Apenas bajaron del auto, una oleada de gritos estalló en la entrada del hotel. Fanáticos con pancartas, cámaras encendidas y celulares grabando los rodearon en cuestión de segundos. Jayden ajustó su máscara mientras tomaba la mano de Gwen, apretándola con firmeza.
—No te sueltes —murmuró.
Caminaron a paso rápido, pero no lo suficiente. Manos estiradas intentaban tocarlo, cámaras buscaban el ángulo perfecto y los murmullos comenzaron a crecer.
—¿Quién es ella?
—¿Desde cuándo DJ Specter tiene novia?
—¡Mírala! ¿Será famosa también?
Gwen bajó la mirada, su capucha bien puesta, el corazón latiéndole con fuerza. Era un mar de ojos curiosos, y aunque Jayden estaba acostumbrado, para ella era todo nuevo. Un choque de luces, voces y presión.
Una chica intentó apartarla para tomarse una foto con Jayden. Él se interpuso con rapidez, sin levantar la voz.
—Por favor, respeten. No empujen. —Su tono era firme, pero educado.
A pesar del caos, se detuvo un segundo. Dos personas se acercaron con carteles temblorosos en las manos. Jayden los firmó sin soltar la mano de Gwen, dibujando su característico rayo al lado de cada nombre. Luego, sin más, les dedicó unas palabras rápidas y siguió avanzando.
—Gracias por venir, chicos. Pero ahora debo irme —dijo, con gentileza, antes de apresurar el paso.
Gwen sintió un nudo en la garganta. No era solo la multitud; era ver cómo él manejaba todo, cómo se preocupaba por ella incluso cuando el mundo entero parecía girar en su contra.
Entraron al vestíbulo, y apenas llegaron a recepción, un par de admiradores más lograron colarse. Jayden los vio venir y, de inmediato, se colocó delante de Gwen como un escudo. Firmó los últimos carteles, esta vez más rápido, mientras pedía con discreción al personal del hotel que los ayudaran.
—Vamos —le dijo a Gwen en voz baja—.
Corrieron hacia el ascensor. Las puertas se cerraron justo cuando alguien gritaba su nombre con insistencia.
Jayden soltó un suspiro largo y se quitó la máscara apenas estuvieron solos.
—¿Estás bien? —le preguntó, girándose hacia ella.
Gwen asintió, aunque aún se le notaba la respiración agitada.
—Fue como estar en una ola gigante —dijo—. Pero sí… estoy bien.
Jayden no respondió. Solo la miró con una mezcla de orgullo y tristeza. Porque sabía que ella no tenía por qué vivir eso… y aun así estaba dispuesta.
—No sé cómo agradecerte —murmuró.
—Ya lo hiciste —sonrió Gwen, apoyando su frente en el pecho de él—. Con Day Dreams. Con creer en mí… con ser tú.
El ascensor subía. Afuera, los murmullos seguían. Adentro, en cambio, todo era silencio… y verdad.
Esa tarde, después de descansar un par de horas y respirar lejos del bullicio, decidieron bajar a cenar.
Sin máscaras.
Sin capuchas.
Solo una pareja más en el restaurante del hotel.
Jayden llevaba una camisa negra sencilla, el cabello aún húmedo por la ducha. Gwen se había cambiado a un vestido ligero, con el cabello suelto y la sonrisa tímida. Ambos querían sentirse normales, aunque fuera por una hora. Un respiro.
—¿Lista para una cena sin gritos ni flashes? —bromeó Jayden.
—Lo estoy deseando —respondió ella, entre risas.
Pero la ilusión no duró mucho.
Apenas se acomodaron en una mesa junto a una ventana, Jayden notó algo. Un par de chicas en una mesa cercana no dejaban de mirarlo. Otra pareja los observaba de reojo mientras fingían revisar el menú. No era la típica curiosidad... había algo más calculado en esas miradas.
Y entonces lo escuchó.
—Sí, mi prima reservó una habitación aquí solo para poder bajar y "toparse" con él —decía una chica a otra, sin saber que su voz llegaba perfectamente a la mesa de Jayden.
—¿Y si está con alguien?
—¡No importa! Con suerte se le acerca y logra una foto. ¿Te imaginas?
Jayden entrecerró los ojos. No era paranoia. Era algo que ya había vivido antes. Fanáticos que pagaban habitaciones de hotel solo para tener la posibilidad de "encontrarse" con él en el ascensor o en el desayuno.
Gwen también los notó. Su expresión cambió.
—No estamos solos, ¿verdad?
Jayden negó con la cabeza, sacando su teléfono discretamente. Abrió una conversación con Norman y escribió:
> “Consíguenos otro hotel. Urgente. No es seguro aquí. Alguien se infiltró en este lugar.”
Envió el mensaje y deslizó el celular boca abajo sobre la mesa. Luego, con la mayor calma posible, volvió a mirar a Gwen.
—Pide lo que quieras —le dijo, con una sonrisa tranquila—. Pero esta será nuestra última cena aquí.
Ella no preguntó más. Solo asintió, entendiendo que, aunque intentaran vivir como una pareja normal, la fama de él los alcanzaría una y otra vez.
Afuera, las luces de la ciudad parpadeaban. Dentro, la velada seguía, pero con la sensación de que estaban siendo observados... como si fueran parte de un escenario sin quererlo.
Esa noche, el escenario volvió a brillar como solo DJ Specter sabía hacerlo. Las luces bailaban al ritmo de sus mezclas, el público no dejaba de corear su nombre, y entre la multitud, Gwen lo miraba desde la zona especial con una sonrisa de orgullo absoluto. A pesar de todo el caos de las últimas horas, allí estaba ella, firme, apoyándolo como siempre.
Cuando el show terminó, en vez de salir por la entrada habitual como un artista más, Jayden decidió hacerlo por el mismo lugar por donde subió al escenario, intentando evitar la multitud. Pero ya era tarde: los rumores se habían esparcido y la gente rodeaba cada posible salida.
Al verlo, la euforia explotó. Gritos, empujones, teléfonos alzados y cuerpos que se lanzaban como olas humanas. Jayden apretó la mano de Gwen mientras el equipo de seguridad abría paso a empujones.
Pero un movimiento brusco, un empujón mal calculado, y Gwen perdió el equilibrio. Cayó al suelo, golpeando una rodilla mientras las cámaras captaban cada segundo. Jayden se giró de inmediato, su instinto más fuerte que cualquier protocolo. La levantó con cuidado pero con urgencia, cubriéndola con su brazo mientras su mirada se volvía fría y determinada.