Especiales 6

Mi princesa: Entrenamiento

Estando en lo profundo de una montaña muy poco transitada, debido a la peligrosidad que representaba la misma, una reunión se estaba llevando a cabo. Esta no era una reunión cualquiera en la que una persona particular pudiera ingresar, ni siquiera las grandes potencias podría interferir de forma tan casual en la misma.

 

Si alguien llegara a ver y sobreviviera para contarlo, diría que era un abanico de colores que se podía ver, un sinfín de dialectos, vestimentas, costumbres y colores se podía notar en cada punto del lugar. El bullicio de este lugar no podía ser escuchado con tanta facilidad, esto se debía a que cada una de las personas que se encontraban reunidas no eran común. Desde el más grande hasta el más pequeño, la forma en que caminaban era tan delicadamente que hasta la mínima pizca de imperfección no se podía notar a simple vista.

 

Si se llegara a buscar una forma de tratar de describir su forma de caminar y actuar, se podría mencionar que era una reunión de aristócratas o de personas que se encuentran en la clase más alta posible, sin embargo, esto no era así. La verdad en este gran grupo que llegaba a ser apenas unas cien mil en todo el mundo, pero que se acercaban en esta lugar sólo los representantes de cada uno de los grupos que integraba cada rincón del mundo, haciendo posible que la movilización se mantuviera tan encubierta que nadie se daría cuenta de cómo se movilizaron alrededor de unas mil personas por todas partes del mundo hasta esta parte y reino que no era tan fuerte, pero albergaba una fuerza escondida que no se dejaba ver a la luz con tanta facilidad, pero con una lealtad inquebrantable mientras no fuera nunca en contra de sus reglas.

 

En el momento en que todos se encontraban pasando de un lado a otro, entre platicas muy cordiales y amistosas, un pequeño niño de apenas unos cuatro años se encontraba corriendo tras una pelota color rojo que rebotaba sin cesar en el camino transitado. De un lado a otro él iba tras su pelota sin perderle la mirada en ni un instante, pero lo que se podría destacar de esto era el que en ni un momento terminó chocando con alguna de las personas que pasaban al igual que logró mantener su paso sin caerse o perder en ni un momento la pelota que se alejaba cada vez más de él y se veía un poco difícil el poder recuperar su querida pelota que lo había estado acompañando durante ya un tiempo y fue un regalo de sus papás.

 

De pronto la pelota se detuvo, esto fue debido a que un hombre que se vestía de forma elegante la detuvo con su pie para luego dirigirlo directamente hacía sus manos. En el momento en que este hombre dirigió la mirada hacía el niño sólo vio que este niño no parecía nada especial en comparación con los demás que se encontraban en este lugar reunidos.

 

El niño, llegando hacia aquel hombre, vio su preciada pelota roja en las manos de él, por lo que se detuvo justamente a un lado de él y dijo – Buenos días señor… disculpe señor, ¿Será que me puede devolver mi pelota? – aunque pareciera alguien común para le hombre, no, incluso un poco más retrasado que los demás, eso no significara que estuviera por encima de los niños de su edad. El señor viendo con sumo cuidado el rostro del niño que deseaba recuperar su pelota, dijo – lo siento, pero no me es posible devolverte esta pelota – el niño, un poco triste, preguntó – ¿Por qué? – el hombre – no es algo bueno que estes corriendo detrás de una pelota de una forma muy tonta, es tiempo de que empieces a entender que la etiqueta es una de las cosas que debemos de ser capaz de mantener en todo momento, y no podemos estar perdiendo el tiempo en cosas como lo es el estar corriendo detrás de una simple pelota – el niño, con una lagrima que estaba a punto de salir, respondió – pero… pero señor, por favor, devuélvame mi pelota, ya verá que no volverá a suceder – el señor, mirando con un poco de desprecio, sólo se dio la vuelta mientras decía – no puedo permitir algo como eso, todos deben de tomar muy en serio sus papeles sin importar la edad, así que es algo inaceptable ver que hagas algo como eso – el niño, que no quería perder su pelota, corrió y se colgó del pie del señor mientras decía – por favor señor, regréseme mi pelota, se lo ruego, es un regalo que me dieron mis papás, así que no puedo perderlo – el señor, que empezó a sacudir su pie para poder deshacerse del niño, continuo diciendo – ya basta, déjame en paz. No puedo creer que seas persistente, pero eso no hará que te devuelva la pelota – el niño – pero, pero señor… la pelota es mía, por favor, por favor… no quiero perder mi pelota, es algo muy importante para mí, y no quiero perderlo. Señor, no sea así, devuélvame mi pelota – unas lágrimas empezaron a brotar y recorrer aquella carita tan inocente – señor… se lo pido… devuélvame mi pelota – el señor cada vez agitaba con más fuerzas su pie, pero no lograba deshacerse del niño.

 

Aquel alboroto que estaba haciendo estaba empezando a llamar la atención de transeúntes que pasaban cerca de ellos pero que no trataban de quedarse por mucho tiempo y mantenían el paso sólo dejando escuchar unos susurros que decían “¿Qué esta pasando ahí?” “No puedo creer que estén haciendo demasiado alboroto” “Obstruyen el paso a los demás, ¿No pueden pelear en otro lugar?” “Es mejor no acercarse a ellos” entre otras cosas más.

 

El señor, que ya había perdido la paciencia, agarro con fuerza la pelota y la reventó al aplastarlo con las dos manos para luego lanzarlo lejos de él. El niño, al ver que su pelota había sido destruida, ante la tristeza de perder su pelota, soltó un poco el pie del señor, el cual fue le momento justo para que él capaz de lanzarlo y hacer que cayera justamente a unos pocos metros lejos de él.



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En el texto hay: historias

Editado: 15.09.2022

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