Espectro de mi alma

Una nueva oportunidad

La tarde había llegado tranquila, y Gwen organizaba sus cosas en la veterinaria cuando Jayden apareció de repente, con una sonrisa algo sospechosa y un brillo especial en los ojos.

—¿Qué haces aquí tan misterioso? —preguntó Gwen, cerrando una caja de postres.

—¿Puedo secuestrarte por un rato? —dijo él, entre risas—. Necesito que vengas conmigo. Vic, ¿nos acompañas?

Victoria asintió con una sonrisa cómplice. Antes de que Gwen pudiera preguntar más, Jayden sacó una venda de su chaqueta.

—¿Qué es esto? —dijo Gwen, alzando una ceja.

—Solo confía en mí —le respondió él con una voz suave, mientras le colocaba la venda cuidadosamente—. Te prometo que no te arrepentirás.

Gwen dejó escapar una risa nerviosa mientras salían del local. Durante el trayecto en auto, escuchaba a Jayden y Vic susurrar algo en la parte delantera.

—¿Qué están tramando? ¿Qué fue ese "oh por Dios"? —preguntó ella, claramente intrigada.

—Nada, nada —respondió Victoria con tono burlón—. Ya lo verás.

Caminaron unos metros más, hasta que Jayden se detuvo frente a un edificio. Le sostuvo las manos con firmeza.

—¿Lista?

—No estoy segura —respondió Gwen, riendo.

Jayden le quitó la venda con delicadeza.

Gwen parpadeó un par de veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz. Estaba frente a la entrada de un local vacío. Las ventanas grandes permitían ver un espacio diáfano por dentro, con mucha luz natural y un cartel improvisado pegado en la puerta que decía: "Próximamente: El rincón más dulce de la ciudad."

—¿Qué es esto? ¿Qué hacemos aquí? —preguntó, confundida.

Jayden le extendió un pequeño llavero con una llave colgando.

—Este es tu nuevo comienzo —dijo él—. Tu futura pastelería.

Gwen se quedó sin palabras, los ojos grandes, brillando.

—¿Estás hablando en serio?

—Totalmente —respondió Jayden, con una sonrisa tranquila—. No puedo dejar que sigas sacrificando lo que amas por mí. Este es mi regalo para ti… por estar, por apoyarme, por no soltarme incluso cuando no te pedí que lo hicieras. Tú mereces un lugar que sea todo tuyo.

Sin decir más, Gwen corrió hacia la puerta, insertó la llave y entró. Sus pasos resonaban en el suelo vacío, y cada rincón parecía prometer algo nuevo.

—¡No puedo creerlo! —exclamó, volviendo hacia él para besarlo con emoción—. ¡Jayden, esto es… esto es demasiado!

Él acarició su rostro con ternura.

—No. Es justo. Este lugar va a tener tu esencia. Y cuando vuelva de la gira… quiero probar tu primer pastel horneado aquí.

Victoria los miraba desde la entrada, con una sonrisa enorme y ojos llorosos.

—¡Estoy gritando por dentro! —susurró.

Y en ese momento, Gwen lo supo. Pase lo que pase en adelante, ese local no solo sería su pastelería… sería su sueño con raíces, su pedazo de hogar, y el lugar donde todo había empezado a cambiar.

Jayden tomó las manos de Gwen con suavidad mientras aún recorría el lugar con la mirada brillante de emoción.

—Ah, y antes de que lo olvide… —dijo, sacando su teléfono y mostrándole la pantalla con una cuenta regresiva de estreno—. Mañana saldrá una nueva canción. Se llama “Raíz”.

—¿Otra sorpresa? —preguntó Gwen, sonriendo con curiosidad.

—Esta es especial. Es completamente tuya —respondió él—. Regalías, crédito, todo. Porque tú creíste en mí cuando yo no lo hacía. Esta canción no existiría si no fuera por ti.

Gwen lo miró en silencio por unos segundos, con los ojos humedecidos, y luego lo abrazó fuerte, sin necesidad de palabras. Sabía que ese regalo era más que un gesto… era un pedazo del alma de Jayden que ahora también le pertenecía.

Vic, que los observaba en silencio desde un rincón, soltó entre sollozos:

—No puedo evitarlo… —y corrió a abrazarlos a los dos—. ¡Estoy tan feliz por ustedes!

Los tres se quedaron ahí, envueltos en un abrazo lleno de promesas, sueños cumplidos y otros tantos por cumplir.

Mientras seguía escribiendo con rapidez en su libreta, Gwen murmuró más para sí que para los demás:

—Voy a necesitar también un horno más grande... y alguien que me ayude con las entregas. Y alguien en caja… uff, tengo que empezar a buscar a las personas adecuadas.

Jayden, que no le quitaba los ojos de encima, se inclinó hacia ella con una sonrisa curiosa.

—¿Y cómo se va a llamar esta joya de pastelería?

Gwen se detuvo por un segundo, levantó la mirada y, con una mezcla de orgullo y timidez, respondió:

—Day Dreams Bakery.

Victoria exclamó un suave "aww" detrás de ellos, mientras Jayden ladeaba la cabeza.

—¿"Panadería Sueños de Día"? —repitió con una sonrisa encantada—. Suena justo a ti.

Gwen asintió, un poco sonrojada.

—Es el nombre que siempre imaginé… por si algún día tenía algo mío. Porque mis mejores ideas siempre nacieron de sueños despierta.

Jayden la miró con una mezcla de admiración y ternura, como si acabara de enamorarse aún más.

—Entonces este lugar está destinado a ser mágico. Porque tú haces que soñar valga la pena.

Victoria aplaudió bajito, y por un instante, los tres quedaron en silencio, contemplando ese local vacío que ya rebosaba de ilusiones.

Gwen anunció que iría al supermercado cercano a comprar algunos productos de limpieza para comenzar con la preparación del local. Salió con prisa, emocionada, dejando a Jayden y Victoria a solas por primera vez.

Victoria lo miró con seriedad, cruzando los brazos.

—Oye —dijo sin rodeos—, espero que todo esto sea realmente porque la quieres… y no la vayas a lastimar. Gwen vale muchísimo. No solo lo digo por ser mi amiga.

Jayden la miró con respeto, sin interrumpirla.

—Cuando nos conocimos —continuó Vic—, yo la estaba pasando muy mal… y ella, sin conocerme, sin pedir nada a cambio, me tendió la mano. Gwen es así, se preocupa más por los demás que por ella misma.

Jayden bajó un poco la mirada y luego asintió con sinceridad.




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