Espejismo de amor

Golpe de Suerte


Querido Arturo:

Hoy es el final de nuestro verano juntos, y aunque suene demasiado cursi, ha sido tan maravilloso y perfecto que a veces pienso que no es real, que es solo un sueño del cual no quiero despertar. Eres el culpable de mi felicidad, de esta alegría que me llena el alma, de este fuego ardiente que recorre mi cuerpo cada vez que te veo, cada vez que veo esos bellos ojos. Lamentablemente el cuento de hadas está llegando a su final  y esta carta, junto con el  deseo que invade mi cuerpo por besar tus labios, será nuestro “y vivieron felices para siempre”.

Aún recuerdo la primera vez que nos vimos, ¿lo recuerdas?, yo estaba molesta porque mis padres me habían obligado a tomar estas vacaciones lejos de casa para poder pelear por la repartición de bienes en un juzgado sin remordimiento alguno, y tú  estabas jugando volleyball exhibiendo tus perfectos abdominales frente a todas esas chicas sedientas de tu cuerpo. De repente el balón golpeó mi cabeza y tú, tan caballeroso y coqueto, no pudiste evitar rescatar a la damisela en peligro, como todo un héroe. Recuerdo perfectamente que tú hacías de todo por sacarme un sonrisa y yo hacía de todo para que te alejes de mí; lo que nunca supiste fue que al darte la espalda, sonreí. 

Así empezó todo, con un golpe de suerte, y poco a poco fuimos perdiendo la cabeza y dejándonos guiar por el corazón. Nuestros corazones se unieron aquella noche que me entregue a ti por completo y desde entonces laten en sincronía formando una hermosa melodía. Sabes, pese al poco tiempo que nos conocemos no me arrepiento de aquella noche, pues estoy segura de que esto que siento por ti nunca lo sentiré por alguien más. No importa la distancia, ni el tiempo, ni siquiera importa si alguna vez volvemos a vernos, para mi tú siempre serás ese cuento de hadas hecho realidad.  Al ver a mis padres confirmo que el “vivieron felices para siempre” dura poco, sé que el amor y los sueños son efímeros; la idea de un amor eterno no es más que una simple utopía.

En fin, el motivo de esta carta no es hablar acerca de la idea del amor sino hablar acerca de lo que yo siento por ti. Quiero que sepas que no sé lo que es amor, jamás lo he sentido, pero si es lo que todos dicen, estoy perdidamente enamorada de ti. Siento mariposas en el estomago cuando te veo, se me quiebra la voz en mis primeras palabras, me pierdo en el mar de tus ojos, mis labios deliran por tocar los tuyos y por si fuera poco hasta uní nuestros apellidos para ver si son compatibles. 

TE AMO eso es lo que quería decir. Te amo infinitamente como las estrellas que adornan la noche, lástima que somos más como la luna y sol, destinados a estar separados por años hasta poder eclipsar y ver la oscuridad adornada de estrellas. 

Mañana partiré y no se que pasará conmigo, espero mi recuerdo sea perpetuo y, si esta vida no nos quiere juntos, espero encontrarte en otra vida para amarnos a pesar del tiempo.

Siempre tuya…

Mía 


De vuelta a la realidad, pienso al despertar. Hoy empezamos clases y sin duda no siento la más mínima emoción. Cuando regresé del verano, mamá y papá ya se habían divorciado, mejor dicho, mamá ya se había esfumado, ahora seremos solo papá y yo, lo cual no me alegra del todo. A pesar de que mamá engañó a papá, ella siempre estuvo preocupada por mis asuntos, y yo le tenía mucha confianza. Papá, por el contrario, tiene como prioridad sus negocios, pasa más tiempo en un avión que en tierra firme. 

Al fin decido levantarme de la cama y vestirme de una vez por todas, por un momento olvidé que ser popular implica llevar siempre el outfit perfecto. Nunca quise ser la chica popular del colegio, cuando estaba en primaria era la nerd de la que todos se burlaban y todo eso cambió cuando viajé a París con mamá y ella se propuso volverme toda una princesa europea. Recuerdo la primera semana de clases, la gente me miraba asombrada cuando pasaba y yo me sentía un ratón de laboratorio; Alice,  la chica más popular, se acercó a mí y desde aquel día soy su pupila. Es divertido ser popular, no lo niego, pero debes seguir demasiadas reglas; dejar de ser tú para volverte una perra narcisista y mantener así el orden social. 

Me veo en el espejo por última vez y reviso cuidadosamente cada detalle, debo estar perfecta. Bajo rápidamente a la cocina y como siempre María ya tenía el desayuno preparado, lo comí tan rápido como pude y aún así no pude terminar mi granola.

—Nos vemos María  —me despido mientras abro la puerta. 

Miro el reloj de pulsara que llevo en mi muñeca izquierda y abro los ojos al notar que llevo 15 minutos de retraso, gracias a Dios la puerta sigue abierta y no veo a la inspectora ahí, ella definitivamente me odia por alguna razón desconocida para mí.  

—Señorita Santillán, la impuntualidad denota una falta de educación y malos modales —apenas escucho esa voz me quedo petrificada a un par de metros de la entrada—. Y no responder sin lugar a duda es una muestra de que lo único honorable en usted, es su apellido.




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