Jayden revisaba por última vez su maleta. Había metido un par de sudaderas negras, su máscara característica y algo de equipo técnico. Hacía un buen tiempo que no subía a una tarima, y esta vez el viaje era más largo… pero lo esperaba con otra energía. Con una diferente razón. Cerró la maleta con determinación y exhaló hondo. Era hora.
Al salir de su departamento, el aire fresco le revolvió el cabello. Sonrió con suavidad, nervioso y emocionado. Caminó hacia el edificio de Gwen, donde ella se encontraba despidiéndose de Victoria. La escena lo detuvo un instante en la entrada. Gwen sostenía una caja de pasteles que Vic había preparado como regalo para el viaje. Ambas se abrazaban con fuerza, y aunque ninguna decía mucho, sus gestos hablaban con claridad.
—Prométeme que me escribirás todos los días —decía Victoria, intentando mantener la voz firme—. Y que me mandarás fotos del local si haces avances desde allá.
Gwen asintió, con una sonrisa húmeda en los ojos.
—Y tú prométeme que vas a probar las nuevas recetas que te dejé anotadas. Y que no vas a olvidar regar mi plantita.
—Ya, ya, parece que te vas un año —respondió Victoria entre risas, secándose los ojos.
Fue entonces cuando Jayden se acercó, cargando su maleta.
—¿Listas? —preguntó con una sonrisa leve, dirigiéndose a ambas.
Gwen asintió, tomando su propia maleta. Jayden extendió la mano hacia ella, y Gwen la sostuvo con cariño. Victoria los miró por un segundo más, sabiendo que algo importante estaba comenzando para ambos.
—Cuídate mucho —le dijo a Gwen, abrazándola una vez más—. Y cuídalo a él también, aunque tenga pinta de tipo duro.
Jayden rió suavemente.
—Lo haré, lo prometo —respondió Gwen, tomándole la mano a Jayden con más fuerza.
Los tres salieron del edificio, y el auto esperaba afuera con el motor encendido.
La gira comenzaba… pero para ellos, también empezaba una nueva etapa que iba mucho más allá de los escenarios.
Subieron al auto y acomodaron sus maletas en el maletero. Jayden ajustó los espejos mientras Gwen conectaba su lista de reproducción al estéreo. Apenas arrancaron, las primeras notas de una canción alegre llenaron el ambiente, y sin pensarlo mucho, ambos comenzaron a cantar a todo pulmón.
El viaje se convirtió rápidamente en una aventura: pararon en pequeñas gasolineras de carretera, compraron botellas de agua, bocadillos y alguna que otra chuchería innecesaria, solo por diversión. En una de las paradas, Gwen salió con unas gafas enormes de colores y se las puso a Jayden mientras reían a carcajadas. En otra, él compró unos dulces típicos del lugar y se los ofreció como si fueran un manjar gourmet.
—Podríamos vivir en la carretera —dijo Gwen en un momento, mirando por la ventana mientras el paisaje cambiaba—. Solo tú, yo, buena música y gasolina suficiente.
—Y una caja de pasteles siempre a mano —añadió él, haciéndola reír.
Las horas pasaban casi sin sentir. Cantaban, bromeaban, hablaban de la gira, del local de Gwen, de sus planes... y por momentos simplemente se quedaban en silencio, disfrutando de la presencia del otro.
No era solo un viaje. Era la confirmación de que lo que estaban construyendo iba más allá de lo cotidiano.
Jayden conducía con una mano en el volante y la otra entrelazada con la de Gwen cuando su celular empezó a sonar. Activó el altavoz.
—¿Dónde estás? —preguntó la voz urgente de su representante—. ¿Ya estás cerca?
—Voy a mitad de camino —respondió Jayden, con tono tranquilo—. Todo va bien, no te preocupes.
—Recuerda que la gente ya está hablando, Specter. Si alguien te ve antes de tiempo, podrías arruinar el misterio. Y si saben con quién estás...
Jayden soltó un suspiró y colgó tras un “luego te llamo”. Siguió en silencio unos segundos, hasta que, sin decir nada, giró hacia un pequeño desvío. Gwen lo miró curiosa mientras se detenían frente a un local de artículos vintage.
—¿Qué pasa? —preguntó ella.
Jayden se bajó sin responder y regresó al rato con una caja. Se la entregó a Gwen, serio pero con suavidad.
—Sé que esto puede parecer exagerado, pero… si empiezan a reconocerme y te ven conmigo, podrían acosarte, seguirte o incluso sacarte fotos para tratar de descubrir más de mí. No quiero que te veas envuelta en eso.
Gwen abrió la caja y encontró una pequeña máscara blanca, distinta a la de él, pero elegante y sencilla, con detalles rosados. Se le notaba el toque especial, como si hubiera sido elegida cuidadosamente.
—¿Quieres que me oculte?
—Quiero protegerte —dijo él—. Esto no es para siempre. Solo durante la gira. Después ya veremos cómo manejarlo. Pero no quiero que esto se vuelva algo feo para ti.
Gwen se quedó en silencio un instante, acariciando la máscara con los dedos.
—Está bien —dijo al fin, sonriendo—. Pero si yo tengo que usar esto, tú tendrás que bailar cuando yo lo diga.
Jayden rió, aliviado, y la abrazó fuerte.
—Trato justo.
Después de varias horas de carretera, Jayden y Gwen llegaron finalmente al hotel donde se hospedarían. El lugar era moderno, pero discreto. En la entrada, algunos carteles promocionaban el evento de esa noche: un diseño llamativo con luces neón, un fondo oscuro y la figura de DJ Specter con su máscara característica. Nada que delatara su verdadero rostro ni su presencia exacta.
Gwen observó los carteles con atención, pero sin decir mucho. Jayden solo le apretó la mano con complicidad.
—¿Lista para tu primera gira como... cómplice fantasma? —le dijo en tono de broma.
—Siempre lista —respondió ella, ajustándose su pequeña máscara decorada con detalles rosados.
El día pasó entre preparativos y un poco de descanso. Cuando llegó la noche del primer show, el lugar estaba lleno. Las luces, los gritos, la música, todo vibraba con energía. Jayden subió al escenario y, como si nunca hubiera dejado de hacerlo, se transformó. El público enloquecía, saltaba, cantaba y pedía más.