Después de la confesión de Alice, nadie dijo nada de lo sucedido, ni una sola palabra, parece que a nadie le cayó en gracia que un “don nadie” sea parte de la corte. Pero no me parece nada absurdo que Alice lo haya incluido. Arturo tal vez no cuenta con un apellido aristocrático como Sebas o burgués como Dan, mucho menos con alguna de sus fortunas, pero tiene muchas virtudes: es extremadamente guapo, tiene unos ojos grises azulados en los que te pierdes fácilmente, su cuerpo cumple con el canon griego, unos labios perfectos como los de DiCaprio y una sonrisa que enamora al instante, además, es muy inteligente, culto, educado y todo un caballero; nada que ver con los patanes de por aquí que creen que por tener un buen apellido y una fortuna pueden hacer y deshacer a su antojo.
Ha pasado ya toda una semana, y debo admitir que ha sido la semana más incómoda de mi vida por mucho. Todos evitamos ir a la pileta desde que Alice encontró a su nuevo Adonis. Renata y yo pasamos mucho tiempo juntas, algo que ya no era muy común entre nosotras, pues como futuras herederas de la corte siempre estábamos a la derecha e izquierda de Alice. Sebas concentró su atención en el soccer, pues con la ausencia de Dan el entrenador lo nombro capitán. El resto del grupo simplemente se esfumó. Pero hoy todo eso cambiará. Ayer Alice nos reunió en su casa y prácticamente nos sobornó a todos para que desde hoy todo vuelva a la normalidad y aceptemos a Arturo como uno más de nosotros.
María parece adivinar cuando estoy triste; me preparó mi comida favorita. No sé qué sería de mi sin ella aquí, desde que mamá se fue ella se encarga de todo, incluso de levantarme el ánimo cuando lo necesito. En este poco tiempo se ha ganado mi cariño, aún más que antes; ella sirvió en la casa de mamá por muchos años y mamá le tenía mucho afecto, de hecho creo que era su confidente. Los brownies están deliciosos y al menos por un instante hacen que olvide el día de terror que me espera hoy.
—Adiós María —me despido antes de cerrar la puerta como siempre.
Llevo 5 minutos en el auto frente a la entrada del colegio, tengo un mal presentimiento de este día y una parte de mí quisiera decirle al chofer que dé la vuelta y me regrese a casa, pero la otra parte sabe que no ganaría nada con eso, después de todo no puedo faltar lo que queda del año. Al fin, veo a Renata y me apresuro a bajar del auto, será mucho más fácil entrar con ella que hacerlo sola.
—Renata —apenas grito ella regresa a verme.
—Mía, ¡qué bueno que te encuentro! —La escucho demasiado feliz después de la conversación de ayer, toma mi brazo y caminamos juntas— Se me acaba de ocurrir una gran idea, algo que nos ayudará a librarnos del recién aparecido.
— ¿Qué cosa?
—Contarle a la reina malvada que su Arturito no es más que un vil acosador —sonríe con ironía mientras me separo atónita al instante de ella— ¿qué pasa?
— ¿Te volviste loca?, en primer lugar baja la voz, recuerda que ya no podemos decirle reina malvada, si alguien vuelve a escucharlo en los pasillos nos irá muy mal y en segundo lugar, no puedo creer que quieras exhibirme de esa manera después de que confié en ti.
—Por favor Mía, tú quedaras como un víctima y todos aman las víctimas de seguro serás aún más popular, deseada y envidiada. —Lo dice como si fuera una gran hazaña.
—Todo esto es un broma para ti ¿verdad?
—Claro que no, solo piénsalo. Alice no dudará en sacarlo no solo de la corte sino incluso del colegio. Sebas enfurecerá al saber que el tipo está acosando a su “belleza”. Cuando Dan vuelva estará más que agradecido porque alejaste a un “don nadie” de su reina y el resto de la corte también estará agradecida. ¡Es perfecto! —parece que lo hubiera planeado toda la noche.
— ¡Claro! Y Alice de seguro va a querer matarme por no habérselo dicho hace una semana.
—Eso ya lo tengo resuelto, se lo dirás hoy, le mandaras un mensaje de URG P antes del receso, se verán en el baño y tú con lágrimas en los ojos le contarás lo mismo que a mí y agregarás una pequeña mentira piadosa—más mentiras esto tiene que ser una broma o un mal sueño—, le dirás que Arturo te amenazó con decirle que tú lo estás seduciendo para que no esté con ella—sonríe—. ¡Y listo! Así nos adelantaremos a cualquier cosa que Arturo pueda decirle de ti para defenderse.
—ES UNA ESTUPIDEZ. Te prohíbo decirle esto a alguien. ¿entendiste? —Renata se hace para atrás, se ve asustada, y solo asiente con la cabeza.
Camino por el pasillo furiosa, siento que mis puños se tensan y solo espero no toparme con nadie porque de seguro lo golpearé. Llego a los baños del primer piso, me miro en el espejo y no puedo evitar llorar de irá, frustración y tristeza. Renata no tiene la culpa de lo que está pasando, ella cree que Arturo es un sicópata gracias a mis malditas mentiras, pero su idea es absurda y hacerlo solo haría que todos odien a Arturo y peor aún que pierda la beca que de seguro consiguió para estar aquí. No puedo hacerlo, no lo haré, solo espero que Renata no se lo cuente a nadie, si solo ella y yo lo sabemos todo estará bien. Prefiero mil veces verlo junto Alice que destruirlo con mis mentiras.
Mientras intento tomar algo de notas de anatomía, siento que mi celular vibra. Lo saco con mucha cautela para que la profesora no me vea ¡oh por dios¡ es un URG P de Alice. No puedo evitar quedarme petrificada con el teléfono en la mano. Un URG P era muchísimo peor que un URG, significaba que se había enterado de algo malo tan malo como para citarnos en privado en el baño del tercer piso.
—Señorita Satillán —la profesora me grita y no puedo evitar sobresaltarme.
—Sí.
—Puede repetirme donde se da el intercambio gaseoso.
—En los alveolos y los capilares sanguíneos que los rodean, los alveolos pasan el oxígeno a la sangre de los capilares y los capilares pasan el dióxido de carbono a los alveolos para que luego sea exhalado —la profesora solo asiente con la cabeza y vuelve al pizarrón—. Profesora puedo ir al baño, es que tengo cólicos.