Espectro de mi alma

Entre todos, solo él

El lugar estaba a reventar.

Luces de neón recorrían las paredes como serpientes eléctricas, el bajo hacía vibrar el piso, y una niebla artificial flotaba entre la gente que ya se movía al ritmo del DJ de apertura. El evento apenas comenzaba, pero todos sabían que DJ Specter era quien realmente encendería la noche.

Gwen y Victoria caminaron entre la multitud, esquivando vasos levantados, saludos al aire y flashes de selfies. Gwen llevaba el cabello suelto, labios oscuros, y una chaqueta corta que no lograba tapar los nervios que sentía en el pecho.

—¿Estás bien? —preguntó Victoria, que a pesar de ir sonriendo y grabando videos para sus historias, no le quitaba ojo a su amiga.

Gwen asintió, pero su mirada estaba fija en la tarima aún vacía al fondo del salón.
Sabía que detrás del telón, en algún lugar, Jayden ya no era Jayden. Era Dj Specter. Y eso, de algún modo, la ponía más ansiosa de lo que esperaba.

—Gwen —insistió Victoria, ahora más seria—. ¿Estás bien en serio? Estás apretando el celular como si fuera una granada.

Gwen bajó la vista y se obligó a reír. —Estoy bien. Solo… no sé. Es raro ver todo esto para mi

Victoria le dio un codazo con una sonrisa cómplice.

—Pues si vas a estar así de nerviosa toda la noche, lo mejor será que vayamos por un trago antes de que explotes —dijo—. Solo uno, para soltar el cuerpo. Y luego gritamos como groupies cuando ese hombre misterioso suba al escenario.

Gwen soltó una carcajada, más relajada, y asintió.

—Está bien. Solo uno.

—Y que sea fuerte —añadió Victoria—, porque esto se va a poner bueno.

Se dirigieron a la barra, justo cuando las luces cambiaron de color y el presentador anunció por los parlantes:

—¡Y ahora sí! Prepárense… porque el espectro está por llegar.

Gwen giró de inmediato. El corazón le latía con fuerza.
Victoria alzó su copa vacía y gritó con entusiasmo.
La multitud empezó a empujar hacia la tarima.

DJ Specter estaba por aparecer.

El bajo se apagó.
La música cesó.
Un murmullo atravesó la multitud como una ola que se repliega antes de estrellarse.

Gwen sostenía su vaso medio lleno, pero lo había olvidado por completo. Victoria estaba a su lado, saltando emocionada, grabando con el celular en mano. Ella apenas podía parpadear.

Las luces se apagaron de golpe.

Oscuridad.

Y entonces… la primera nota.

Un sonido grave, envolvente, se deslizó por el salón como un eco subterráneo.
Luces blancas rasgaron la oscuridad en destellos. Humo en la tarima.
Y una silueta emergió, elevada, con los brazos extendidos como un rey del caos.

DJ Specter.

Cuerpo erguido, chaqueta negra con detalles metálicos que reflejaban cada flash, máscara brillante con líneas de luz doradas recorriendo la superficie. Nadie podía verle el rostro, pero Gwen sí lo reconocía. Lo sentía.
El modo en que alzaba la mano izquierda antes de tocar.
La forma en que sus hombros se tensaban justo antes del drop.

El público rugió.

Y él, con una calma casi antinatural, colocó sus manos sobre los controles.

Boom.

El beat cayó.
Luces estallaron en sincronía.
Y la multitud brincó como un solo cuerpo.

Victoria gritó como si acabara de ganar un premio, levantando su copa.

Gwen no. Gwen no podía.

Porque en medio del caos, él la encontró.

Desde lo alto, su mirada escondida bajo esa máscara se fijó en un solo punto.
Ella lo sintió. Como si todo alrededor se difuminara, como si los latidos de la música se alinearan con los suyos.
Jayden.
Specter.
Ambos.

Su pulso se aceleró. Él no dijo nada. No podía. Pero asintió apenas con la cabeza. Pequeño. Íntimo. Para ella. Solo ella.

Y entonces, con un giro elegante, se entregó a la música.
A su mundo.

Gwen tragó saliva y se obligó a respirar.

Victoria la tomó del brazo, sonriendo como loca.

—¡¿Estás viendo eso?! ¡Te lo dije, Gwen! ¡Este tipo es un maldito genio!

Pero Gwen no respondió.

Porque en el fondo, por mucho que Specter hiciera explotar ese lugar…

ella había conocido al chico detrás de la máscara.
Y él la había visto… entre todos.

La música rugía. La pista era un mar desbordado de luces, cuerpos y euforia.
Gwen sentía cada vibración del bajo en el estómago, cada golpe de luz como un relámpago en la piel.

Victoria bailaba cerca, sin parar, moviendo los hombros al ritmo como si la fiesta hubiera sido hecha para ella.
Pero Gwen no podía concentrarse en eso.

Solo lo miraba a él.

Desde su tarima, bajo la máscara, Jayden era un misterio para todos.
Para todos… excepto para ella.

Él soltaba cada cambio de pista con precisión, como si jugara ajedrez con los sentidos de la multitud.
Pero ella lo notaba.
Ese pequeño giro de cabeza.
Ese segundo exacto en el que sus ojos la buscaban, aunque apenas pudiera distinguirla entre la multitud.

Y cuando la encontraba… todo se detenía.

Solo un instante. Solo una mirada.

Pero eso bastaba.

Una sonrisa apenas dibujada en los labios de Gwen.
Un leve asentir con la cabeza por parte de él.

No necesitaban palabras.
No necesitaban acercarse.

Porque se entendían.

“Estoy aquí.”
“También yo.”
“No estás solo.”
“Ni tú.”

Jayden subió el ritmo y la sala explotó en saltos y gritos.
Victoria la empujó con suavidad para bailar juntas. Gwen se dejó llevar por unos segundos, riendo.

Pero siempre volvía a buscarlo.
Y él, siempre volvía a encontrarla.

Era como un lenguaje solo suyo.
Una promesa muda entre canción y canción.
Un refugio en medio de la locura.

Y por más que no se tocaran…
nunca estuvieron tan cerca.

Gwen miró su reloj entre luces estroboscópicas y risas lejanas. Las agujas marcaban más de lo que debía permitir.
Su corazón titubeó.




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