Especial De Terror

MUERTO EN EL BANQUETE | 3. SERVICIALES

Ahora, Corvalo había llegado a la edad de 16 años. «¿Por qué mis padres cambiaron?» , pensaba el adolescente, quien ya no tenía motivo, ni razón para continuar con su rebeldía, puesto que el hambre ya no volvió a ser parte de las disputas en su hogar. 

Con un poco de esmero por parte de los adultos y de aquél muchacho, el progreso en su economía se fue incrementando a lo largo de los años, debido a que Corvalo había conseguido un trabajo estable como cocinero en un reconocido restaurante de la zona. Su experiencia en dicho rubro, y los centavos que ahora llevaba a su hogar, le permitieron no volver a padecer de hambre ni a él, ni a su familia. Todo parecía ser felicidad, paz, y tranquilidad entre bromas y cotilleo que los propios comensales se repartían entre sí, cuando se disponía a comer de los exquisitos platillos que el adolescente estaba aun poniendo en práctica. 

"No sabes cuánto me alegra tu progreso, Corvalo. Finalmente aprendiste a cocinar como es debido, y al fin puedes aportar algo a la casa." , dijo la señora Olivia.

"Todavía me falta muchísimo para llegar a ser un experto en la cocina, pero sé que con esfuerzo y el apoyo de ustedes prodré lograrlo."

"¿Lo ves, querida?, te dije que no perdías nada con seguir intentando enseñarle a nuestro hijo las maravillas de la gastronomía."

Con el pasar del tiempo, los tres familiares empezaron a compartir la mesa más seguido, y junto con dicha actividad, los padres habían acostumbrado a Corvalio a que comiera más porciones de las que antiguamente acostumbraba. No llegaba a provocarle obesidad, pero si algunos malestares estomacales. Sin embargo, aquél adolescente proseguía virtuoso y destacado en sus quehaceres. Lástima que aquellos apoderados, no habían olvidado todo el tiempo que les tocó sufrir por hambre; esa sensación les hizo acumular odio, rencor y desprecio hacia Corvalo. Pero evidentemente, ese tipo de emociones eran las que preferían disimular y mantener en secreto.

"Bueno, Corvalo. Me parece tu padre ha ganado muy buen dinero hoy." , dijo la señora Olivia mientras contaba unos billetes.

"¿Significa que podremos tener algo rico en la mesa?" , preguntó el adolescente.

"Por supuesto que sí, de hecho iré ahora mismo a comprar un par de cosas al mercado. Esta noche cenaremos a lo grande."

"Me parece perfecto, mamá. ¿Cocinarás tú o yo?"

"¿Qué opinas si cocinamos juntos?"

"¡Espectacular, así me enseñas algunos trucos tuyos en la cocina!"

"Queda pactado entonces. Esta noche cenaremos lo mejor de lo mejor."

Tal y como se planeó, la señora Olivia se encaminó hacia el mercado para hacer las compras correspondientes, y después volver a casa para cocinar junto a su hijo. Aquella actitud sin duda le pareció un poco extraña al adolescente, ṕues conocía perfectamente a su madre, y muy en lo profundo de su interior sabía que no era algo usual o normal que la señora Olivia acostumbrase a hacer. Sin embargo, no le tomó la debida importancia, y aprovechó para divertirse al lado de su madre mientras esta le enseñaba diversos consejos para su desenvolvimiento en la cocina.

"Muéstrame, madre. ¿Qué has comprado para la cena?"

"Pues tenemos de todo, pero lo principal y lo primordial para esta noche será el cerdo."

"¿Cerdo?, ¿te refieres a ese animal gordito, rosa, pequeño y de cola en espiral?, ¿cómo puede gustarte algo así?, se supone que esos animales viven en el barro." , expresó Corvalo con cierto tono de queja.

"Hijo, no te angusties. Lo prepararemos muy bien, ya verás que te acabará encantando. Haremos desde chicharrón y más cosas que te podrán interesar. ¿Te parece o prefieres que lo guardemos y se descomponga en el refrigerador?"

"Está bien, mamá, tampoco tienes que ponerte así. Si lo que esta noche toca es cerdo, pues eso comeremos."

"Ay, pero que obediente, así me gusta." , dijo la señora Olivia para después besar en la frente a su hijo.

Pasaron unas cuantas horas para que los deliciosos platillos estuviesen servidos en la mesa. Aquél aroma que desprendía la carne de cerdo era única en su especie. 

"Bien, ¿nos sentamos a comer ya?"

"Yo debo salir un momento, Corvalo. Tu padre todavía no regresa del trabajo y me preocupa que regrese tan tarde a la casa. Iré a buscarlo, pero tú por mientras puedes degustar tu propia creación, ¿de acuerdo?"

"Sí, mamá, aquí los espero."

La señora Olivia terminó retirándose de casa, pero Corvalo no sabía que aquella acción fue únicamente un ademán, puesto que dicha mujer se había quedado pacientemente esperando afuera, y precisamente en la calle, debido a que se había propuesto el vigilar a su hijo desde la ventana.

"¿Y bien, querida?, ¿ya dejaste a nuestra presa en la casa?" , preguntó el señor Antonio, quien estaba justamente al lado de su esposa, pues en lugar de ingresar a su hogar como acostumbraba después de volver de trabajar, se había quedado afuera a esperar a que la señora Olivia saliera con la finalidad de acabarse encontrando.




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