Capítulo 22
—Ahh... — éste grito fue un poco más alto que los otros.
—Ah...
—Ahhhhh...
Los gritos de Ian, cada vez iban disminuyendo.
Me detengo en él que mantiene sus ojos cerrados y poco a poco los abre con lentitud.
— Ya llegamos — los abrió completamente.
No aguanté y solté una carcajada. — No seas tan paranoico Ian, te traje con vida.
La puerta del copiloto la abre con rapidez tirándose al suelo.
— ¡Estoy vivo! — escuché decirle al piso — Nunca había estado tan agradecido de pisar el suelo.
Me paro justo en frente de él, no le importaba ensuciar su traje italiano.
— Ian, vamos por favor deja el drama... no fue para tanto.
— ¡Drama...! ¿No fue para tanto? — dice aún en el suelo. — Jules aceleraste en un semáforo en rojo.
Mi indignación crece — estaba en amarillo — me excusó con rapidez.
— Eso no quiero decir aceleración.
—Y tampoco quiere decir que pare.
Sus manos las lleva a su rostro poniéndose de pies.
—Las reglas de tránsito son sencilla Larson — se acercó a mi rostro serio y yo no podía con la burla — Verde indica vía libre para pasar, rojo es detenerse y amarillo precaución.
— Hay lo vez — digo con una sonrisa — Amarillo precaución de acelera para que no te preocupes en parar.
Ian no aguantó más y una sonrisa se asoma en su rosto.
— Al menos el chico cruzó con rapidez.
Se me había olvidado el chico que casi por equivocación atropelló, pero fue por su culpa, quien en su sano juicio no mira si viene un auto.
— Eso no fue mi culpa... él chico no miró.
— Eso es porqué los autos para en amarillo, no aceleran cuando ven la luz.
Ruedo los ojos — Eso es porqué aún no saben que el amarillo es precaución de que viene un auto a gran velocidad.
Las manos de Ian se detienen en mis hombros. — Te han dicho que estas demente.
— Si solo una persona... Tú.
Vuelve a sonreír y está vez también lo hago yo... pero no, él no era el único en decírmelo.
Mi sonrisa se borra de inmediato cuando lo recuerdo, cuando recuerdo sus palabras.
Eres la persona más odiosa e insoportable, Jules Larson.
Eres una maldita sarcástica demente y loca.
Son sus palabras cada vez que me insultaban cuando peleamos... qué manera de llamar la atención Ashton Cranston.
—¿Pasa algo? — pregunta Ian.
Lo determinó enfocándome en él que niego con rapidez. — nada que valga la pena recordar.
— Pensé que estaba pensando en una gran excusa en decirme.
— ¿Por qué? — Pregunté confundida.
— Porqué — me tomo de la cintura y ambos nos posicionamos en el restaurante en que lo traje — Me trajiste a un restaurante de hamburguesas dónde se ve probablemente que no han venido a ser el trabajo de salubridad y seguridad.
— Tienes miedo de encontrar una cuchara.
— No - respondió serio — No creo que estemos a adecuados... probablemente seremos los mejores vestidos... y las miradas no faltaran.
— Entonces te encantará... que te miren. — contraatacó.
Él me miró con malicia — Touché.
Vuelvo a mirar aquel restaurante o mini restaurante, de tantos años que lleva ya se le ve la pintura roja desgasta y el gran letrero con letras grandes que dice:
Tasty Burguer.
Las mejores hamburguesas de la ciudad.
Antes sus letras brillan y la pintura no estaba desgastada, no había ningún niño que no se perdiera de las grandes hamburguesas Tasty.
Visualizó a una pequeña niña de 9 años con coletas corriendo a los brazos de su padre aquel hombre feliz por su hija la toma sin dudarlo, la abraza y la lleva de su mano hacia dentro del restaurante.
Una lagrima rueda por mi mejilla, mi padre realmente se veía feliz conmigo...
— Jules... dime la verdad — Comentó Ian sacándome de mis pensamientos — ¿por qué me trajiste acá?
— Mi padre me traía — una media sonrisa con tristeza se posiciona en mi rostro.
—¿Fred?
— No... — respondí sería — el biológico...- tome una pausa — Fred es el verdadero, pero no el biológico.
Le sostengo la mirada a Ian que ve mi estado, así que optó por no preguntar más de la cuenta y es algo que agradecí.
A dentro del restaurante era tal como lo recordaba sus mesas aún lado y en el mostrador algunas sillas... la pintura se veía un poco más desgastada adentro, pero el ambiente era genuino.
No había mucha gente, pero la que estaba no nos quitaba la mirada de encima.
— Te lo dije — susurró Ian cerca de mi oído.
— No finjas que te molesta... te encanta llamar la atención — le mostré una sonrisa y me dirigí hacia la segunda mesa.
— No es algo que me disguste — dijo sentándose enfrente de mi — pero cuando te miran... eso si me disgusta.
Resople antes sus palabras — Nadie me está mirando.
— Rueda tu cabeza unos 90 grados — hago lo que me pide — te fijaras que hay 3 chicos sentados, — me sorprendo a ver que si hay 3 chicos sentados — el rubio no te ha dejado de ver desde que estacionamos, el castaño con gorra, no te deja de ver las piernas y el flaco con lentes tus senos que se forma en tu escote.
Y efectivamente ambos seguían mirándome.
Muevo mi cabeza hacía él — Vaya... todo eso lo supiste cuando entramos.
— No hay que ser adivinó para saber a quién están admirando.
— Por favor Ian, son adolescentes... cualquier palo con falda que se les ponga enfrente la verán - respondí haciéndome la digna.
Las palabras de Ian quedaron atoradas en su garganta...
— ¿Van a ordenar?
Las palabras de la mesera se lo impidieron.
Ian asiente y la chica nos pasa el menú.
No lo pienso y doy mi orden sin mirar el menú.
— Por favor una hamburguesa doble carne con doble queso, doble ración de papás y con todo...