Miércoles 23 de Marzo de 2014
-Bienvenidos a esta nuestra primera sesión fuera del centro psiquiátrico y espero no sea la última. –Risas entre los presentes. –Mejor que nadie sabéis lo difícil que resulta reconocer un problema para, mediante la oportuna ayuda, buscarle solución. Miraros los unos a los otros ¿qué veis? Yo veo a una reducida familia distópica que ansía asimilar los verdaderos y fidedignos valores de la sociedad. Aquí estáis, desnudando el alma, y no puedo por más que estar orgullosa de vosotros.
Como he dicho cada uno tenéis un problema el cual en realidad es, objetivamente, común a todos y que habéis enfrentado mirándoos al espejo, sin apartar la vista. Gracias a vuestra determinación la meta hacia una vida sin alcohol está más próxima. Paso a paso ganáis en confianza y esto no hace falta que lo recalque pues vosotros mismos lo percibís. A fin de cuentas yo no soy más que una herramienta para tal fin; lista y dispuesta para escucharos, aconsejaros y supervisaros.
Sé que ha requerido de no pocos sacrificios. Demasiados escollos e infinitas tentaciones que suelen acudir cuando uno se siente más vulnerable. Pensad detenidamente que dar pasos atrás por un trago echará abajo aquello arduamente conseguido. Sabemos que hay malas rachas y las seguirá habiendo porque somos humanos. Si alguno estáis a punto de caer en la tentación acordaros del camino recorrido, de cuanto os ha costado llegar hasta este punto. Y no me cansaré de repetir que el mejor aliado para estas situaciones embarazosas se llama fuerza de voluntad. Aprovecho para daros la enhorabuena, una vez más, por ser tan valientes como para afrontar vuestros demonios internos.
Vale, no me enrollo más. Cambiando de tercio hoy nos reunimos en casa de Fernando.
-¡Gracias Fernando! -Dijeron todos al unísono.
Bien, comenzaremos hablando de lo más destacado que cada uno haya hecho estos días. Fernando, ya que eres el anfitrión puedes comenzar tú. -Hasta ese momento hablaba Amanda Gómez, timonera de la nave y terapeuta del grupo.
-De acuerdo señorita Gómez -contestó éste -realmente no tengo mucho que contar, ya sabéis lo aburrida que es mi vida. Fui como cada lunes al domicilio de mis padres a llevarles la compra semanal. Y como cada semana les he dicho que todo marcha bien, me estoy esforzando mucho…
Fernando cuenta con algo más de cuarenta años y al igual que los demás esgrime serios problemas con la bebida. Cuando se le da por hacer balance de su vida tiende a la depresión, ahogándose en más alcohol para sobrellevarlo. Si eso tampoco funciona suma a la ecuación intentos malogrados de suicidio.
-¿Lunes? -Interrumpió Matías, rebotando en la silla como si hubiese recibido una descarga eléctrica. -¿Tan perdido estás Nando que no sabes el día de la semana en el que vives? -Hoy es martes ¡martes y no lunes! ¡Tarugo!
Matías de primeras resulta desagradable en el trato. Hay que estar al tanto de que pie cojea para saber llevarlo. Sus problemas no son únicamente con el alcohol y el tabaquismo sino con la raza humana en general. A ella culpa en primera y última instancia de los susodichos…
-¿Martes? -Preguntó retóricamente Joaquín, alzando ligeramente la voz tras detener el reproductor de música. -Tú estás tan perdido como Nando. Ni lunes ni martes, hoy es jueves y lo sé porque los jueves tengo cita en el oncólogo.
Joaquín es el graciosillo del grupo. Sus bromas no tienen demasiada gracia sin embargo no es mal tipo. Se siente cómodo en el típico papel de quitar hierro a las cosas por no atreverse a afrontarlas. De no haberse dado las circunstancias que se dieron con su persona el cáncer habría acabado con él en menos de dos años.
-¡Patanes e ignorantes todos! -interrumpió Ariadna, llevándose la mano a la boca en señal de sorpresa ante lo soez de su arrancada verbal. -¡Perdón! Hoy es viernes, estoy segura porque los viernes… bueno no sé el porqué mas ¡estoy segura y punto!
Ariadna es la más joven del grupo y también la más hiperactiva. No es capaz de estar más de dos minutos sentada en la misma posición ni de residir más de un año en la misma ciudad. Al ser delgada en exceso sus compañeros la llaman cariñosamente “fideo” y tal cosa la enoja sobremanera. Su problema al margen del alcohol son otras drogas menos toleradas socialmente.
-¡Sin faltar niña! –Gritó una voz discordante.
-¡No! Lo repito y repetiré las veces precisas. ¡Hoy es martes! -Vociferó Matías. -He dejado a mis hijos con su madre así que estamos a martes.
-¡Jueves! –Porfió Joaquín a los cuatro vientos, levantándose de la silla para enfatizar cada letra de “jueves”. -Os repito que mi oncólogo me consulta este día. –Fue terminar y volver a sentarse. Mostraba mala cara, cansado y debilucho.
-¡Viernes! -Replicó Ariadna, enfadada al haber escuchado lo de “niña”.
-Señorita Gómez usted que no tiene testosterona como todos estos gallos dígame ¿a qué día estamos?…
La señorita Amanda Gómez permanecía seria. Bastante tenía con semejante elenco de despistados a los que había cogido especial cariño. Sus métodos poco convencionales habíanle provocado más de un problema con los colegas de profesión. No obstante sus innovadoras metodologías de trabajo funcionaban, arrojando resultados prometedores a medio plazo. Esto le permitía ejercer, a pesar de las presiones, con relativa autonomía.
-Sinceramente ninguno de los presentes lleva razón. Hoy es miércoles y lo sé perfectamente porque hoy Ariadna me mató…
-Pero ¿qué dice? -Preguntó sobresaltada la señalada. -¿Qué la maté? ¡Pero si está aquí con nosotros, viva y coleando! –Los demás quedaron mudos de la impresión.
-Haz memoria Ariadna. Sé lo difícil que te resulta dejar atrás la niebla de tu culpa. Míranos como debes vernos. Somos nosotros y a nuestros cuerpos los has bañado en sangre y asfalto. Puedes reconocer cada cara y cada gesto porque cielo ¡tú nos mataste a todos!…