Negro es el color de los Entes, criaturas de aspecto siniestro e invisibles al ojo que se desplazan por el mundo en busca de miseria humana, para sobrevivir requieren un huésped, un alma condenada a pasar su vida sufriendo por dentro, se le pegan cual parasito pero es más una relación simbiótica, otorgan un sedante paliativo que impide que su huésped sea arrastrado muy lejos por el dolor.
Ese milagroso alivio es el talento, casi cada persona en el mundo tiene uno aunque no todas, las personas felices, las personas normales, las personas llenas de esperanza, el sabor de su miseria es terrible y los Entes los evitan; en cualquier caso hay más seres humanos que Entes y la comida no escasea, además, una vez en un huésped este puede durarles años, su único momento de preocupación es cuando muere y deben apresurarse a conseguir otro, si no eligen bien y rápido pueden morir…o algo peor.
Todo lo que cubría al bebe era una toalla blanca, la única cosa limpia en el basurero donde lo fueron a botar, en el callejón detrás de un lujoso hotel, nadie había escuchado su llanto suplicante y solo los Entes llegaron, atraídos por la miseria, cuando ya no le quedaban fuerzas para llorar.
Dos o tres lo miraron y se fueron, no era un buen huésped, moriría de un momento a otro y tanta miseria de golpe era dañina, al rato apareció otro, estaba muy delgado pues había pasado largo tiempo sin un huésped, vio el mismo problema que los demás pero el hambre lo hizo arriesgarse de manera que se puso sobre la criatura y la mordió para tomar su miseria; los otros habían tenido razón al alejarse, el dolor era tan intenso, tan primigenio y puro, que ocasiono una fractura en la gema del Ente, la fuente de su poder, su repentino contacto dio nuevas fuerzas al bebe.
-¡Válgame!-exclamo una voz.
Una joven se asomo al basurero, lanzo otra exclamación y saco de allí a la criatura aun envuelta en la toalla, la chica no podía tener más de dieciséis años, vestía de manera en exceso provocativa, tenía unos espectaculares ojo color miel y usaba demasiado maquillaje, como se evidencio en todo el delineador que se le corrió cuando le brotaron algunas lagrimas.
-¿Pero quién podría hacer algo tan vil?-lo acuno en sus brazos-ya, ya, todo va a estar bien, te voy a cuidar.
Lo primero era alimentarlo, se acerco a la basura más cerca a la puerta trasera del hotel y encontró algunas botellas de leche en una caja, la mayoría estaban vacías pero una estaba llena casi a la mitad, la saco, la abrió y olfateo su contenido, aun estaba buena.
-Esta gente rica…-comento, yéndose a un rincón donde poder sentarse-ahora veamos, esto lo leí en alguna parte asique debe funcionar.
Saco un pañuelo de su bolso, le hizo un nudo y lo remojo en la leche, luego lo acerco a la boca del niño y, tal y como esperaba, este comenzó a chupar la leche de la tela, repitió la operación hasta acabar la botella, quizás aun tuviera hambre pero le había dado lo suficiente para que se tranquilizara y aguantase otro rato; el ente sobre él estaba agradecido, mas ahora que se había dado cuenta de su error, su gema estaba rota y si su nuevo huésped moría no iba a resistir el tiempo suficiente para conseguir otro, desde ese momento sus días estaban contados, viviría lo que esa pobre criatura fuera capaz de sobrevivir.
Por cierto que la joven no tenía ningún Ente, no es extraño que algunas personas pasen años sin uno y de repente desarrollen una habilidad al ser adultos, pero en su caso era porque, como noto nuestro Ente enseguida, era una optimista, vivía en las calles, al día, vendiéndose por dinero, y aun así era una despreciable optimista, su miseria debía tener un gusto atroz.
-Eso, ya estás muy bien, ¿verdad?-decía en tono mimoso-si eres una cosita hermosa, sí que lo eres-rio para sí-Gilbert se va a poner como loco cuando llegue a casa contigo.
Escucho la puerta abrirse y se escondió, alguien salió con una bolsa de basura, en cuanto se fue se acerco a revisarla, increíble, estaba llena de cajitas de postre y fruta en perfecto estado que simplemente habían tirado porque no se consumieron ayer, es que realmente, esa gente rica…; saco de su bolso una bolsa de plástico y tomo todas las que pudo antes de irse de allí con el bebé.
El nombre de esta joven es Monique y tenia dieciséis años, a los doce había sido secuestrada por una gente que se la llevo lejos de su país de origen, ella juraba que era francesa, y se la trajo a Estados Unidos para prostituirla, le hicieron cosas terribles pero nunca destruyeron su espíritu, era una luchadora, una chica astuta y estaba llena de esperanza; hacia un año y medio había logrado finalmente escapar, y lo hizo con tanto dinero en el bolsillo que tomo un autobús al otro lado del país, hasta California.