He aquí una titánica confrontación sin aparente vencedor. Damas y caballeros estos épicos eventos nada poseen de invento pues es y con la mano en el pecho lo afirmo tan real como sus cortas mentes humanas puedan vislumbrarlo. Esta comprometida batalla está por encima de cualquier entendimiento ya que nuestra lógica cerebral limita cualquier amago de asimilación cuando la escala tiende a infinito.
Cuanto aquí expongo ha sucedido, está sucediendo y sucederá eternamente sin que podamos hacer más que rogar no nos afecte su violencia en forma de ondas capaces de viajar por los distintos universos físicos y no físicos, sacudiéndolos todos. Somos meros espectadores de atrezzo, ignorantes de lo que nos puede cambiar la existencia en un segundo e incapaces de acertar con la verdadera dimensión de dos palabras: perpetuo e imperecedero.
Imposible describir físicamente a estos dos litigantes antagónicos. Quimérico entender personalidades y porqués. De hecho tan inverosímil resulta confrontarlo que mejor será explicarlo desde nuestra condición de simios evolucionados. Ubicado en algún punto de un área finita e infinita a la vez se dispone aquello a lo que he dado en llamar Gran Salón del Tiempo Infinito. Su construcción carece de sentido arquitectónico a ojos de cualquier persona mas los regustos y caprichos de la perpetuidad no buscan ser comprendidos porque están y son. En su interior lleno empero vacío tiempo y espacio se confunden en idéntica lazada. No existe despilfarro pretencioso ni lujos atribuidos al concepto del hombre. En realidad y por más peliagudo que parezca ser nada existe pues ya todo existe. Tenues líneas de actividad arcana se multiplican por cero, copando espacios huecos repletos de fotones sobreexcitados. Ecos de mundos extintos resuenan dentro del vacío oscuro tal cual fuesen badajos golpeando el cobre y el estaño que los rodea. Allí la nada lo devora todo empero este todo no existe hasta hacerse observable. Las distancias pierden significado al rotar sobre ejes desajustados de cualquier ley física y matemática…
Que les voy a contar o cómo hacerlo si hasta yo mismo no soy capaz de concebirlo. Tal cosa me lleva a darle vueltas a la paradoja cuántica del Gato de Schrödinger. De hecho si lo recapacito detenidamente lo absurdo, ilógico y hasta pernicioso sigue emperrado en hacer de las suyas. ¿No querrán volvernos locos? Cuanto en aquel lugar se sitúa parece haberse fundido con el sinsentido más literal. Completo y libre; arriba y abajo, micro y macro… significan lo mismo y lo más inquietante: se comportan de igual a igual.
Siguiendo con este titánico acontecimiento, por cierto nada tiene de falso, pues se ajusta a la verdad les diré que en el mencionado Salón se despliegan dos entidades visibles e invisibles a la par. Como he dicho es imposible describirlas físicamente sin perder la cordura y tampoco se les puede adjudicar personalidad así que buscaré revelarlo de la mejor manera.
En una de las esquinas y desprovista de geometría seta la tenebrosidad más tenaz y persistente. Domina su rincón emanando penumbras latentes en este prodigioso vacío conformado por artilugios asombrosos descompuestos en átomos. Pensémoslo como en un señor envejecido de pelo negro largo y descuidado. Carece de rostro porque realmente carga en una todas las caras. Bien podría vestirse con indumentaria raída, maltratada tras millones de careos. Por supuesto en colores apagados porque así se muestran también los ojos de la noche.
Pueden interpretar la máxima complejidad en lo enmarañado; lo absurdo en lo abstracto y líneas curvas perfectamente rectilíneas ¿verdad que pueden? No me sean pusilánimes. Perfecto, del otro rincón seta una zona desdibujada bajo haces invisibles gobernada por digamos… luz. Plácida, cálida, suave y magnífica desde su misma concepción. Belleza pura como rayos de sol bañando praderas, ríos y montañas. Piénsenlo como en otro señor mayor ¿por qué no? Cabellos exageradamente largos, lacios y blancos como la nieve. Al igual que su antagónico carece de rostro pues los posee todos. Podría vestirse con algo similar a una larga túnica ancha, de esas que se ponen los magos protagonistas de grandes hazañas. Evidentemente su tela gastada y raída cuenta sinfines de luchas y conflictos sin intervención divina porque ¿qué diablos pintaría Dios allí? Ni siquiera él comprendería razones en la existencia de una dimensión infinitamente finita…
Ambos litigantes mantienen empate técnico sempiterno. Ímpetus tan igualados que hacen del equilibrio la más peligrosa carrera del funambulista sobre el alambre. Ansían dominar designios de cuanto existe y cuanto deja de existir. Es como si sólo pudiese haber un vencedor en este espacio baldío cargado de elementos pesados y ligeros. Para conseguirlo uno de ellos debe hacer propio el dominio de la parte contraria.
Saborean la anarquía incluso desde antes de la explosión inicial que dio origen al espacio y al tiempo. A este colosal hecho no le llega con marcar nuestras vidas sino que también lo hace con el destino del universo. Pero las leyes universales nada pintan en esta ubicación encastrada entre planos dimensionales.
Ninguno de los litigantes parece ser capaz de alzarse victorioso. Tal vez la clave radique en ese equilibro de poderes del cual le he hablado anteriormente. Acumulan astucias e intentos dentro de puntos infinitamente masivos empero concluyen cuan velas desplegadas sobre mares de bits, cayendo en cascada. Ustedes hagan un alto en sus quehaceres para darle una vuelta de tuerca. Podrían figurarlos ya no solamente con ropajes concretos y caras sin rostro sino armados con espadas y armaduras de energía pura, batallando por largos e incalculables milenios.
Estamos ante un tira y afloja sin parangón. Nada se les puede comparar ni todavía menos acusarlos del delito que sea pues no existe ni existirá jurisprudencia al respecto. Sucede ahora mismo, sucedió ayer porque sucederá mañana y yo soy testigo. A lo mejor ustedes podrán serlo algún día. En derredor y en ninguna parte pues entornos físicos y palpables como tales no existen cuando se cruzan más de tres dimensiones. Dos potencias opuestas capaces de mover y modelar mundos, galaxias, universos y el espacio vacío e infinito donde se crean estos últimos.