Durante las frías vacaciones fue que todo sucedió. Me encontraba en un viaje con mi familia. Todo parecía estar como siempre, un poco aburridas y yo tratando de fingir estar bien y ser lo suficientemente educada como para no causar ni un problema a mis padres. En ese entonces todo el acto de estar siempre bien era algo muy necesario si deseaba mantener todas las cosas igual. Pero, sin darme cuenta, era un poco difícil el mantener por siempre esta actuación.
Mientras me encontraba jugando sola en el columpio, mientras esperaba que mis padres terminaran de hablar con unas personas importantes, o eso es lo que me dijeron. Pero, qué más da, todo lo que veía a mi alrededor eran varios niños que se divertían con sus familias o con sus amigos. En mi caso, era como alguien que era excluida de este panorama.
Pero, mientras estaba sentada y miraba a los demás sonriendo y riendo, siendo felices. Alguien se acercó a mí desde atrás. Con un "Hola, ¿Quieres jugar conmigo?" fue que lo conocí. Esta persona no era como los demás que me estuvieron ignorando, incluso algunos de ellos eran compañeros de clases pero nunca quisieron tener que ver nada conmigo.
Yo, un poco sorprendida, lo ignoré y no le hice caso en lo más mínimo. Esto era de esperar, la verdad, ¿cómo se atreve acercarse a mí así de la nada y luego hablar como si nos conociéramos? No importa nada de ello, lo importante era que el mantenerme alejada de todos era la mejor opción y, siendo que he tenido que cambiar de escuelas en varias ocasiones, es lo que me ha dejado sin amigos. No es que no quisiera hacerlos, sino que en muchos casos ellos se alejaban de mí al ser que era para todos como alguien que salió de la nada y extraña ante ellos. El ser que me iba bien en las clases y nunca podían ganarme en ni un curso, era algo que hacia que ellos me envidiaran.
Soy consciente que, con el pasar del tiempo, llegue a sentir que eso era algo normal y no me dejé llevar por los demás y ya no trataba de acercarme a los demás, sino que comencé a levantar un muro para que no se me acercaran en lo más mínimo.
Pero, desde ese momento en que me encontré con este niño, mis días de paz terminaron. En aquel lugar donde me pidió, no se detuvo a pesar de que lo ignoraba, sino que se volvía un completo fastidio mientras me preguntaba por varias cosas como el seguirme sin descanso. Él hacía preguntas como "¿Cómo estás?" "¿Es divertido jugar solo?" "¿Dónde estudias?" "¿De dónde eres?" y, sobre todo "juega conmigo" de esta manera, cada vez que veníamos a este lugar por los negocios de mis padres y, mientras ellos me dejaban en el parquecito, ese niño se acercaba a mí sin dejarme respirar.
Después de haber estado de esta manera por casi dos semanas, al final me termine rindiendo y acepte jugar con él. No podía creer que este niño me había ganado y ahora me encontraba con él jugando. Lo primero que estuvimos haciendo fue jugar con el columpio, en el resbaladero, en el sube y baja. No puedo creer que era tan divertido el estar jugando con alguien más y no sola.
De esta forma se empezó a ir las horas y sin darnos cuenta, la hora de ida se acercaba tan rápidamente. Desde ese día, todos los días jugaba con el niño y ya no me sentía tan aburrida. Corríamos, nos enojábamos y reíamos juntos. No podía estar más feliz por todo lo que estaba pasando. Al iniciar las clases y entrar en básico, termine encontrándome con el niño nuevamente. No podía creer que estaríamos yendo al mismo lugar a estudiar desde ahora.
En cuanto lo vi, me acerque a él y de la misma forma la conversación fluyo tan rápidamente que no nos costó adaptarnos a nuestra nueva etapa en la vida. Los dos estuvimos divirtiéndonos incluso en la hora de recreo. Al salir del instituto, nos dirigíamos a mi casa para poder hacer las tareas y poder repasar un poco. En ese entonces no tuve un mejor amigo que él. Mis padres no se encontraban casi siempre pero, mientras él me acompañara, no me parecía hacer falta. Pero, luego de eso, al final volvió a llegar el momento de despedirme de él.
Así es, estando en mi tercer año y finalizando básico fue que me tuve que despedir de mi querido amigo para volver a viajar sin rumbo. Pero, lo que sucedió durante esa despedida fue algo que no me esperaba. Él, justo en el momento en que me encontraba saliendo de casa y a punto de subir al carro para irme, apareció corriendo y, mientras recuperaba el aliento, me dijo que esperaría el día en que nos pudiéramos volver a encontrar y cumplir nuestra promesa que nos hicimos hace un tiempo. El escucharlo y ver que no se olvidó mi ni perdió la oportunidad de despedirme, me hizo tan feliz. Que, sin poder dejar que todo volviese a cuando era aquella pequeña que sólo sabía mantenerse bajo las ordenes de sus padres, no pensaba a seguir fingiendo ni mucho menos volver aquella vida aburrida.
Si alguna vez regreso aquí, espero poder verte de nuevo, aunque esté en contra de todo. Tú serás el único que conocerá mi secreto y como soy en realidad, así como solo yo conozco como eres en realidad. Mi familia, la apreciación de este camino que me has enseñado y el poder encontrar aquello que es sólo para mí, la próxima vez no lo dejaré escapar y lo retendré con todas mis fuerzas sin permitir que alguien más me lo arrebate. Es por ello que, recuerda nuestra promesa y no dejes que sea algo del pasado, pues yo lo tengo muy presente como si se tratase de mi propia vida.
Editado: 22.06.2021