— ¿Qué te pasa Piccolo? — le preguntó Izbet al namek mientras descansaban de su entrenamiento de los sábados, al notar que estaba muy extraño.
— Es que pronto será el día de los enamorados — respondió fastidiado.
— ¿Y qué? ¿No le tienes regalo a tu novia? Jajaja.
— No digas tonterías — dijo molesto.
— ¿Entonces?
— Me aburren esas cosas, todos están con sus parejas, o preparan sorpresas, no sé porque es tan importante para ellos. Por eso desde el 12 al 15 de Febrero me voy al lugar más espeso de un bosque donde nada me recuerde eso.
— Te entiendo, en la oficina desde el primer día de febrero están con lo del día del amor. Yo ese día me quedó en casa escuchando música y entrenando... todos me dicen el Grinch del amor... ¿Y si esos días tenemos una cita? — parpadeó rápido.
— ¿Como dijiste? — el guerrero se avergonzó.
— Juntémonos para entrenar a full time ¿Qué pensabas que quise decir mente de alcantarilla? — rió suave — te propongo acampar y aprovechemos esos días para entrenar, así olvidarás que todos nuestros amigos están con sus parejas besándose — se abrazó a sí misma y tiró besos al aire.
— No hagas eso, sabes que me molesta — luego de meditar un rato — no es mala idea.
— ¿Entonces te pasó a buscar el 12 a mediodía?
— Bueno.
Ese día el guerrero verde estaba en la plataforma del Templo Sagrado esperando a la mujer ciega, pero quien llegó primero fue su alumno.
— Hola Sr. Piccolo.
— Hola Gohan.
— Vengo a invitarlo para mañana en la noche, Bulma...
— Hará una fiesta por el día de los enamorados como todos los años — terminó diciendo serio el mayor.
— Justamente ¿Vendrá? — preguntó esperanzado.
— No puedo, tengo otro compromiso.
— Por favor, no use la misma excusa de siempre, todos sabemos que es mentira. Acompáñenos, se divertirá, Izbet irá, con ella podrá conversar.
— Ella no asistirá.
— ¿Por qué cree eso? Videl fue a invitarla.
En eso la aludida y su madrina llegaron al lugar.
— Hola cariño — se saludaron los jóvenes de beso.
— ¿Estas listo Piccolo? — preguntó la mujer del mechón blanco.
— Sí ¿Por qué llevas tantas cosas? — apuntó a un par de mochilas que traía la ciega.
— Solo llevó una carpa, algo de ropa, comida, y para cocinar.
— No es necesario, conozco una cueva que es muy segura. Y lo que necesites puedo crearlo para ti.
— Esta bien, dejaré la carpa, pero la comida no, la que haces aparecer es muy mala, tal vez ahora te enseñé a preparar comida de campamento — se volvió a los esposos — ya niños volvemos el 15 — se fue volando con el namek.
— Pero... — preguntó el semi sayayin confundido.
— Van a pasar el 14 juntos — dijo Videl, al ver la cara de su esposo se explicó — Izbet me dijo que van a ir a acampar, ya que ambos no tienen pareja y les molesta el día de los enamorados aprovecharán de entrenar — sonrió hacia las figuras que se perdieron en el horizonte — en eso ambos son iguales, me alegro que se conocieran, se complementan bien. Vamos amor, tengo que ir a comprar ropa para la fiesta.
A las horas llegaron los campistas al lugar sugerido por Piccolo.
— Tendré que guiarte al salir de la cueva, los árboles son muy frondosos y las ramas pueden golpearte.
— ¿Y si vamos a otro lugar? Me molesta depender de otros, sé que me entiendes.
— Sígueme — dijo el namek luego que pensó un rato, unas horas después llegaron a las faldas de un volcán en una isla muy grande, al lado de un lago — este sitio es más despejado, y también hay una caverna para quedarnos, al frente hay una laguna.
— Gracias, me parece bien, ahora trae unas ramas hay que dejar hecho el fuego, yo pondré las piedras para hacer el borde.
Cuando terminaron ya era de noche, ella comió algo y se acostó, pero el clima estaba muy cálido, así que a medianoche se levantó al lago a darse un baño, trato de salir sin hacer ruido, pero Piccolo la sintió y la siguió de lejos.
Como pensó que estaba sola se quito la camiseta y el pantalón de buzo que usaba de pillama, quedó solo en pantaleta y un peto deportivo, entró a la orilla y se sentó a refrescarse. De la copa de un árbol el guerrero la cuidaba, mirando para todos lados, tratando de no bajar la vista, hasta que se sintió un gran estruendo, todo se llenó de un humo espeso, y unas piedras incandescentes cayeron del cielo, el namek voló, la tomó de la cintura y la quitó justo antes que una cayera sobre ella.
— ¿Qué pasa? — gritó la mujer muy desorientada.
— El volcán entró en erupción, váyamonos.