nunca podrá igualar estando aquí ahora. Por ende solo me la pase escuchando música y tirándole comentarios crueles y cortantes para que ya me saque de aquí y me pida no volverle hablar en toda la vida, acción que con gusto haría.
—Gracias.—dijo relajando la expresión y leyendo el índice del libro que anteriormente me había regalado.
Por cierto, ya me lo leí completo, pero como no lo entendí tuve que volver a leerlo y así hasta completar las cuatro veces. Pero el no tiene que saberlo, me siento mejor con decirle que estaba juntando polvo en mi escritorio. De todos modos, fue lo mejor porque me ofreció leerlo juntos y guiarme con eso, lo que me viene bien porque aun no entiendo de qué va el libro, juro que esta llena de cosas sin sentido que yo ya sé hacer.
—Bien... Aquí dice que la amabilidad es un reflejo de la educación personal y de nuestro estado de ánimo, que es importante para generar relaciones sanas y de respeto, que la clase del crecimiento personal es tratar a los demás como quieres que te traten.— el despego la vista del libro y me miró, nos encontrábamos frente a frente pero sus ojos me reflejan tan bien, que parecía que no existía esa distancia que nos separaba. No me malinterpreten, sentía que nuestras frentes si chocaban, es todo.
—No entiendo qué tiene que ver eso conmigo, no hay cosa en ese texto que no haga. El libro no funciona conmigo, tengo mas claro que nadie el ser con los demás como quiero que me traten e incluso yendo mas allá, lo consigo.
—Eres imposible, Adam.
—No importa lo que digas, tengo razón y lo sabes. Ese libro fácilmente pudo ser escrito por mí si así lo quisiera, sé perfectamente cómo tengo que ser y lo soy. Ahora ¿me dices por qué mierda estamos haciendo esto, si amor propio no me falta?
—¿Por qué tienes que ser tan frío? Mierda, tu puto problema no es que esto te sale del corazón, sino que te sale de la cabeza. Eres un interesado de mierda que no hace mas que fingir día a día como todos los demás y creo que das para muchísimo mas, solo intento ayudarte a que te des cuenta de eso.
—Claro que sí, la gente siempre cree que porque uno piensa en sí mismo ya se vuelve un interesado de mierda, créeme que no es la primera vez que escucho que alguien dice algo así.
—Tú y todo lo que te compone es una farsa, dudo que alguna vez te hayan dicho interesado porque no te muestras como uno solo para satisfacer a los demás y hacer que te adoren por el simple hecho de cumplir su maldita lista de deseos en una persona y así conseguir siempre lo que quieres.
—Entonces la palabra interesado no me define Pierce, soy una total mente maestra.—Nos mantuvimos firmes ante nuestras propias ideas, ninguno de los dos iba a retroceder ante lo dicho, estábamos seguros de nosotros mismos y no había lugar para otra palabra mas que la propia. Fue una lucha entre sus labios con los míos, y de sus manos contra mi cuerpo, nos aferramos con intensidad hacia el otro pero ninguno se permitía perder, nadie iba a rendirse aun, pero quizás yo cedería un poco y le dejaría acomodarme sobre él a su gusto. Después de todo, perder una batalla no era perder la guerra.
Sus manos contornearon mi cuerpo y se metieron por debajo de mi remera, su tacto era frio e inquietante a la vez, mis piernas temblaron durante un segundo cuando sentí el bajo clima de la habitación recorrer mi espina dorsal debido a que, ahora, me encontraba semidesnudo ante la profunda mirada de Pierce luego de que el mismo me desvistiera.
Lentamente se recostó en la cama y yo me apegue a el luego para buscar sus labios, mas me detuvo colocando su dedo índice sobre los míos. Nos miramos unos instantes, su mirada delataba estar esperando algo de mi parte y tras sonreírle divertido abrí mi boca solo lo suficiente para poder satisfacer al chico debajo de mi y a sus inocentes deseos.
—¡Pierce, levántate, es tu padre!— Un exaltado Chris ingreso a la habitación sin tocar interrumpiendo el momento y logrando que el nombrado me corriese a un lado y me tire mi playera para cubrirme.
—Carajo.— Pierce se levanto de la cama dirigiéndose a su closet con aires de fastidio, aunque yo también estaba igual pero también un poco asustado por la repentina aparición de Chris por lo que rápidamente me vestí. Este ultimo parecía verme con decepción como si yo hubiese hecho algo mal. Bufo y negó con la cabeza.