Especial De Terror

¿DÓNDE ESTÁN LOS NIÑOS? | 3. SEGUNDA DESAPARICIÓN

Ya que la familia de Sandro no tenían dinero ni para un velorio y mucho menos para un entierro decente para su hijo, tuvieron que darle sepultura justo en el patio trasero de la madre de Sofía. La ceremonia se estaba realizando junto a todos los pueblerinos del lugar, y justo en aquél momento menos esperado es cuando aparece la segunda víctima. 

Sofía se había quedado jugueteando con Eduardo, puesto que el entierro de su amigo ya era lo suficientemente triste para todos, quienes estaban llorando el respectivo e incesante mar de lágrimas. Pero el percance surgió cuando todos estaban por marcharse a sus hogares, puesto que ahora se había extraviado el pequeño Eduardo. 

La madre del desaparecido estuvo buscando por horas y horas, llamando al nombre de su hijo entre gritos y llanto, pero por más que intentó hallarlo, nunca logró siquiera volver a escuchar su voz. ¿Dónde estaba?, eso se preguntaban todos y cada uno de los presentes, quienes ahora dejaron de sospechar de la madre de Sofía, pues ella había estado pendiente del entierro del pequeño Sandro. Sin embargo, las dudas ahora cayeron sobre la bien nutrida de Sofía, quien continuaba comiendo más  y más chocolates mientras recibía la avalancha de preguntas que los pueblerinos le hacían en su desesperación por saber la ubicación de Eduardo.

"Yo estaba jugando con él a las escondidas. Pero cuando yo me escondí, él ya no me volvió a buscar.", dijo la pequeña Sofía ante todos los pueblerinos, mientras temblaba de solo pensar que había vuelto a perder a otro de sus compañeros de juego.

Todo el pueblo empezó a cuestionarse de dichas desapariciones, pues evidentemente eran, además de molestosas, preocupantes; sobre todo por las nulas respuestas que llegaban a sus cabezas para justificar dichas ausencias de los infantes. Ahora, se imaginaban que la próxima víctima sería la pequeña Sofía, y por ello se plantearon la idea de mantenerse alertas para evitar dicha desgracia antes de que sucediera. Sin embargo, Sofía no dejaba de rodearse de los azúcares, que ya se habían hecho parte de su estilo de vida por completo.




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