En este instante, cuando Dali aún era muy pequeña, toda la casa se encontraba feliz por encontrarse con varias personas muy dignas de llevar el nombre del grupo. Pero, conforme iba pasando el tiempo, este se iba reduciendo muy rápidamente.
La cuestión de la disminución de este grupo no era por que no contara con suficiente poder, sino que la oferta que obtuvieron de otros les fue de3amasiado tentadora. En el caso de Sindi, a quien Dali le pregunto el motivo de esto, sólo le respondió con "no son dignos de seguir en la secta si su avaricia los llega a cegar. Además, hay que estar preparados, el día que tanto se había temido está por llegar".
Dali, que no podía siquiera conocer con detalle sobre lo que quiso decirle con estas palabras, sólo le quedaba seguir hacia adelante y tratar de ser lo suficientemente fuerte como los demás. Sin embargo, como era de esperarse, al paso de unos seis meses, todo el lugar quedo casi desierto.
Dali, que andaba paseando por el jardín de la casa secundaria, miraba como las plantas habían crecido mucho y, en el caso de unas muy raras que sólo florecen en determinado tiempo en el año, estaban casi por florecer. Ella, acercándose para ver como el capullo dejaba ver un aura blanca salir de ella, aunque un poco débil, le indicaba que la llegada del otoño estaba por entrar.
Sin perder para nada el tiempo, se dirigió a su habitación para ir a traer unos pergaminos que le fueron dados. Al abrir estos, se puso a investigar si era necesario tener cuidado con esta cuando floreciera y para que servía. Ella, como cada año se encontraba fuera en el momento de su florecimiento, nunca había visto como era. Al igual que, a pesar de que tratar de preguntar y averiguar de que se trataba o ver como parecía cuando lo hacía, se le fue restringido todo acceso durante un tiempo para poder tener algún contacto con esta durante una semana.
Entre todas las cosas que tenia que pensar, el aprender y fortalecerse era algo muy valiosos en su familia. Pero, como la familia estaba perdiendo su nombre y poder ante los demás grupos, no podía quedarse de manos cruzadas y dar lo mejor de sí. Durante todo el tiempo que había pasado, a los principales discípulos eran a los únicos que se le permitía aprender las técnicas secretas del grupo. Pero, como única excepción, ella también pudo tener este4 honor al poder mostrar tener talento a la edad de cuatro años.
Esto en realidad se debía a que ella pudo notar el deterioro del grupo desde temprano y, con la ayuda de su hermana mayor, fue que el proceso de aprendizaje inicio a los tres años. En sí era demasiado joven pero su hermana mayor sabia que el peligro se estaba aproximando y no siempre podría protegerla. Y, como resultado de esto, fue que demostró tener suficiente aptitud a una temprana edad.
Si su hermana hubiese sido alguna persona común en el grupo, no le habría sido posible enseñarle a su ella a muy temprana edad, pero en realidad su hermana contaba con algunos secretos del grupo que le permitía transmitir varias cosas a un niño de unos tres niños para que se volviera alguien de que temer.
Dali, suspirando y pensando que al fin podría ver de que se trataba esto que le mantenía alejada por una semana de todas las cedes y sólo podía estar en su cuarto durante este tiempo, termino con una gran decepción al ser que no encontraba ni una información que le ayudara a entender que era lo que sucedía en sí y terminaba nuevamente sin respuestas.
Al llegar la noche, entre las diez de noche aproximadamente, fue que algo empezó a escucharse en las afueras. A pesar de ser muy sigiloso todo afuera, entre una concentración muy profunda se lograba entender que algo no andaba bien.
Esto se debía a que en las afueras de este lugar había varias personas de diferentes grupos que se estaban agrupando y esto estaba pasando justo en medio de la llegada del espectáculo que tanto deseaban ver los del grupo de Dali. En lo profundo del bosque, se iban moviendo lentamente y con mucho cuidado para no llegar a llamar demasiado la atención hasta que les fuera ordenado dar inicio al ataque.
Dali, que estaba aún despierta y en su cuarto, miraba por su ventana a las afueras. Al ser las diez y cuarenta y cinco, Dali decidió acostarse y dormir. Pero, al escuchar un ruido fuera de lo normal. Se dirigió a su armario donde se escondió. Ella, a provechando que había un pequeño agujero que hizo hace tiempo en este, fijo su mirada detenidamente hacia la ventana de su habitación.
Al escucharse que los grillos empezaron a cantar, los cuales lo hacían a las once en punto todos los días, fue que toda la operación de las personas que estaban a fuera dio inicio. Entre el bosque, en diferentes puntos, de pronto se vio la invasión en las diferentes sedes por todos los grupos. Esto no era nada más que la aniquilación del grupo más poderoso para que todos los demás pudiesen reclamar este titulo y, a la vez, crear un nuevo orden en la historia y los grupos a su alrededor.
En el instante en que todos se dieron cuenta de que estaban completamente rodeados, fue que empezaron a juntarse en grupos de cinco para poder hacerse cargo de todos los que estaban apuntando a su extensión. Pero, como el grupo se había reducido demasiado desde que todo dio inicio, fue que se podría decir que la desventaja era tan obvia. Si se conta entre los números era como una pelea de uno contra mil personas. El grupo, que nunca dejarían que fuera herido su honor ni mucho menos ser pisoteados tan fácilmente, estaban muy seguros que tendrían que pelear y no se podrían contener contra nadie se es que desean poder continuar con vida. Ante sus adversarios, que veían a una pequeña presa indefensa ante sus ataques, era el mejor momento para terminar contra las personas a quienes nunca habían logrado superar con anterioridad.
Al empezar la lucha, todos iban encontrar de los diferentes discípulos del grupo sin tener piedad y, tratando de separarlos al tratar de hacerles perder la cordura, fue una masacre lo que se vio en aquella luna llena. Los discípulos, al lograr derribar a quienes les atacaban, eran nuevamente atacados por varios que salían entre la oscuridad. Esto lo hacían con el afán de no dejarles descansar.