— Mía.
—Tú —no pude decir más y salí corriendo.
Las horas se me hacen eternas, quiero salir corriendo lo más lejos posible, ¿cómo pude ser tan estúpida?, decirle tú y luego salir corriendo como una loca. No puedo dejar de pensar en la carta que le dejé; si la había leído acabo de quedar como una mentirosa, ¿cómo alguien que dice que te ama sale corriendo cuando te ve?, de seguro eso está pensando en este momento.
Cuando al fin escuché el maldito timbre de salida tomé mi bolso y salí corriendo. Antes de llegar a la puerta Renata jaló de mi bolso para que me detenga, ¡OH POR DIOS! ¡Quería matarla! Pero gracias a Dios que no lo hice. Había visto por la ventana del segundo piso lo que pasó con Arturo y quería que le cuente por qué salí corriendo de un chico tan guapo. Yo estaba hecho un puñal de nervios y lo último que quería era dar explicaciones, pero bueno era Renata mi mejor amiga o así era antes de que Alice nos reclutara en su corte.
—Vamos dímelo ya, soy tu mejor amiga.
—Ya te dije que no es nada, por favor calma tu loca imaginación, deb…
— ¡Vamos Mía!, si me lo dices prometo dejarte ir.
—Ya te dije que NO ES NADA —jalé mi brazo para que lo soltara, volteé mi mirada hacia la puerta y sentí como mis pupilas se dilataban.
Arturo estaba en la entrada y miraba por encima de las cabezas buscando a alguien, y era obvio que yo era ese alguien, no tuve más remedio que contarle a Renata quien era Arturo y pedirle que me ayudara a salir sin que él me viera. Renata era muy alocada y más de una vez se fugó de clases para ir de fiesta por ahí, así que se sabía de memoria todas las salidas del colegio, incluso las más recónditas. Salimos por una puerta en la cafetería que daba a la calle, bueno a un callejón.
De regreso a casa no pude dejar de pensar en lo que pasó, acababa de huir del amor de mi vida por un puerta trasera como si fuera la peor delincuente, lo que más me preocupaba es lo que le conté a Renata, no pude decirle lo que realmente pasó, así que mentí, le dije que lo había conocido en el verano y que desde entonces me persigue, y ahora ella piensa que es un vil acosador. Sé que no debí decir eso, pero fue lo único que se me ocurrió; solo algo tan grave me daría la certeza de que Renata se quedaría callada.
Escucho la alarma y me levanto con desgano, de repente, me doy cuenta que amaneció. Pasé toda la tarde llorando y sin darme cuenta me quedé dormida. Me veo al espejo y tengo los ojos hinchados como un sapo, ni siquiera los puedo abrir bien. Desearía no ir a clases, pero debo ir y asegurarme que Renata no abrió su boca demás.
Otra vez dejé mi granola, y esta vez no por falta de tiempo, tengo afán de llegar y ver que todo marcha bien, pero al mismo tiempo tengo miedo de ver Arturo. Siento que tengo el corazón en la garganta.
Al fin, llego y veo que soy una de las primeras.
—Señorita Santillan, veo que el incidente de ayer le sirvió.
—Buen día profesora —miro a todos los lados y lanzo un suspiro de alivio al ver que ninguno de los susodichos ha llegado.
Estoy ansiosa y siento que me dará una taquicardia o algo peor, en la mañana logré ver a Arturo, claro él no me vio porque estaba escondida como la delincuente que soy, pero no pude ver a Alice y Renata, lo cual es extremadamente extraño. Alice tal vez sea una maldita perra satánica, pero era una alumna modelo: las mejores calificaciones, la mejor asistencia y por supuesto la puntualidad era su marca personal, y Renata vivía a cinco cuadras así que siempre llegaba temprano.
Renata llegó media hora tarde a clases, el maestro hizo que se sentara en la primera fila y no he podido ni si quiera mandarle una nota mucho menos un WhatsApp, estando al frente no podría revisar ninguno.
Después de cuatro horas de tortura al fin es hora del receso. Veo que Renata sale entre las primeras personas, ¿es en serio?, le confié mi vida ayer y hoy sin más sale sin ni siquiera esperarme; esto es absurdo y sobre todo extraño.
—Renata —casi tropiezo por intentar alcanzarla.
—Mía, ¿cómo estás?
— ¿Por qué no esperaste a que saliera?
—Lo siento —revisa su celular— ven. Alice nos espera —. Me toma del brazo y me jala por el pasillo sin darme ni una sola explicación.
— ¡Suéltame!
— ¿Mía no revisaste el WhatsApp?
—No, estoy mucho más preocupada por lo que pasó ayer, en serio necesito que hablemos.
—Tranquila no le diré a nadie lo del sicópata, te lo prometí. Ahora vamos Alice envió un mensaje de URG y sabes lo que eso significa.
Un URG era un mensaje que no podía pasar desapercibido por ningún miembro de la corte, significaba que Alice tenía una emergencia o algo importante que comunicarnos. Por lo general no era realmente una emergencia solo era Alice queriendo ser el centro del mundo y llamando la atención de todos; la forma perfecta de mostrar que era la reina. El protocolo que seguíamos después de un URG era ir a la pileta en menos de 5 minutos, si estábamos en el colegio, o ir a su casa, cuando estábamos fuera de clases.